Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 03:42

And the Oscar goes to…

El equipo de la RAMONA ofrece una revisión de las nueve cintas que pugnan en la categoría principal (Mejor Película) de los premios de la Academia, que se entregarán esta noche, desde las 21.00 (hora boliviana) en Hollywood. Invitamos asimismo a nuestros lectores a comentar el desarrollo del acontecimiento en nuestro sitio de Facebook Ramona Cultural.
And the Oscar goes to…



The Post

Steven Spielberg

A sus 71 años, Steven Spielberg parece haber alcanzado una madurez creativa que ya quisieran siquiera imitar tantos pelafustanes que se hacen pasar por cineastas en Hollywood. Puede reclamársele muchas cosas al director de Tiburón, pero en ningún caso podría cuestionarse su solvencia a prueba de fuego a la hora de ponerse detrás de cámaras. Y de ello habla la diversidad de sus más recientes filmes: del thriller de Puente de espías al divertimento infantil de The BFG, del drama histórico de The Post a la ciencia ficción de Ready player one. Es a su faceta de historiador, acaso la que más cabe seguir y celebrar, que pertenece The Post, el filme que narra la trama periodística que le permitió al Washington Post sacar a la luz los llamados Papeles del Pentágono, unos documentos clasificados sobre las mentiras políticas que urdieron los gobernantes de EEUU para alargar la Guerra de Vietnam.

Ungido –y con justicia- como un clásico moderno del cine sobre periodismo, The Post es una obra que, en efecto, dignifica el que solía publicitarse como el mejor oficio del mundo. Se ajusta al subtipo de filmes que emparentan la figura del periodista con la del héroe, enfrentado a un villano poderoso, que en este caso es la administración de Nixon. Un guiño nada casual, por cierto, para los Estados Unidos de hoy, en los que gobierna un presidente tan confrontado con los medios y el periodismo como el que cayó por el caso Watergate. Pocos directores tan dotados como Spielberg para darle carne cinematográfica a la épica periodística de Katharine Graham (Meryl Streep) y Ben Bradlee (Tom Hanks), propietaria y director del Post que, acicateados por una cohorte de periodistas y abogados, se enfrentaron al poder político y judicial de EEUU para reivindicar el derecho a publicar informaciones que vayan a favor de los gobernados y no de los gobernantes. Una sentencia tan ñoña que solo alguien del oficio del director de ET podría convertir en una cinta atrapante y apasionante, en la mejor estela del cine clásico. Y es que si Eastwood es el digno heredero de John Ford, no sería descabellado pensar en Spielberg como el sucesor más meritorio de Frank Capra. (Santiago Espinoza Antezana)

Three Billboards outside Ebbing, Missouri

Martin McDonagh

Tres anuncios por un crimen (2017) de Martin McDonagh -Three Billboards outside Ebbing, Missouri en el original- trata sobre los personajes principalmente, y para eso se ha rodeado de los mejores: Frances McDormand (la tercera pieza del clan de los Coen), que interpreta a Mildred, la furibunda madre de la hija asesinada; Woody Harrelson, el sheriff Bill Willoughby; y un inmaduro, violento, racista y enternecedor Sam Rockell, que interpreta al oficial Jason Dixon, ayudante del Sheriff.

Como un guiño torcido o un chiste oscuro, todo empieza, como muchas cosas empiezan hoy en día, con una publicación. Pero no en el Facebook, en la prensa o en Twitter, sino en tres vallas de anuncios que Mildred alquila para reclamar al departamento de Policía y al Sheriff su falta de efectividad en la investigación para encontrar al asesino y violador de su joven hija. Hecho que ha dejado en ella un monstruoso dolor que solo puede manifestarse como furia. Entonces, la madre aquí se convierte en la justiciera, en la John Wayne del pueblo y, como Wayne, es temida, es perseguida, es traicionada. Pero, la entereza, inteligencia e imaginación en su batalla la llevará a conseguir importantes aliados al final.

