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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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TRADICIÓN QUE PERDURA EN LA LLAJTA

Cestería, el tejido de antaño

Cestería, el tejido de antaño



Herencia. El linaje de los tejedores de cestería proviene de generaciones ancestrales.

El amor y la tradición por mantener sus costumbres perdura y pasa de generación en generación.

Sentada bajo la sombra fresca de un parral de uva se encuentra Silveria Céspedes, de 54 años de edad. Con las manos firmes aunque algo marchitas por el paso del tiempo, va agarrando una a una las barrillas de cañahueca dispuestas sobre el patio, a lado de ella.

Las hay pequeñas, largas, delgadas o gruesas, todas serán útiles en alguna medida cuando se defina qué objeto se creará con ellas. La pericia de la artesana se nota a simple vista, sus hábiles manos van recogiendo las barrillas una a una; calcula el termino medio para iniciar la labor y con prontitud comienza a crear la base, que es el soporte principal.

A primera vista es un aro, una estructura cruzada, de cuyo eje central salen los radiales, que son como ocho. Poco a poco se van sumando barrillas, obligando a este noble material a adquirir una estructura ovalada e ir creciendo a lo alto.

De tanto en tanto, doña Silveria agarra las barrillas y recorre la mano velozmente de un lado a otro, pareciera que favorece la flexibilidad. Algunos momentos da la impresión que se cortará la mano, pero no sucede. Una a una va sumando las barrillas de forma concéntrica, hasta que con 10 o 15 filas ya se nota la canasta y tan solo en 40 minutos está terminada la pieza que es una canasta de ropa.

Historia y usos ancestrales

La cestería es una de las actividades más antiguas entre los hombres y mujeres, precediendo incluso a la alfarería y textilería. Es la más sencilla de las expresiones artesanales debido a que la materia prima que utiliza es susceptible de ser obtenida y tejida fácilmente.

Entre los objetos más utilizados se encuentran las hojas de palma, el mimbre, el junquillo, la cañahueca, saucara, tacuara, totora y otras fibras de la naturaleza; las cuales sin necesidad de grandes transformaciones, pueden convertirse, en útiles canastos, hermosos cestos u otros objetos.

De acuerdo a algunos historiadores este tipo de artesanía fue una respuesta inmediata a la adaptación del hombre. Es decir se apropia de los elementos vegetales de su entorno, los trasforma para satisfacer esas necesidades.

En épocas prehispánicas las cestas jugaron un papel importante en la vida de las antiguas culturas, ya que desde que el hombre se dedicó a la caza y a la recolección de alimentos, requirió de un contenedor.

Nuestros ancestros tampoco podían dejar de emplear estos artículos, una de las claras nuestras es que se encontraron edificación de chullpares, donde los cuerpos fueron colocados en bolsas de textiles o cuero de llama, o a veces en una cesta entretejida hecha de pasto ichu o totora.

Es por esta razón que la importancia de la cestería va desde la creación de un objeto simple hasta llegar a convertirse en medio de trabajo, transporte, conservación y transportación de material.historia regional

No existen datos significativos acerca del origen de la tradición cestera en el valle cochabambino, pero la presencia de las canastas de cañahueca ya datan de principios del siglo XVIII.

En el libro de antología “La tradición en Cochabamba”, el autor Héctor Cossío Salinas narra las costumbres patriarcales de una sociedad incipiente, cuando alguien salía de viaje los preparativos de la travesía se iniciaban semanas antes a la fecha del embarque.

En aquella época los viajeros conformaban grandes caravanas, que partían a lomo de mula o jaladas por bestias. Según el relato los viajes a La Paz, a Oruro, a Cochabamba, Sucre, Potosí, Tupiza o incluso Antofagasta se trataban de grandes expediciones peligrosas, tal vez tan arriesgadas como las que realizaban hacia los polos del globo y lo que más se transportaba eran productos de consumo, los que eran llevados en cestos de diferentes tamaños y formas.

Con la llegada de la modernidad y del tren a Cochabamba en 1917 y con el arribo de la primera locomotora proveniente del altiplano, solo cambió el medio de transporte, incluso la producción de cestas se incrementó. Es que hay que recordar que el valle cochabambino se encargaba de proveer de fruta y verdura al occidente del país.

