Tres poemas de Ricardo Jaimes Freyre (2)
Publicamos la segunda parte de una selección de tres obras desconocidas del gran bardo boliviano, escritas a temprana edad.
01 de octubre de 2017 (18:51 h.)
Aunque los poemas que presentamos en esta sección sean composiciones de juventud, habría que notar no solamente la impresionante madurez de un jovencísimo Ricardo Jaimes Freyre, que por aquel entonces tendría unos escasos 17 años, sino también la fuerte presencia de motivos que serán esenciales para el modernismo.
Se considera que este movimiento literario, fundamental para las letras latinoamericanas, nace junto con la Revista azul (1894-1896) en México y la Revista de América (1894) en Buenos Aires, sin embargo estos textos permiten cuestionar esta tradicional periodización y nos llevan a interrogarnos sobre un modernismo temprano que, quizás, tenga sus raíces más profundas en la Bolivia decimonónica.
Pasión# 1
Bajo el océano impetuoso
y estrelle su incierta furia,
en las playas que visciera [sic]
la primavera fecunda;
Retumbe el trueno sombrío
y esconda su faz la luna
al contemplar del relámpago
la viva luz que fulgura;
Tras violentas sacudidas
tronos derriben las turbas
y los altares profanen
entre sacrílegas luchas;
Los funerarios cipreses
alcen sus ramas desnudas,
cual silenciosa plegaria
en el borde de una tumba;
Eleve la mente humana
pedestales a la duda,
y a la antorcha del ateo
ilumine nuestra ruta;
El fuego de las pasiones
mantenga en perpetua lucha
la poesía del alma
contra la materia impura;
No en el fragor del combate
busca inspiración mi musa,
ni el terrorífico estruendo
de la extremecida [sic] natura;
La soledad y el silencio,
la claridad de la luna,
las flores de la pradera
que el tibio ambiente perfuman;
Las dichas puras del alma,
el amor que es la ventura,
el sentimiento que brota
de una mirada profunda;
Eso inspira al arpa mía,
mil endechas de ternura,
que en sus giros lleva el viento
al sol que mi senda alumbra;
A la que absorbe mi vida
llena de esperanzas y dudas
y me hace entrever el cielo
entre nubes de oro y púrpura
A la que mi pecho adora
y a mi alma de dicha inunda,
a la que encierra en sus ojos
un poema de ventura;
Si el corazón me desgarra
del dolor la mano aguda,
si me ataca el desaliento
que el odio y maldad procuran;
Si espinas en mi camino
colocó una mano injusta,
y al pasar mi dolorida
frente, envenenadas punzan;
Mi arpa soñadora eleva
mil endechas de ternura,
que en giros lleva el viento
al sol que mi senda alumbra.
A ella dirijo mis cantos
porque ella inspira mi musa,
y es la flor más hechicera
del jardín de mi ternura.
La Paz, 1883.
Al gran poeta Gaspar Núñez de Arce# 2
¡Alienta, oh poesía! ¡No del mundo
entre el ciénago inmundo
desaparecer verás tu imagen santa,
alienta que en el pérfido combate
ni se humilla ni abate
el que tu impulso celestial levanta!
Alienta que en la hora postrimera
como el ave agorera,
del mundo entre las ruinas pavorosas
Aun vivirás cuando el postrer latido
del corazón vencido
se pierda entre el silencio de las fosas.
Ya no eres, no, la tímida doncella
que al fulgor de una estrella
o ante el pálido rayo de la luna,
vagaba por los campos temerosa
de la pasión fogosa
que la materia a la ilusión aduna.
Te ha tornado el combate grande y fuerte,
ni humillada ni inerte
te ve el siglo prosaico y corrompido,
que el delirio te llama y no comprende
que aquel que no te vende
en la lucha jamás será vencido.
Aún hay mortales que con fuerte mano
del corazón humano
rasgan el velo material y doble
y su senda ignorar recorriendo,
sus fibras conmoviendo
lo turnan a su impulso grande y noble.
