Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:37

La guerra del planeta de los simios o la naturaleza del hombre

Una entusiasta reseña de la trilogía de los simios, que abre la última película de la serie a preguntas que reflexionan la condición humana.
La guerra del planeta de los simios o la naturaleza del hombre



«Homo homini lupus».

O mejor: «Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro». Esta es la premisa del director Matt Reeves para cerrar una de las mejores trilogías de estos últimos años (Batman no cuenta: la tercera parte es malísima): La guerra del planeta de los simios.

[Alerta de spoilers]

Aquí el resumen de rigor: César trata de escapar de los seres humanos, cada vez más diezmados, hasta que su hijo regresa y le dice que hay un territorio casi paraíso para que los simios puedan vivir en él («una tierra donde mana leche y miel»). Pero surge el problema: un general fascista (con más esteroides que Arnold Schwarzenegger) irrumpe en la noche más oscura y mata a su hijo y a su esposa y solo se salva el hijo menor, llamado Cornelio.

Esto hará que César busque venganza y lo demás es historia.

[Alerta sin spoilers]

Matt Reeves construye esta película con varias referencias. a) La películas épicas-bíblicas del cine Technicolor: Los diez mandamientos (cómo obviarla), Espartaco, Quo Vadis; también del Gladiador de Ridley Scott (la muerte del hijo de la esposa a manos de un emperador). b) Los westerns de John Ford y de Clint Eastwood: por sobre todo Unforgiven. c) Las películas de bélicas de Kubrick y de Oliver Stone: Full Metal Jacket (en la escritura que tienen los cascos de los mercenarios) y Platoon. d) Incluso hay un pequeño guiño a La guerra de las galaxias con la vestimenta de los rebeldes que se enfrentan al grupo de mercenarios que capturan a los simios.

Todo esto hace que el cine de Matt Reeves sea una experiencia de referencias (para los más cinéfilos), además de poseer un excelente guión (hay algunas acciones inverosímiles, pero nada es perfecto).

Para aquellos que quieren ver más acción que en Fast & Furious o más sangre que en alguna película de la saga Saw, debo decirles que saldrán decepcionados. Pero para aquellos que quieren ver una película inteligente, con suspenso e ideas filosóficas y a la vez entretenerse con una historia leve, pero profunda: vayan ahora mismo al cine.

De hecho, las preguntas que trata de responder Reeves con esta película son: ¿Quiénes son los agentes de la destrucción del hombre?, ¿externos o internos?, ¿qué nos hace humanos?, ¿cuál nuestra esencia?, ¿qué nos diferencia de los animales?, ¿qué es el lenguaje?

¿El apocalipsis no es sólo un invento para decirnos que lo único que buscamos es la destrucción?

Esta trilogía nos muestra que el ser humano busca engrandecerse lapidando a los más débiles (Trump y compañía) o que cae en la soberbia de decir que son los únicos y más inteligentes (a propósito: hace unos días debieron desconectar a dos máquinas porque aprendieron a hablar más allá del programa que se les implantó, o mejor vean las noticias sobre Venezuela).

«No me diferencio en nada de los asesinos», dice César.

«Te diferencias: tú tienes humanidad», dice su maestro.

Para terminar: esta película es el perfecto enganche para la primera película que salió ya hace más de treinta años; incluso en la niña muda hay un pequeño guiño: Nova (recuerden ese nombre). Y disfruten de este film: tal vez mañana ya no quede nada de nosotros.

Periodista y escritor - [email protected]