Artesanía viva

Al principio el arte de la cestería era muy simple, pero fueron desarrollándose diferentes patrones y la alternancia de material rígido y flexible amplió el campo de diseño, fue así como se crearon diferentes técnicas, las que fueron aplicadas para todo tipo de diseños o productos que iban de acuerdo al uso del hogar.

Al ser la cestería un producto tan requerido por toda la población, los habitantes de la localidad de Vinto en Cochabamba, comenzaron a convertirse en verdaderos expertos y además se consolidaron como los proveedores del producto a nivel nacional.

Daniel López Ortega, de 62 años, miembro del Sindicato de Cesteros de Vinto, afirma que sus conocimientos le fueron heredados de sus padres, abuelos y tatarabuelos; y que a su vez los artesanos actuales están transfiriendo los conocimientos del oficio a sus hijos y nietos.

Según los recuerdos de López Ortega, anteriormente el producto, es decir la cañahueca, se encontraba tranquilamente por este sector, en cambio ahora deben salir de su comunidad y buscarla, incluso por tres días, en Viloma, Cala Cala, Payacaya, Puyacollo, Suticollo, Caramarka, Tiquipaya y otras regiones de la Llajta.

Con el tiempo se fue incorporando otro tipo de materiales vegetales. Ahora existen canastas de tacuara, sausau y mimbre; cada uno tiene su estilo y su método de tejido.



 En la actualidad se creó un nuevo mercado que son los canastos para arreglos florales y también las miniaturas en mimbre para usarlos como base de recuerdos de eventos sociales. Ambos están nutriendo el flujo y la rotación del producto a nivel nacional; sin dejar de mencionar los productos tradicionales, canastas en diferentes tamaños y modelos, cestos para ropa, hueveras, revisteras, pedestales de flores y mucho más.

Marlene Choque afirma ser la hija del creador de las artesanías con Tacuara, Abrahán Choque, quien motivado por ayudar a su hijo con la creación de un volantín comenzó a utilizar dicho material y ahí pudo ver su flexibilidad.

La mayoría de estos objetos se inicia con la creación o copia del diseño y luego se teje el modelo que es puesto a consideración de los habitantes.

“Los mismos vendedores traen diferentes modelos de cestas importadas, que son mucho más caras, que el costo final al elaborarlos con material de cestería”, asegura Marlene Choque.

Manos a la obra

Para comenzar a crear estos diseños solo se necesita contar con la materia prima, cuchillos afilados, paciencia, técnica y manos a la obra.

La tarea se inicia con el cuchillo, pues con éste se comienza a crear las barrillas de los diferentes materiales, los que son laminados de acuerdo al grosor y tamaño que el artesano requiera.

Posteriormente estas láminas se ponen al remojo por algunas horas, hasta que logren hidratarse y su manejo sea más flexible para el tejido manual.

Luego de pasar por el proceso del tejido, las piezas son pintadas con nogalina y luego de un breve secado al sol, las piezas son acabadas con el colocado de una mano de barniz.

Hay que reconocer que esta artesanía tiene un amplio mercado de consumo, puesto que hasta ahora la mayoría de las encomiendas al interior del país se las realiza en cesto.

“Nosotros mandamos nuestra producción a diferentes departamentos. En época de alta demanda salen camiones y camiones desde Vinto y van hasta Potosí, La Paz, Santa Cruz”, asegura Marlene Choque Orellana.

Producto ecológico

Hay que mencionar que lamentablemente el uso del plástico, en sus diferentes variedades está aminorando el consumo de la cestería.

“Antiguamente era un muy buen negocio porque la canasta era un objeto de primera necesidad, ya que todas las amas de casa se dirigían al mercado con sus cestos y sus hueveras . Hoy, lamentablemente las canastas fueron dejadas de lado por el ingreso la bolsa plástica como sustituto”, afirmó Daniel López Ortega.

Para finalizar, Marlene Choque asegura que su los productos de cestería son bondadosos con el medio ambiente, ya que al terminar su vida útil se degradan y mantienen el equilibrio con la naturaleza.