Aun hay un hombre en cuya frente brilla
el fuego sin mancilla
del inspirado genio del poeta;
sufriendo de los tiempos el embate
su acento en el combate
prestará fuerzas al cansado atleta.
¿Por qué, ¡oh gran vate!, el miserere cantas
si con tu voz levantas
las mismas ruinas que lloró tu lira?
¿No ves que de tu genio los fulgores
van sembrando con flores
ese mismo desierto que te inspira?
Todo abarca tu musa. Enamorada
a la dicha pasada
canta llorando en su inmortal Idilio
y entre el amor, el llanto y la esperanza
tan dulce lira alcanza
el florido laurel del gran Virgilio.
En confuso tropel las mil pasiones
envidias y traiciones
rabia y dolor y muerte y desventura
en el fondo sombrío se divisan
del cuadro que improvisan
el Vértigo sangriento y la locura.
Del bardo inglés el último lamento,
su conmovido acento
su adiós postrero y su postrer saludo
arranca de tu lira vibraciones
cuyos acordes sones
retratan su dolor perenne y mudo.
¡Oh, gran poeta! De tu lira brota.
como inspirada nota
del concierto divino, la esperanza
y ya es el huracán enbravecido
ya el doliente gemido
del que algo espera que jamás alcanza…
¡Oh, lid eterna! ¡Bárbara porfía
de la noche y el día!
¡Del alma que comprende su grandeza
y el áspid mordedor del desencanto!–
¡paso al sublime canto!
–Visión de Fray Martín…
la lucha empieza.
¡Lucha con un deber grande y sagrado
“sediento, devorado
por impuras pasiones y deseo”,
imagen fiel de la conciencia humana
cuya luz soberana
arrancó de los cielos Prometeo!
¡Oh, Núñez de Arce! ¡La severa historia
sus páginas de gloria
prepara ya para escribir tu nombre,
y el son, eternamente, de tu lira,
la masa que te inspira
conmoverán el corazón del hombre!
La Paz, junio de 1883.
Literata - [email protected]
# # 1 Las verdades, sábado 2 de junio de 1883.
# # 2 Las verdades, martes 12 de junio de 1883. Gaspar Núñez de Arce (1834-1903) fue uno de los principales representantes del romanticismo español.
Se considera que este movimiento literario, fundamental para las letras latinoamericanas, nace junto con la Revista azul (1894-1896) en México y la Revista de América (1894) en Buenos Aires, sin embargo estos textos permiten cuestionar esta tradicional periodización y nos llevan a interrogarnos sobre un modernismo temprano que, quizás, tenga sus raíces más profundas en la Bolivia decimonónica.
Pasión# 1
Bajo el océano impetuoso
y estrelle su incierta furia,
en las playas que visciera [sic]
la primavera fecunda;
Retumbe el trueno sombrío
y esconda su faz la luna
al contemplar del relámpago
la viva luz que fulgura;
Tras violentas sacudidas
tronos derriben las turbas
y los altares profanen
entre sacrílegas luchas;
Los funerarios cipreses
alcen sus ramas desnudas,
cual silenciosa plegaria
en el borde de una tumba;
Eleve la mente humana
pedestales a la duda,
y a la antorcha del ateo
ilumine nuestra ruta;
El fuego de las pasiones
mantenga en perpetua lucha
la poesía del alma
contra la materia impura;
No en el fragor del combate
busca inspiración mi musa,
ni el terrorífico estruendo
de la extremecida [sic] natura;
La soledad y el silencio,
la claridad de la luna,
las flores de la pradera
que el tibio ambiente perfuman;
Las dichas puras del alma,
el amor que es la ventura,
el sentimiento que brota
de una mirada profunda;
Eso inspira al arpa mía,
mil endechas de ternura,
que en sus giros lleva el viento
al sol que mi senda alumbra;
A la que absorbe mi vida
llena de esperanzas y dudas
y me hace entrever el cielo
entre nubes de oro y púrpura
A la que mi pecho adora
y a mi alma de dicha inunda,
a la que encierra en sus ojos
un poema de ventura;
Si el corazón me desgarra
del dolor la mano aguda,
si me ataca el desaliento
que el odio y maldad procuran;
Si espinas en mi camino
colocó una mano injusta,
y al pasar mi dolorida
frente, envenenadas punzan;
Mi arpa soñadora eleva
mil endechas de ternura,
que en giros lleva el viento
al sol que mi senda alumbra.
