Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:01

TRADICIÓN COCHALA... RIQUEZA Y ARTESANÍA

El legado del sombrero valluno

El legado del sombrero valluno





Moda colonial. La indumentaria de la chola creó una identidad que hasta ahora se mantiene en la memoria colectiva; entre las piezas más importantes está el sombrero de copa alta, que tiene un legado que preservar.

Lejos quedaron las escenas cotidianas, donde cual palomas blancas sobrevolando las cabezas de las damas cochalas, centenares de sombreros de ala ancha, copa alta y cinta negra despuntaban en el valle cochabambino.

Una chola elegante no sólo tenía que preocuparse porque la pollera de tres o cuatro paños, el saco de encaje fino y las mantas combinen a la perfección, sino también en adquirir un buen sombrero, elegante, fino y sobre todo de su región. 

El atuendo de la chola se destacaba por el contraste de los colores, que de una u otra manera revolucionaron la moda de esta clase social; pero el sombrero siempre el mismo, creando así una identidad regional y cultural de Bolivia. 

Una identidad que perdura en el tiempo y que se convirtió en símbolo departamental.

LLEGADA DEL SOMBRERO 

Wilfredo Camacho, investigador sociocultural, afirma que el sombrero de la chola cochabambina es un ícono de la mujer del valle, pero aclarando que este accesorio no era originario. 

“Los originarios de estas tierras no usaban sombreros, su vestimenta estaba completa con un paño en la cabeza, este objeto los protegía del sol y del frío. Con la llegada de los colonizadores se procedió a un despojo de tierras y también de identidad e indumentaria”, asegura Camacho.  

De igual manera Wilfredo Camacho asegura que esto fue casi una imposición pues el Virrey emitió un decreto en el cual prácticamente prohibía el uso o empleo de la indumentaria originaria. Prohibición que dio paso al mestizaje.

Este mismo hecho es valorado por el doctor en Antropología José Antonio Rocha, decano de la facultad de Ciencias Sociales y Antropología de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), quien asegura que el sombrero llegó a estas tierras de manos de los españoles, más o menos entre los siglos 17 y 18, y que la población sufrió una mestización.

“Muchos indígenas cambiaron a esta nueva forma de vestimenta debido a que algunos buscaban tener mayor estatus y el sombrero se convirtió en una práctica muy peculiar en la zona del altiplano y los valles”, aseguró Rocha.

Así paulatinamente la vestimenta originaria fue reemplazada por la moda del mestizaje; que a su vez trajo consigo el surgimiento de artesanos, quienes diversificaron su mano de obra con la confección de polleras, sacos, mantas y por supuesto sombreros.

Era de imaginar que la ropa española era demasiado cara y por ello los cochabambinos se las ingeniaron para poder obtener trajes similares y a menor costo; y claro que el sombrero también tenía que correr la misma suerte.

De acuerdo a la revista electrónica Somos Sur es en este periodo que se empieza a acuñar el término de “cholo”, una conceptualización que se maneja desde la sociedad colonial.

Surge como una definición de aquella persona que se traslada a la ciudad o también cuyo origen procede de la mezcla de un español con un originario y que cambia sus costumbres, sus hábitos de alimentación, de vestimenta, sin perder contacto con su cultura original; y transitando entre el mundo criollo urbano occidental, pero al mismo tiempo vinculado con sus orígenes rurales e indígenas y entre ellas el tipo de vestimenta.

CONFECCIÓN de antaño

Es así como los artesanos comenzaron a especializarse en la fabricación de la ropa para los mestizos. 

El proceso de fabricación del sombrero de chola no se iniciaba y terminaba en un solo artesano, sino que se repartía el trabajo entre dos. Uno que tejía en hilo la base del sombrero y luego el armador le daba la forma final.

Para el tejido del sombrero se utilizaba hilo de algodón. El artesano tejía dando una forma de cono romo invertido hasta llegar al tamaño deseado, con un punteado muy fino. De principio a fin el sombrero era tejido en una sola pieza, llamada “fuste”.