De hecho, McDormand se inspiró, para construir su personaje, en la figura de John Wayne, en su forma de caminar, en su épica y en la manera contundente de mostrar sus emociones. Y a su vez, el director McDonagh construyó este papel para Frances, pero inspirado en Wayne (…).

No se me ocurriría caminar a lo John Wayne y tomar la justicia por mis propias manos, quizá se me ocurrirían peores cosas. No sé.

Es la película de cowboys de este año, pero también es algo más.

Es elevar el nivel de conversación sobre el abuso. No solo contra las mujeres, que tan en boga está el tema, sino contra las familias, los de otras razas, los vecinos, contra uno mismo. Tres anuncios para un crimen es la prueba de que el abuso cometido a uno es el abuso cometido a todos y que, mientras más oculto, más grande el abuso. Y de que, ante el abuso, está la palabra. (Alba Balderrama)

La forma del agua

Guillermo Del Toro

La forma del agua, la nueva película del mexicano Guillermo Del Toro (Guadalajara, 1964), es una de las grandes candidatas a arrasar con los premios Oscar 2018 y es que cualidades no le faltan, aunque bien sabido es que no todo lo que brilla es oro.

Lo primero que llama la atención, apenas transcurridos los primeros minutos del metraje, es la inmersión visual que provoca una fotografía (Dan Laustsen), con una paleta verde azulada que marca la pauta general del filme, semejando no solo los colores que podríamos hallar en el vientre de un coral marino o alguna laguna sagrada en cercanías del Amazonas, sino también sus texturas y temperaturas.

Es así que, en primera instancia, La forma del agua es un deleite para la vista, a pesar de que por momentos esta saturación verdosa provoque una reacción más visceral que emotiva. Esta paradoja quizás sea la tesis principal planteada por Del Toro: cómo nos enfrentamos al hábitat de quien parece ser completamente distinto a nosotros, cómo nos acercamos al otro y qué posibilidades hay de compartir un espacio en común, de amar en esa aparente diferencia/distancia.

Pero la cámara no se limita a registrar esta atmósfera onírica y por momentos asfixiante. También se desplaza con cadencia, como intentando liberarse de sus ataduras cromáticas, guiada por el compás de una banda sonora (con la firma de Alexander Desplat, viejo conocido de genios de la talla de Wes Anderson) que contrasta las imágenes, su aspecto mohoso y enfermizo, aplacando sua crudeza y frialdad dándoles un aire conmovedor, casi bucólico.

Y es que antes que una película perteneciente a la ciencia ficción o algún subgénero del terror, La forma del agua es, simple y llanamente, sin mayores pretensiones, una comedia romántica. Una aventura amorosa que de ninguna forma pretende salirse del molde de la industria. Este no es un reclamo, de ningún modo, reafirmando que el cine también puede ser entretenimiento y pretexto para unos buenos arrumacos. De ahí que no se entienda que cierta crítica le exija a Del Toro códigos de un cine más reflexivo y experimental que pocas veces tiene cabida en las pomposas galas de los Oscar. (Mijail Miranda Zapata)

Call me by your name

Luca Guadagnino

Aclamada desde su estreno en la Berlinale del año pasado, Call me by your name es una película que ha ido ganándose el favor de la crítica de forma casi unánime, pero que también ha sabido conquistar a públicos heterogéneos. Nada despreciable para una obra que, de entrada, tiene bien colgado el cartel de temática homosexual. Si hasta alguno ya lo ha catalogado como un clásico del cine queer. Pero, lo cierto es que la obra, dirigida por el italiano Luca Guadagnino y escrita por el veterano James Ivory, puede y debe valorarse más allá de su utilitaria pertenencia a un tipo de cine cuya dimensión militante bien puede opacar sus cualidades creativas.

