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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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EL SUFRIMIENTO TIENE MÚLTIPLES CARAS

¿Cómo desactivar a un cascarrabias?

¿Cómo desactivar a un cascarrabias?



DOMINADO POR EL ENOJO

El cascarrabias, el quejica, el protestón y el gruñón, esa persona con

el ceño fruncido casi de continuo, que no aguanta ni una y que parece que va a comerse a cualquiera que le lleve la contraria, es en realidad, una persona que está sufriendo.

El sufrimiento tiene múltiples caras, puedes expresarlo con lágrimas, silencio, aislamiento, durmiendo, dejando de comer o haciéndolo en exceso, mostrándote ansioso la mayor parte del tiempo o incluso enmascarado con ira.

La ira es una máscara que nos puede hacer parecer fuertes, pero lo único que hace en muchas ocasiones es compensar una carencia,

una debilidad interior.

Pero si nos topamos con un cascarrabias, nos impondrá un cierto

respeto y distanciamiento, ya que eso es precisamente lo que quiere

de nosotros. Esto le ayuda momentáneamente a engordar su ego, que

en el fondo está profundamente dañado.

Anatomía de un renegón



Baja tolerancia a la frustración. Los cascarrabias toleran muy mal las incomodidades cotidianas y se enfurecen cuando las cosas salen de manera distinta a lo que ellos quieren. Esto les genera rabia, que suelen proyectar en los demás, siendo normalmente desagradables con todo aquel con el que se topan.

Reclamos continuos. Se suelen quejar una y otra vez, pero sin llegar a ninguna solución eficaz. Así, al final, terminan agotados y cansan a las personas de su alrededor, dificultando las relaciones sociales. Las quejas suelen ser de tipo culpabilizador,

victimista y exagerado.

Soluciones poco constructivas. Los cascarrabias son personas que lejos de buscar soluciones realistas y funcionales, prefieren quejarse y pasar la mayoría de su tiempo enfadados por lo que no está bajo su control.

Sin embargo, lo que sí pueden manejar lo dejan pasar y raras veces se responsabilizan, ya que suelen pensar que los demás deben actuar de cierta forma con él o que la vida debería ser distinta a como es.

Malos aprendizajes tempranos. Estos comportamientos, como casi todos, suelen ser aprendidos, ya sea a través de la familia, del cine, de los libros

o de cualquier mensaje que

de niño le haya calado. Se graban en el cascarrabias y los va practicando

a lo largo de su vida, sin cuestionarse si son bene-ficiosos o no.

Por lo tanto, aunque la genética influye, la mayoría de las veces el cascarrabias no nace sino que se hace.

Algo sumamente relevante, ya que si se ha aprendido a ser así, también es posible desaprender a serlo; aunque sea complicado, debido a la automatización del comportamiento humano.

Lenguaje verbal y no verbal amenazador. El cascarrabias suele presentarse

con un aspecto serio, con

cara de pocos amigos,

el ceño fruncido y normalmente no suele mirar a los ojos cuando habla con otras personas.

El lenguaje verbal es amenazador, imponiendo sus opiniones como la única verdad, sin escuchar lo que la otra persona tiene que decir.

Además, el tono suele ser fuerte, enérgico y da sensación de nerviosismo.

Esto está muy relacionado con el patrón de conducta

que a su vez se relaciona con varios trastornos cardiovasculares.

No todo es tan malo

Todo lo que acabamos de ver es solo parte de la persona cascarrabias con la que nos podamos encontrar. En el fondo de todo eso, en el renegón existe un ser maravilloso, un niño interior que quiere jugar y divertirse.

Lo que ocurre es que las personas aprendemos ciertas creencias disfuncionales a lo largo de nuestra vida, las hacemos propias y guiamos nuestro accionar a través de ellas, lo que nos hace confundirnos, engordar nuestro ego, ser exigentes… Por lo tanto, la clave para desactivar

al cascarrabias es ser capaz

de sacarle a su niño interior… pero, ¿cómo podemos hacer?

El amor es el arma más poderosa que puede existir e implica entendimiento, afecto, un poco de humor, sonrisas

y buen trato. Por eso, si queremos desactivar a un gruñón con el que nos podamos

encontrar, el primer paso

es dejarnos el ego en casa.

Esto quiere decir, que no tenemos que sentirnos muy dolidos o afectados si esa persona nos mira con aires despreciativos o emplea un mal tono con nosotros.

Recordemos siempre que

es una persona que está confundida y se está equivocando

en su forma de actuar.

También ayuda el percatarse de que el cascarrabias es, en el fondo, una persona frágil que no ha sabido gestionar bien los problemas

de su vida y no está contento en general. Aquí ya estamos usando una parte del amor: el entendimiento.

Inténtalo y verás cómo funciona, ya que a todos nos gusta que nos traten bien, que los demás nos sonrían

y que nos quieran.

Emplea el sentido del humor con él, no para reírte de él, evidentemente, sino de las situaciones cotidianas que le perturban. Muchas veces ayuda tener cerca a alguien que le saca una nota alegre a lo que nos ocurre o que simplemente es capaz

de desdramatizar.