Este fuste se introducía en el molde, -hay que aclarar que cada molde era único, y estas variaban tanto en tamaño como en forma-, jalando de un lado a otro. 

Una vez realizada esta actividad, con ayuda de un trapo húmedo y una plancha caliente se iba dando forma, al tejido de hilo sobre el molde, poco a poco el fuste adquiría la forma del molde. Como último paso se repasaba con cola, a la cual se agrega tiza y azufre.

Esta mezcla es la que le da la dureza. Un proceso que se repite dos y hasta tres veces, se calcula que se utilizaba hasta dos kilos de goma.

Esta mezcla le otorgaba el peso y la contextura final. El sombrero debía secarse un par de días o más dependiendo el clima; pero, antes de llegar a la cabeza de la propietaria el sombrero debía ser pulido y tener una cinta negra.



Tipos y formas 

Tradicionalmente las cholitas sabían qué tipo de sombrero tenían que hacerse confeccionar, puesto que éstos variaban de acuerdo a la región.

De acuerdo a José Antonio Rocha la altura de la copa y el ancho del ala variaban, en la zona de Arani la copa era mediana y el ala era ondulado; por el contrario en Cliza la copa era alta y el ala plana.

Otra de las variantes era Cliza donde se empleaba el sombrero de chola con copa plana, mediano tamaño y ala ancha.  

Además de ellos existía el sombrero lechero, el cual era de mayor tamaño. Y así cada región fue creando su propio estilo de sombrero el mismo que se utiliza en invierno y verano.

USOS Y COSTUMBRES

El sombrero “qhochala” no solo tenía el objetivo de proteger del sol y de los cambios climáticos, sino que existía toda una cultura detrás. El primer dato revelado era la procedencia de la cholita en cuestión, puesto que la forma e incluso el tono del color del sombrero podía revelar el origen de la dama.

El segundo era la información del estado civil de la dama, que era revelado al colocar el sombrero con inclinación al lado izquierdo o derecho.

Al lado izquierdo significaba que la cholita era soltera; pero si estaba a la derecha la dama era casada.

El tercer dato era ver si la muchacha en cuestión estaba soltera y si estaba dispuesta a ser cortejada por el caballero. Si se dejaba robar el sombrero, era positivo. Cuando la cholita recuperaba su sombrero tenía que simular algunas muestras de molestia e incluso dar un golpe suave para dar inicio a la relación.

Por otra parte la calidad del sombrero de chola y la cantidad de ellos era sinónimo de estatus social, pues no todas tenían la economía para adquirir un sombrero para cada fiesta o tener dos de diario. Más aún si se trataba de un evento significativo para la comunidad, como un matrimonio.  

“Las cholas eran muy coquetas y su estatus social lo demostraban en sus prendas de vestir y claro que las mejores galas en ropa tenían que estar acompañadas por sombreros nuevos”, asegura José Antonio Rocha. En cambio las clases sociales más humildes solo contaban con dos sombreros, uno de fiesta y otro de diario, si tenían suerte.

Etapa actual 

En la época moderna es muy raro poder apreciar a las cholitas adornando su cabeza con sombreros tradicionales de ala ancha. En algunas comunidades rurales todavía se puede tener la dicha de observar esta indumentaria y las damas conservan sus sombreros y lo atesoran como una joya; pero en la ciudad la situación cambió drásticamente. Ya no se puede evocar aquella imagen de antaño.

De acuerdo a José Antonio Rocha uno de los problemas podría ser el aspecto económico, puesto que la nueva generación ha cambiado el tradicional sombrero de copa por los sombreros plásticos, de procedencia china, los mismos que cuestan barato. 

Aunque son retocados de manera artesanal para emular los tradicionales; además sustituyeron la cinta tradicional por una flor sintética.

Wilfredo Camacho y su agrupación sociocultural aseguran que tienen varios proyectos para revalorizar el uso del sombrero de chola “qhochala”; y así vuelva a tener el brillo y la importancia de antaño.