Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:00

El doble animal

En este ensayo se ejercita una reflexión sobre “el doble”, a partir del cuento Un fenómeno inexplicable, del escritor argentino Leopoldo Lugones. En el desarrollo se revisan rápidamente algunas obras de la literatura que manejan esta noción.
El doble animal



Dicen que si ves a tu doble es señal de que morirás.

Dicen que uno nace con un doble, un gemelo, un par idéntico escondido en algún lugar del mundo. Dicen que es mal augurio cuando algún conocido lo ve, y que es el fin cuando uno se encuentra con el suyo. Lo dice la mitología nórdico-germana, y ha bautizado a este doble con el nombre de Doppelgänger. La sola idea de que exista una persona que somos y no somos resulta en si misma siniestra, y se llega a entender el porqué la creencia popular afirma que este encuentro significaría la muerte, el fin de un microcosmos.

Sin importar si esto es verdad o no, esta situación, el Doppelgänger, ha sido un tema del cual la ficción se ha servido para producir historias, jugando con las posibilidades del doble en la literatura y en el cine. Son bastantes los resultados producidos y distintas las posibilidades de juego entre dos seres que son correspondientes el uno al otro, estos dos seres que son y no son el mismo.

Los encontramos en clásicos como los gemelos de Plauto. Los encontramos en canónicos como El doble de Dostoievski. Los encontramos en contemporáneos como Figth Club de Chuck Palahniuk . Los encontramos en películas como Strangers on a train de Alfred Hitckcock o Black Swan de Darren Aronofsky. Estos no son más que ejemplos tomados de una gran variedad.

En aspectos teóricos, René Girard ha creado un concepto que hace posible la existencia real de un doble sin que sea un elemento exclusivo de la mitología nórdica, proponiendo la teoría del deseo mimético, una teoría que propone que el deseo humano se da por imitación, y nunca es directo al objeto de deseo, y esto entablaría una situación de dobles.

Pero más allá de este intento de racionalizar y teorizar sobre el Doppelgänger, es innegable que esta categoría nos afecta cruzando la razón, y se instaura en un punto medio, queriendo ser ciencia sin serlo. Esto podría observarse en el cuento Un fenómeno inexplicable, de Leopoldo Lugones, cuento en el cual este texto basa la idea que se quiere proponer.

En el cuento los personajes, un huésped viajero y un anfitrión inglés, comparten una charla que comienza ligada a una ciencia oficial –ambos eran homeópatas–, y acaba abordando temas de una ciencia no oficial, una ciencia libre, sin capilla y sin academia; una ciencia que trata de ordenar, clasificar y nombrar con carácter científico fenómenos y elementos que están un poco más allá de lo nombrable, de lo clasificable, de lo científico. Estos dos personajes ponen su ciencia al nivel de la metafísica, de la parapsicología, del espiritismo, y esperan que, como la ciencia oficial a la que pertenecen, esta ciencia no oficial les dé respuestas.

Razonamiento que no es del todo ingenuo. Al final, tanto la ciencia oficial como la ciencia no oficial dependerán de la fe que se tenga en ellas.

El anfitrión británico confiesa al huésped homeópata que en cierta ocasión decidió buscar a su doble y se desdobló para hacerlo, para verse desprendido de su cuerpo. Este trance de duermevela es el favorito de los relatos y mitos para la manifestación del doble, pues se trata de un estado que va más allá de la conciencia misma, un estado en el que sólo se manifiestan cosas subconscientes, esencias puras. Por ejemplo, El doble, novela de Dostoievski, comienza con el trance del despertar de Goliadkin, en Figth club el narrador parece un terrible insomnio que le imposibilita diferenciar lo onírico de lo real.

Alguna vez me encontré en este estado con la imagen del novio de mi ex, y me aterrorizó pensar que se tratara de mi doble. Peleamos toda la noche y me forcé a despertar por miedo a enloquecer.

Cuando el personaje del cuento realiza esta operación y logra separarse de su cuerpo, encuentra que su doble es una bestia. Un mono que no lo abandona, y a través del cual vive. Este gesto es similar al del narrado en la novela de Stevenson El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, en el que el doble del doctor es una bestia que toma posesión de él para satisfacer así sus bajos apetitos.

Si el caso del doble está más allá del deseo mimético, si está más allá de una similitud física y mental exacta y cae en la similitud bestial subconsciente con algún animal, esto es probablemente porque al final, sin importar cuanta ciencia o pseudociencia queramos hacer al respecto, cuanta teoría que trate de separarnos de lo animal, instintiva y subconscientemente no nos alejamos de una naturaleza salvaje. Aquello “real”, según el psicoanálisis.

He ahí el doble y porqué encontrarlo significa un fin.

A esa naturaleza instintiva, subconsciente, que hace que el doble sea una bestia, no le importa la construcción teórica que lo define como bestia, no le importa la ciencia oficial o no oficial, verdadera o falsa con la que se ha construido la aproximación a su doble racional. Y si al doble “bestia” no le importa, nos encontramos con una muerte del racional. Una vez que descubrimos a ese doble animal, por más que intentemos siempre encontraremos algo absurdas todas nuestras construcciones, todas aquellas que estén más allá de lo instintivo.