Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 19:01

Dunkirk



Sobre la nueva y elogiada película del cineasta inglés Christopher Nolan (Memento, The Dark Knight, Inception), que actualmente está en carteleras del país.

Empecemos por esto: Dunkirk es la mejor película de este año (Christopher Nolan hizo un «Turn Down for What» sutil a quienes lo odian). Pero seré más extremo: no es una película bélica/histórica (como tampoco lo es La delgada línea roja, de Terrence Malick). Es más bien una película sobre el tiempo.

Aquí unos cinco minutos obligatorios de clases de historia: la batalla de Dunquerque fue la defensa y evacuación de las fuerzas británicas y aliadas en Europa, desde el 26 de mayo hasta el 4 de junio de 1940. Los tres implicados: franceses (que defendían las playas), ingleses (que escapaban hacia Inglaterra) y alemanes (que estaban cerca de destruir a las fuerzas inglesas).

Dicho esto, un facilismo de Nolan hubiese sido hacer una película parecida a Rescatando al soldado Ryan (aliados buenos, nazis malos); pero no es así.

Me pondré un poco filosófico: la película muestra desde un inicio tres tiempos diferentes que confluirán al final (como los ríos de Heráclito): una semana, un día, una hora. El mar es el tiempo que muestra todas las fragilidades del ser humano (el verdadero enemigo es el tiempo que lo destruye todo y nosotros solo somos títeres que quieren sobrevivir).

O como escribió Faulkner (en El ruido y la furia) cuando uno de los personajes le entrega un reloj a otro: «Quentin, te entrego el mausoleo de toda esperanza y deseo; casi resulta intolerablemente apropiado que lo utilices para alcanzar el reducto absurdum de toda experiencia humana adaptándolo a tus necesidades del mismo modo que se adaptó a las suyas o a las de su padre. Te lo entrego no para que recuerdes el tiempo, sino para que de vez en cuando lo olvides durante un instante y no agotes tus fuerzas intentando someterlo. Porque nunca se gana una batalla dijo. Ni siquiera se libran. El campo de batalla solamente revela al hombre su propia estupidez y desesperación, y la victoria es una ilusión de filósofos e imbéciles».

Ahora regresemos a Dunkirk: cada uno de los personajes quiere escapar. El soldado inglés quiere escapar de las playas; el piloto quiere escapar de la irremediable derrota; el soldado inglés del mar quiere escapar del terror (la muerte, el vacío y el tiempo).

Los puntos a favor de Dunkirk: la tensión que se genera con la banda sonora (un tic tac que nos hace pensar en algo que estallará al final) y la imagen (véanla en el cine y no esperen a la versión en DVD). Los enemigos que no son los nazis o una Alemania infestada por el poder, sino el deseo de sobrevivir.

La película es casi muda. De hecho, el mejor personaje de la película (el aviador) dice apenas tres frases en toda la película.

Y al final nos da una respuesta: lo únicos que pueden contra el tiempo son los ancianos (tal vez porque, como están cerca de morir, comprenden que no pueden ir en contra de él ni salir de su prisión, sino tomarlo todo con su cauce natural).

Les arruinaré un poco el final. Extraigo el discurso de Churchill después del fracaso de Dunquerque (otra vez, gracias Nolan): «Llegaremos hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con confianza creciente y fuerza creciente en el aire, defenderemos nuestra isla, al precio que sea, lucharemos en las playas, lucharemos en los aeródromos, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, no nos rendiremos jamás, y si esta isla, cosa que no creo de momento, o una parte importante de ella fueran sometidas y pasaran penurias, nuestro imperio allende los mares, armado y protegido por la Flota Británica, continuará la lucha, hasta que, cuando Dios quiera, el Nuevo Mundo, con su poder y su fuerza, venga al rescate y la liberación del Viejo».



Periodista y escritor - [email protected]