Como en sus anteriores filmes (Yo soy el amor, A bigger splash), Guadagnino elige un microespacio social, la aristocracia, y otro geográfico, la campiña, para explorar en las complejidades y suntuosidades sentimentales de sus personajes. Pero, si los anteriores eran relatos que se desenlazaban en tragedias, por la fuerza destructiva del deseo, en Call me by your name hay una mirada más amable y menos enjuiciadora de las elecciones amorosas de sus criaturas. Unos sorprendentes Timothée Chalamet y Armie Hammer protagonizan esta historia del despertar amoroso y sexual de Elio -al que da vida el primero de los actores- un adolescente de clase alta y familia erudita, que se enamora del asistente de su padre, un prominente historiador del arte.

Basada en la novela homónima de André Aciman, la cinta se prodiga en una exploración desenfadada del erotismo del cuerpo masculino, pero sin llegar al exhibicionismo. Sin embargo, una lectura más abarcadora podría también permitirnos pensar a Call me by your name como una obra que captura y medita sobre ese deseo voraz que atraviesa la adolescencia y la juventud, un deseo que es sexual, pero no solo, pues se extiende también al conocimiento y al paisaje. El hambre de conocer(se) y reconocer(se) al/en el otro, desde su cuerpo, pero también desde los espacios que recorre, los libros que lee, las canciones que escucha y baila o las formas en que ama y es amado. (Santiago Espinoza Antezana)

Las horas más oscuras

Joe Wright

Qué duda cabe, la historia la escriben los ganadores. Y, aunque pinten cuadros incompletos o que chorrean chauvinismos, no dejan de haber entre los relatos de los vencedores obras que trascienden discursos por su calidad artística. Las horas más oscuras, del director londinense Joe Wright (Expiación, Anna Karenina), es una de ellas.

Cuenta el ascenso al poder, a inicios de los 40, del que a la postre fue uno de los mayores estadistas del planeta, Winston Churchill. El filme se centra en un pasaje crucial de la Segunda Guerra Mundial, cuando el líder inglés tuvo que decidir si buscar la paz con la Alemania nazi o luchar por la independencia de su país y contra ese totalitarismo que amenazaba a la humanidad entera.

El que tal vez sea el retrato definitivo del también periodista, gran orador y el único Primer Ministro británico galardonado con el Premio Nobel de Literatura es un portento sobre todo por la interpretación de Gary Oldman (The Dark Knight, JFK). Tras una total transformación que es otra prueba de su multifacetismo, el actor encarna de modo notable el carácter adusto y sin embargo tan carismático del político. No en vano Las horas más oscuras (candidata a seis Oscar, ente ellos el de Mejor Película) tiene esta noche en Oldman su más segura estatuilla.

Son ciertamente emotivos varios pasajes de esta cinta que, tal como se planteó la temporada cinematográfica, llega a ser una suerte de precuela de Dunkirk (Christopher Nolan), que narró el rescate de soldados ingleses de una isla. Es a propósito de este episodio bélico que en el filme de Wright escuchamos de nuevo el memorable discurso que subraya: “Lucharemos hasta el final”. (Sergio de la Zerda)

El hilo fantasma

Paul Thomas Anderson

El hilo fantasma es un relato tan sofisticado y bello como su nombre. Habla del amor, pero de ese momento en el que entra en juego el poder, el ego e incluso el instinto de supervivencia. Como su personaje principal, Reynolds Woodcock, Paul Tomas Anderson va armando la trama de manera meticulosa y elegante, colocando frases escondidas en las texturas de la imagen. A esto acompaña el excelente trabajo de Daniel Day-Lewis, de quien, a estas alturas, se ha dicho todo, y que ha encontrado un interesante contrapunto con la coprotagonista, Vicky Krieps, una grata sorpresa. Su rostro conmueve desde la primera toma. En esta historia abundan las mujeres metódicas, discretas, sumisas y a la vez tenaces. Todas rodean a Reynolds, y hay quien puede ver en el desenlace una especie de voz feminista, aunque es definitivamente un diálogo muy bien cuidado, entre la masculinidad y la feminidad. Anderson puede crear puestas en escena portentosas, visual y narrativamente, y, al mismo tiempo, dotar de intensidad un diálogo, captar la fuerza de las miradas y el ritmo de sus actores, ambas características se presentan en El hilo fantasma, la segunda más que la primera, ya que la historia exige intimidad, los espacios se van reduciendo, el detalle cobra fuerza. La última película de Day-Lewis (según él actor) es también una muestra de destreza con pocos recursos, sutil como la confección de un vestido de alta costura, todo cierra, todo encaja a la perfección. (Luis Brun)

