Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Tres tristes libros  (Buena literatura para principiantes)

El autor propone tres libros para jóvenes, de escritores bolivianos, que a pesar de que son escritos para un público menor a 18 años, pueden ser disfrutados por cualquier adulto en su lectura.
Tres tristes libros  (Buena literatura para principiantes)



Todo lector ‒o por lo menos una mayoría‒ comienza su aproximación a las letras en la infancia. Es innegable el vínculo entre el sujeto que aprende a leer, que aprende a vivir otras vidas, y los textos que le proporcionaron esa experiencia inefable. Mario Vargas Llosa, en la apología de la ficción que realiza en su discurso de aceptación del Premio Nobel se detiene largamente en las historias de aventuras que estimularon su imaginación creadora en esa infancia definitiva para la formación, la vivida en sus primeros años de escolaridad en el colegio La Salle, de Cochabamba. El peruano comenta cómo el viaje del Capitán Nemo, en la novela Veinte mil leguas de viaje submarino, las aventuras de Los tres mosqueteros, o el drama de Los miserables configuran su primera aproximación a la literatura a partir de esa cosa maravillosa que es leer. La cosa más importante que me ha pasado en la vida, señala el Nobel en su discurso.

Con el avance del tiempo los potenciales lectores tienen que enfrentar dos problemas: los múltiples factores que, utilizados de mala manera, pueden causar gran distracción, como la televisión, los celulares, internet, etc; y una oferta de lecturas ampliada pero mercantilizada que prioriza conceptos comerciales antes que literarios (y que algunos reseñan con entusiasmo). Los jóvenes lectores tienen una gran oferta y, entre cosas de variopinta calidad, hay ‒más bien‒ una oferta diversa en la literatura infantil/juvenil.

A continuación recomendaré tres libros bolivianos que, considero, son un buen paso de inicio en ficciones de largo aliento y con personajes complejos. Son libros cuyo público ideal son niños / adolescentes, pero que todo adulto puede disfrutar también.

Escritor – [email protected]

Tan cerca de la luna, de Brayan Mamani Magne.





Esta novela, publicada por alfaguara el año 2012 fue la ganadora de Premio Nacional de Literatura infantil del mismo año.

El público lector al que apunta el libro es a lectores de diez años y es, sin duda, una novela de iniciación en varios sentidos. Por un lado, una buena puerta de entrada para niños/jóvenes en el texto de largo aliento, en una literatura con trama y ramificaciones, muchos y bien compuestos personajes e historias dentro de historias. Por otro, iniciación clásica del pequeño héroe en grandes peripecias. Y finalmente, de fondo y latiendo, la puesta en escena del deseo y su relación siempre compleja con la posibilidad.

Alguien quiere una pelota. Alguien quiere acercarse a la luna. Alguien quiere tocar en una banda. Alguien quiere recuperar el amor de alguien, escribir un libro, conquistar el Lomo del Dinosaurio Dormido.

Desde un realismo claro, que arranca en lo barrial, se da rienda, por medio de lo pequeño y cotidiano, al surgimiento de los grandes temas: el amor, la soledad, la muerte, la amistad y la locura, que aparecen aquí y allá enmarcados dentro del gran impulso, del gran aliento, que es la aventura. Novela de iniciación y novela de aventuras, entonces, y como si pudieran disociarse. En todo rito de paso encontramos el vértigo, el abismo, que aquí está simbolizado en una caída en la luna, un particular alunizaje que podemos pensar también como el paso de la niñez a la adolescencia.

Novela que también enfrenta a los lectores ‒pequeños, grandes‒ con la posibilidad real del fracaso en las metas, a pesar de que le pongas todo el empeño posible. ¿Y qué es la vida, y claro, la literatura, sino una larga colección de fracasos? Este no es un libro que pretende “enseñar a volar”, pero quizás, en su lectura, se pueda aprender a “caer con estilo” ‒en palabras de Buzz Ligthyear‒, en esa “magnífica desolación” ‒en palabras de Buzz Aldrin‒ del paisaje lunar.

Offline. Rastros de ausencia, de Marcelo Martínez.



Esta novela, publicada por Loqueleo ‒nuevo sello para literatura ficcional de Santillana‒ resultó ganadora del III Premio Nacional de Litera Juvenil el año 2015 y fue publicada el 2016. Está dirigida a un público lector a partir de los 12 años.

La novela trata, sin maniqueísmos, de temas intensos en la vida adolescente a partir de la búsqueda del personaje. Una iniciación en los relatos de corte policial en el que acompañamos a Marcelo a través de sus indagaciones queriendo resolver la repentina desaparición de Fernando, su hermano menor.

El viaje principal, sin embargo, señala la complicidad fraterna para arrostrar los problemas de la vida adulta que empiezan a perfilar en los personajes. No es un tema menor, y tampoco poco cotidiano: tienen que sobrellevar el evidente fracaso matrimonial de sus padres.

La novela usa un lenguaje fresco, con un aditivo: se sirve también del lenguaje tecnológico, el de las redes sociales, tan pan nuestro de nuestros días, que resulta lógico que la literatura se sirva de este tipo de recursos de comunicación en los que vemos, incluso, un lenguaje mutante.

La villa, de Diego Mattos.

Esta novela, publicada por la Editorial 3600 el año 2015, está dirigida a lectores a partir de los 14 años. 

La villa es un clásico Bildungsroman, es decir, una novela de iniciación, de aprendizaje, de construcción de personaje. El Choclo es un muchacho, vecino de la villa ‒Villa Fátima, en La Paz‒, que se enamora de una jovencita llamada July. Para ganar su amor debe ser aceptado por una pandilla y traicionar, en cierta manera, al “Mercus”, su mejor amigo. Cuando parece que aquel primer amor que todos tenemos idealizado está por concretarse ‒luego de eventos que, a los ojos de los adolescentes enamorados son siempre increíbles‒, se choca con la realidad de que no sólo ha sido engañado y utilizado, sino que ha hecho muchas cosas que jamás pensó que haría, bajo la idea ingenua de estar haciéndolas por amor.

Los monólogos de duda constante del personaje nos recuerdan a nuestras constantes reflexiones adolescentes ante el amor, la mistad y la familia. Nos recuerdan a ese paso entre querer jugar fulbito todo el tiempo, a hacer todo lo posible para conquistar una chica. Nuestra chica.

Como todo primer amor infantil, este, es decir, el del Choclo, es también es un fracaso.

Una cosa más que enriquece este libro: es una parodia clara y directa de Romeo y Julieta. Tanto en estructura, escenarios y nombres de los personajes. Esta la July por Julieta, el amor idealizado. O el Mercus, por Mercutio, el mejor amigo de este Romeo criollo. Incluso es memorable la escena que se da en “El Balcón”, una pulpería en Villa El Carmen, perteneciente a la familia de la July.

El final, es distinto al clásico de Shakespeare ‒en el sentido menos trágico del asunto, claro ‒y, como en la gran literatura, sorpresivo.