A ella dirijo mis cantos
porque ella inspira mi musa,
y es la flor más hechicera
del jardín de mi ternura.
La Paz, 1883.
Al gran poeta Gaspar Núñez de Arce# 2
¡Alienta, oh poesía! ¡No del mundo
entre el ciénago inmundo
desaparecer verás tu imagen santa,
alienta que en el pérfido combate
ni se humilla ni abate
el que tu impulso celestial levanta!
Alienta que en la hora postrimera
como el ave agorera,
del mundo entre las ruinas pavorosas
Aun vivirás cuando el postrer latido
del corazón vencido
se pierda entre el silencio de las fosas.
Ya no eres, no, la tímida doncella
que al fulgor de una estrella
o ante el pálido rayo de la luna,
vagaba por los campos temerosa
de la pasión fogosa
que la materia a la ilusión aduna.
Te ha tornado el combate grande y fuerte,
ni humillada ni inerte
te ve el siglo prosaico y corrompido,
que el delirio te llama y no comprende
que aquel que no te vende
en la lucha jamás será vencido.
Aún hay mortales que con fuerte mano
del corazón humano
rasgan el velo material y doble
y su senda ignorar recorriendo,
sus fibras conmoviendo
lo turnan a su impulso grande y noble.
Aun hay un hombre en cuya frente brilla
el fuego sin mancilla
del inspirado genio del poeta;
sufriendo de los tiempos el embate
su acento en el combate
prestará fuerzas al cansado atleta.
¿Por qué, ¡oh gran vate!, el miserere cantas
si con tu voz levantas
las mismas ruinas que lloró tu lira?
¿No ves que de tu genio los fulgores
van sembrando con flores
ese mismo desierto que te inspira?
Todo abarca tu musa. Enamorada
a la dicha pasada
canta llorando en su inmortal Idilio
y entre el amor, el llanto y la esperanza
tan dulce lira alcanza
el florido laurel del gran Virgilio.
En confuso tropel las mil pasiones
envidias y traiciones
rabia y dolor y muerte y desventura
en el fondo sombrío se divisan
del cuadro que improvisan
el Vértigo sangriento y la locura.
Del bardo inglés el último lamento,
su conmovido acento
su adiós postrero y su postrer saludo
arranca de tu lira vibraciones
cuyos acordes sones
retratan su dolor perenne y mudo.
¡Oh, gran poeta! De tu lira brota.
como inspirada nota
del concierto divino, la esperanza
y ya es el huracán enbravecido
ya el doliente gemido
del que algo espera que jamás alcanza…
¡Oh, lid eterna! ¡Bárbara porfía
de la noche y el día!
¡Del alma que comprende su grandeza
y el áspid mordedor del desencanto!–
¡paso al sublime canto!
–Visión de Fray Martín…
la lucha empieza.
¡Lucha con un deber grande y sagrado
“sediento, devorado
por impuras pasiones y deseo”,
imagen fiel de la conciencia humana
cuya luz soberana
arrancó de los cielos Prometeo!
¡Oh, Núñez de Arce! ¡La severa historia
sus páginas de gloria
prepara ya para escribir tu nombre,
y el son, eternamente, de tu lira,
la masa que te inspira
conmoverán el corazón del hombre!
La Paz, junio de 1883.
Literata - [email protected]
# # 1 Las verdades, sábado 2 de junio de 1883.
# # 2 Las verdades, martes 12 de junio de 1883. Gaspar Núñez de Arce (1834-1903) fue uno de los principales representantes del romanticismo español.