Lady Bird

Greta Gerwig

La sinceridad y la melancolía abundan en esta película, sutil e intensa al mismo tiempo. Evidentemente femenina, recorre los caminos comunes de las historias de adolescentes incomprendidos, pero sin temor y con mucha inteligencia los rompe y redefine para conmovernos y decir algo más importante: eso llamado hogar puede ser la familia, o el lugar donde crecimos, es el inevitable espejo donde finalmente nos definimos, donde volvemos incluso sin querer, aunque sea metafóricamente. Por eso el tono melancólico en Lady Bird, no solo porque el personaje Christine McPherson (Saoirse Ronan) sea una especie de alter ego de Greta Gerwig, la directora, sino porque, en sí mismo, el mundo que construye la película nos habla de un quiebre, de cosas que se van perdiendo y no se podrán recuperar, y también de otras de las que es difícil escapar. De ahí que es clave el nombre, el nombre con el que ella se “rebautiza” y el nombre que le dieron sus padres, una inevitable analogía religiosa. Lady Bird se desarrolla en un Estados Unidos post 11 de septiembre y en los inicios de una dura crisis económica, algo que se relaciona muy bien con la crisis que tiene la familia de Christine. Es en este marco que Gerwig construye personajes entrañables y complejos, que no comulgan con el estereotipo en ningún momento, prueba de ello es la diversa y en el fondo desacomplejada mirada que tiene de la religión y también de la sexualidad masculina. Ningún interés romántico aparece para solucionar las cosas; de hecho, aunque con menos estridencia, el final es igual de sorprendente y contundente que la genial secuencia inicial. (Luis Brun)

Get out

Jordan Peele

Chris (Daniel Kaluuya) y Rose son una pareja que van a pasar el fin de semana en la casa de los padres de ella. Ellos no conocen al novio de su hija y él está nervioso porque no saben que es negro. ¿Hay algo más aterrador que ser un hombre negro en los Estados Unidos hoy? Si tuviéramos que encajar a Get out dentro de un género tendría que ser el de terror, pero con un trasfondo social que denuncia todos los males de la reaparición del movimiento supremacista blanco. En su debut directorial, con su propio guion, Peele destaca juntando todos los elementos cinematográficos para crear tensión de inicio a fin y generar conciencia. La dirección de actores es excepcional, con una Catherine Keener y Kaluuya excelentes. El realizador estadounidense aprieta todos los botones correctos para lograr una provocativa mezcla de sustos con una narrativa inteligente. (Andrés Rodríguez)



Dunkirk

Christopher Nolan

La tensión comienza desde el minuto uno y no se detiene hasta que los créditos aparecen en Dunkirk. Es un logro monumental, un filme épico de asombroso espectáculo visual de la Segunda Guerra Mundial, que golpea como un disparo directo al corazón. Basada en eventos en la primavera de 1940, se lleva a cabo en una playa francesa donde 400.000 solados británicos y aliados en retirada quedaron varados a la intemperie, esperando ser evacuados a Gran Bretaña, a solo 46 kilómetros de distancia, cruzando el Canal de la Mancha, mientras los aviones alemanes disparan a discreción. Con diálogos minimalistas, la cinta enriquece la textura de la imagen, mientras la música de Hans Zimmer intensifica la ansiedad, con ruidos metálicos, tic-tac de relojes y zumbidos de cuerdas de violín frotando los nervios. Sin sentimentalismo o santificación, Nolan eleva el género bélico al nivel del arte. (Andrés Rodríguez)