Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 00:00

Un cadáver en la biblioteca

Sobre la novela de 1942 de la afamada escritora inglesa.
Un cadáver en la biblioteca



Digamos que era una noche fría, con viento. Era 1926. Agatha Christie había desaparecido, solo se encontraba su coche al borde de una carretera. Parece el inicio de alguna de sus novelas, pero no lo es. Sucedió así, en realidad. La hallaron 11 días después, en un hotel, bajo el nombre de la amante de su esposo.

Al igual que el Quijote (que enloqueció de tanto leer libros de caballería) o Madame Bovary (que quiso parecerse a las heroínas de las novelas rosa que leía), Agatha Christie se quiso parecer a alguna trama de las historias que escribía (alrededor de 80 novelas y obras de teatro).

La novela que reseñaré es Un cadáver en la biblioteca. Era una mañana sin viento, la noche fue tormentosa. Pero la mañana era tranquila. La sirvienta baja a la biblioteca y encuentra el cadáver de una mujer rubia, de pelo casi blanco, una mujer rubia hermosa y con las uñas cortas.

A finales de 1926, Archie, el esposo de Agatha, reveló que estaba enamorado de otra mujer, Nancy Neele, y solicitó el divorcio. El 3 de diciembre de 1926, Christie y Archibald mantuvieron una discusión y él abandonó su residencia de Berkshire para pasar el fin de semana con su amante en Surrey. Esa misma noche, alrededor de las 21.45, Christie desapareció luego de dejarle una carta a su secretaria donde informaba que estaría en Yorkshire.

Su automóvil, un Morris Cowley, fue encontrado más tarde en Newlands Corner, al lado de un lago cercano a Guildford, junto con prendas de ropa y un permiso de conducir caducado. El hecho provocó una severa conmoción entre sus seguidores y atrajo la atención de la prensa pública. El ministro del Interior, William Joynson-Hicks, presionó a la Policía, y un periódico ofreció 100 libras como recompensa. Más de mil agentes de policía, 15.000 voluntarios y varios aviones rastrillaron e investigaron la zona rural. Sir Arthur Conan Doyle, inclusive, le otorgó uno de los guantes de Christie a un médium para que lograra percibirla.

El cadáver estaba en la biblioteca de un matrimonio viejo. La mujer llamó a su amiga Miss Marple (es un personaje recurrente en las novelas de Agatha Christie, al igual que el detective Hércules Poirot). También llega la Policía. Miss Marple usa el razonamiento, al igual que Sherlock Holmes, para descubrir al asesino.

La desaparición de Christie apareció en la primera plana de The New York Times y, a pesar de la intensa búsqueda, no fue hallada sino hasta 11 días después del hecho. El 14 de diciembre de 1926, fue identificada como una huésped del Swan Hydropathic Hotel en Harrogate, donde figuró registrada como Teresa Neele (el apellido de la amante de su marido) de Ciudad del Cabo.

La escritora no sabía por qué estaba ahí y tampoco fue capaz de reconocer a su marido cuando este llegó a su encuentro, por lo que debió recibir un tratamiento psiquiátrico en Harley Street.

Las cosas se complican (en la realidad y la ficción). El cadáver pertenece a una bailarina, pero jamás tuvo contacto con el matrimonio viejo. Y aparece otro cadáver, el de una joven que está dentro de un coche en llamas. En el pueblo nunca habían ocurrido ese tipo de asesinatos.

Christie nunca dio explicaciones con respecto a su desaparición.

El autor Jared Cage entrevistó a múltiples testigos y familiares de la escritora para su libro biográfico Agatha Christie y los 11 días perdida, y una gran cantidad sugirió que la escritora llevó a cabo su desaparición intencionalmente para avergonzar a Archibald, sin imaginar la notoriedad pública que tomaría el hecho.

Así se resuelve la realidad: a través de la ficción.

Periodista – [email protected]