Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 17:49

Trilogía de la frontera: “Ciudades de la llanura”

Sobre el último libro de la serie creada por el escritor estadounidense Cormac McCarthy.
Trilogía de la frontera: “Ciudades de la llanura”



La noche es demasiado oscura y el tiempo ya no es el mismo. Es 1952 y la tierra tampoco es la misma. John Grady Cole y Billy Parham sobrevivieron. No quisieron hacerlo, pero sobrevivieron. Ahora trabajan en un rancho de la frontera de Estados Unidos, cerca está México, cerca de las ciudades fronterizas de El Paso (Texas) y Ciudad Juárez (Chihuahua) (¿lo desconocido?, ¿la muerte?).

Cormac McCarthy cierra su trilogía con Ciudades de la llanura. Utiliza a los personajes principales de Todos los hermosos caballos y En la frontera para cerrar un ciclo. Pero no los temas: la muerte y el mal. El 2005 regresó con No es país para viejos y en la voz del sheriff dice que los tiempos anteriores fueron mejores (se refiere a los tiempos de John Grady Cole y Billy Parham donde el mal tenía un rostro, no un motivo).

John Grady Cole y Billy Parham son sobrevivientes. John Grady Cole sobrevivió al amor y la muerte. En su novela debió matar a un asesino dentro de la cárcel. Era él o el asesino. Eligió vivir y regresó a Estado Unidos. Billy Parham (en su novela) buscó el rastro de su hermano que se hizo leyenda. Y lo encontró muerto y a su mujer perdida por el desierto. Se llevó los restos del hermano menor y decidió regresar a Estado Unidos.

En Ciudades de la llanura los dos deciden entregarse a la destrucción (del cuerpo y de la mente), cada uno a su modo. El título de la novela hace referencia a Sodoma y Gomorra (Génesis 19:29). Muy al estilo de Faulkner, Cormac McCarthy se dedica a explicar el destino de los hombres (aunque el final de todos sea la muerte) a través de sus luchas.

John Grady Cole durante la visita de un prostíbulo conoce a Magdalena, una joven frágil que de vez en cuando sufre de convulsiones. Se enamora y le propone matrimonio. Pero el dueño del burdel también está enamorado de Magdalena. Es lo opuesto a John Grady Cole (¿lo salvaje?, ¿lo incontrolable?).

Cormac McCarthy describe la frontera como un espacio de muerte y donde el Dios, que lo ve todo, dejó de ocuparse de esas tierras. Allí no existe la ley. Allí no existe la esperanza o peor: existe una vaga esperanza como un espejismo. John Grady Cole se aferra a ella, con todas sus fuerzas.

Magdalena es atada a un catre. Y una anciana reza algún salmo mientras mira cómo el rostro se le pone tenso. Los miembros se agitan. Y otras mujeres tratan de calmarla. El dueño del prostíbulo la desea como instrumento. Como objeto. Es un cuchillero experto y no dejará que se vaya.

En una entrevista, Cormac McCarthy dijo: “Soy pesimista, pero no infeliz. No me levanto por las mañanas y gimoteo. Creo que el mundo tiene problemas y que los tiempos que corren son difíciles. No me refiero solo al tema financiero, que estoy seguro preocupa a mucha gente que no puede pagar sus cuentas y tienen hijos que criar. Ahora mismo, son tiempos muy peligrosos para el mundo, no sabemos lo que va a pasar. Si alguien viniese de otro planeta y les enseñásemos una corta versión del siglo XX... es de locos. No hay ninguna razón para pensar que las cosas van a mejorar y que todo acabará felizmente, eso me parece improbable”.

John Grady Cole se bate a duelo con el dueño del prostíbulo. Hablan sobre la muerte. Hablan sobre el destino. Hablan sobre lo inasible. John Grady Cole tiene una herida en el estómago donde se escapa la vida. Pero en un descuido clava el cuchillo en la mandíbula del dueño del prostíbulo. Logre escapar para ver a su amigo Billy. Y la vida se le escapa como todo en ella (¿el amor?, ¿el futuro?).

Periodista – [email protected]