Los videojuegos, hoy en día, han adquirido una importancia notable en el contexto social global, y poco a poco se abren espacio en el escenario local. Hablar de ellos hace un par de décadas remitía a una escena de juegos pensados para niños y jóvenes, que se veían solamente como entretenimiento pasajero y temporal. Pero ahora, los niños han crecido y muchos de ellos no han dejado de jugar.

La relación de los videojuegos con la experiencia académica estuvo presente desde el principio de su historia, las primeras iniciativas de un uso lúdico de equipos electrónicos surgió en espectáculos para ferias en universidades. Incluso, muchos equipos tecnológicos probaban sus capacidades hasta el límite ejecutando versiones de distintos videojuegos (cosa que no ha cambiado hasta la actualidad). Por eso, admira el desdén con el que ahora en muchas ocasiones se ve la escena de los videojuegos en los ámbitos educativos.

Hoy en día, el jugar a través de una pantalla se ha convertido en una práctica mucho más común. La portabilidad de los dispositivos y la penetración del internet han permitido una expansión veloz, incluso muchas personas juegan diariamente sin estar conscientes de que aquello que practican se entiende como vídeo ugar. A la par de ello, diversas historias se han presentado a través de estos soportes, muchas de ellas con complejas narrativas que se han convertido en referentes para nuevas generaciones de jugadores (hoy llamados gamers).

Ahora también entran en escena los desarrolladores independientes. Usuarios que, con esfuerzo y práctica, han adquirido las pericias para la creación de juegos que se abren paso entre las monstruosas casas productoras ya establecidas. No es coincidencia que el género de videojuego más popular y más rentable hoy en día, Multiplayer Online Battle Arena (MOBA), haya surgido años atrás en una modificación (MOD) creada en foros de usuarios y que propone una mecánica de juego independiente a la creada por la compañía desarrolladora del juego.

Es también este mismo género MOBA, el que a nivel mundial ha revitalizado una escena profesional para vídeo jugadores conocida como e-sports. Espacios donde ya se cotizan fichajes de jugadores y competencias mundiales con cuantiosos premios económicos. Un escenario donde los jugadores de Latinoamérica brillan con luz propia y que de a poco empieza a despertar pasiones de un público cada vez más diverso.

Los escenarios para la investigación científica (desde distintas posibles miradas) están ahí presentes. Pero para ello, hay que borrar la mirada de desdén ante lo a que veces queda como “juegos de niños raros”. Por esto, es que vale la pena rescatar iniciativas como la que se presenta este lunes 18 de septiembre en el evento organizado en la Universidad Católica Boliviana, donde a la par de compartir experiencias en relación a los videojuegos, se podrá vivir el movimiento de la escena competitiva.