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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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El Lanthimos “depurado” de The Favourite

Crítica del filme que se proyecta en cines locales
El Lanthimos “depurado” de The Favourite


Entre otras cosas, The Favourite, la nueva película de Yorgos Lanthimos, demuestra que, en ocasiones, un cineasta necesita distanciarse de su zona de confort, de sus costumbres y latiguillos fílmicos, para encontrar la verdadera esencia de su obra. En su nuevo retablo sobre la incomunicación humana, el director de Canino y Langosta asordina alguno de los estilemas que le han convertido en uno de los más reputados enfants terribles del cine contemporáneo: adiós al quietismo de sus intérpretes, adiós a la declamación impersonal, adiós a las premisas surrealistas… Y, sin embargo, el nuevo trabajo del autor griego conserva intacta su apuesta por el distanciamiento, que aquí se despliega a través de un opulento y embriagador trabajo de puesta en escena.

Como ya hiciera en algunos pasajes de El sacrificio de un ciervo sagrado, Lanthimos, con la inestimable ayuda del director de fotografía Robbie Ryan –colaborador de la británica Andrea Arnold en Cumbres borrascosas o American Honey–, toma aquí a Stanley Kubrick como padrino estético y espiritual para enrarecer su nueva fábula amoral sobre la corrupción del poder y el precio del deseo. Entre suntuosos travellings, una estructura por capítulos, grandes angulares, sublimes y prolongados fundidos encadenados, efectos de ojo de pez y violentas panorámicas –puro derroche brechtiano–, el director de Alps construye una torrencial sátira social que parece hibridar los imaginarios de Barry Lyndon y Teléfono rojo: Volamos hacia Moscú, aunque el cinismo característico de Kubrick se ve aquí contaminado por el doliente y furioso sentido trágico de The Servant de Joseph Losey.

La acción de The Favourite transcurre en el palacio de la Reina Anne de Inglaterra a principios del siglo XVIII, pero su historia de alianzas y traiciones –al estilo de Juego de tronos, pero con verdadero ingenio– adquiere una dimensión intemporal gracias a un inspirado trabajo con los anacronismos: en los bailes palaciegos, las coreografías las impone la Madonna de Vogue; en la banda sonora conviven Bach, Vivaldi y Elton John; y los diálogos, además de estar abarrotados de soeces contemporáneas (“fucks” por doquier), suenan al son de la comedia screwball de la era dorada de Hollywood, a gran velocidad, siempre al borde del precipicio del absurdo.

En este escenario, tres mujeres más emotivas de lo que podría parecer a simple vista, participan en una contienda de amistades peligrosas: Emma Stone es una joven criada cuyo padre vendió “su coño a un gordo alemán”; Rachel Weisz es la mujer de confianza de la reina, a quién controla como si fuera un títere; y, por último, tenemos a la monarca, Olivia Coleman, probablemente el personaje más fascinante creado hasta la fecha por Lanthimos, que en esta ocasión no firma el guion de la película (que corre a cargo de Deborah Davis y Tony McNamara). Coleman –la hija de Margareth Tatcher en La dama de hierro y la sustituta de Claire Foy como Isabel II en la tercera temporada de The Queen– es la joya de la corona de The Favourite: una figura que, en un principio, se antoja puramente caricaturesca, acongojada por su gordura y atormentada por la mala circulación sanguínea, pero que poco a poco va revelando un complejo universo interior marcado por los traumas, la inmadurez, los anhelos afectivos y los requerimientos autoritarios de su rol monárquico.

The Favourite explora la psicología de sus personajes de un modo relativamente tradicional, al margen del hermetismo y las sombras fantásticas que poblaban hasta la fecha el trabajo de Lanthimos. Sin embargo, lejos de suponer una merma para la originalidad de su obra, el compendio de emociones que experimentan los personajes no hace más que enriquecer el conjunto, sobre todo cuando las vivencias y emociones del trío protagonista se engarzan con las fructíferas subtramas de la película: de las múltiples seducciones a las a las negociaciones para prolongar o acabar con la guerra con Francia, de los complots y traiciones al descubrimiento progresivo de las flaquezas y traumas de los personajes. Así, The Favourite termina brillando como una absorbente y nada evidente exploración de la búsqueda del amor, un severo estudio del modo en que unos anhelos primitivos son destruidos por una estructura social proclive a la corrupción política, la violencia social (¡habemus lucha de clases!) y una endiablada guerra de sexos en la que termina prevaleciendo el todos contra todos.



Periodista