Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
  • Actualizado 00:06

La contribución del grupo cívico Pachakuti al indianismo contemporáneo

La contribución del grupo cívico Pachakuti al indianismo contemporáneo



Una reflexión histórica sobre la influencia del escritor Fernando Diez de Medina y el grupo Pachakuti en la evolución política del indianismo.

En el actual contexto sociopolítico, es usual encontrar una variedad de estudios sobre política, historia y filosofía indianista en Bolivia. El ascenso de Evo Morales al poder en enero de 2006 puso de moda académica el tópico del indianismo. Pero todo este proceso político merece una breve reconstrucción histórica. Según los ideólogos y políticos de la corriente indianista, la nación aymara tuvo varios periodos de resistencia y rebelión desde el mismo momento de la conquista española, pasando por el sistema colonial y el colonialismo republicano. Esta conciencia política emergió de las limitaciones del Nacionalismo Revolucionario y tuvo como desenlace –a fines de la década de los años sesenta y principios de los setenta– la organización de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), y la conformación de distintos partidos políticos indianistas: el Movimiento Revolucionario Túpac Katari (MRTK), el Movimiento Indio Túpac Katari (MITKA), el Partido Indio de Bolivia (PIB), el Partido Indio de Aymaras y Quishwas (PIAQ), el Partido Indio del Kollasuyo (PIK), entre otras facciones.

Posteriormente, –inicios del siglo XXI– reaparecieron partidos políticos de raigambre autóctona: el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP) y el Movimiento al Socialismo (MAS). Ambos partidos políticos –aunque el primero asumió un discurso radical– coincidieron en exaltar el anticolonialismo, el antiimperialismo y la libre determinación de los pueblos. La historiografía “oficial” del indianismo expone una visión fragmentaria de todo este proceso político que culminó con la toma del poder del MAS. Es necesario abrir un debate acerca de la gran influencia que ejercieron los pensadores indigenistas en todo el siglo XX (Bautista Saavedra, Alcides Arguedas, Tristán Marof, Jesús Lara, Rafael Reyeros, Julio Aquiles Munguía, Roberto Prudencio, Federico Ávila, José Antonio Arze, entre otros) al pensamiento indio, que se jacta de ser una ideología “propia”, “única” “autentica” y “revolucionaria”.

A finales de los años cuarenta (14 de abril de 1948), el escritor Fernando Diez de Medina (1908-1990), pronunció una emotiva conferencia en el Teatro Municipal de La Paz bajo el título Pachakuti: un llamado a la acción y a la mudanza. En dicho evento, Diez de Medina cuestionó a sus compatriotas que “sueñan en difusas lejanías”, a los que “se sienten desadaptados en su patria”. El poeta y escritor preguntó a los participantes: “¿Qué se puede esperar de estas almas melancólicas que viven más allá de la frontera geográfica?”, “¿Qué se puede pedir a los resignados, a estos a estos guerreros sin combate, porque carecen de una fe, ese mágico poder de creación que dignifica al ser humano?”. Según Fernando Diez de Medina, los males que corroen a la sociedad boliviana están marcados por “la fiebre de emigrar, el espíritu de negación y desaliento”. A estos padecimientos existenciales propuso girar la mirada hacia las enigmáticas montañas: “Aprended por ellas cómo se endurece la voluntad, cómo un alma sensible se afina, cómo el dolor de ser se transforma en la alegría de vivir (…). Ahí está la fuerza tranquila del futuro, el vibrante acicate del presente”.

Influenciado por la filosofía telúrica, Fernando Diez de Medina recurrió al legado incaico y a los ancestros andinos, que con su sapiencia –afirma el autor–, llamaron al milenio Pachakuti. El término mencionado es un concepto metafísico del tiempo y espacio aplicado a la sociología andina: “Cada mil años el mundo se deshace y vuelve a renacer. La tierra se trastorna: todo muda, todo perece, todo vuelve a organizarse (…). Un milenio, un sol, eran pues para el amauta las revoluciones de la naturaleza que afectan al desarrollo de la sociedad humana”. Según la reconstrucción histórica del pachakutismo, los antepasados educaron a su pueblo en la contemplación de fenómenos físicos y todas sus creencias fueron guiadas por el milenio solar. Esta teogonía andina significó “cambio”, “trastorno de la tierra” o también representó “cataclismo” y “resurrección”. Toda la época republicana es catalogada por Fernando Diez de Medina como una sombra destructora denominada como el primer Pachakuti. Este periodo se cierra con la llegada de una toma de “concienciación” política para aspirar a una gran nación. Este mismo postulado fue retomado posteriormente por el indianismo más radical junto a la idea cataclísmica del Pachakuti, sin reparar en que Diez de Medina lo hizo previamente, desde el criollaje indigenista.

Al finalizar la conferencia, Fernando Diez de Medina dio a conocer la intención de conformar un partido político de raigambre indigenista: “Bolivia nos llama. Bolivia, nuestra madre nos espera. Pachakuti con fervor indio, con emoción mestiza, saludemos la nueva aurora. Pachakuti, es la hora de emprender y de realizar. (…) Pachakuti, que todo cambie, que todo se transforme. Y cuando Bolivia se levante a la entera verdad de una patria libre y justa, podrá dar, como el puma del ancestro, el salto y el zarpazo que devuelvan el mar a la montaña”. A los pocos meses de haber dictado la conferencia Pachakuti: un llamado a la acción y a la mudanza, Fernando Diez de Medina fundó y dirigió el grupo cívico Pachakuti que tuvo como integrantes a Gonzalo Romero A. G., Jaime Otero Calderón, Arturo Plaza, Armando Montesinos, Gustavo Ríos Bridoux, Julio Ponce de León, Alfonso Romero Loza, Claudio Moreno Palacio, José Romero A. G., Renán Estenssoro, Carlos Serrate Reich, Guillermo Rivera, entre otros. Se presentaron ante la sociedad boliviana como los hijos de la tierra, “los que toman su mensaje del suelo y de la raza, en pos de una patria mejor. Los que piden libertad y dignidad para todos. Los que luchan contra el privilegio y el engaño”.

Todo el ideal político del Pachakutismo fue sintetizado por Fernando Diez de Medina en los textos Siripaka que lleva como subtítulo: La batalla de Bolivia y Ainoka: ideario del Pachakutismo (Imp. Artística, La Paz, 1950). Dentro de las llamativas propuestas del grupo cívico Pachakuti está la idea de redimir al indio y dignificar al cholo (mestizo). Para este cambio de mentalidad plantearon el concepto griego metanoia. Esto significó una mutación del alma: “Propugnamos la revolución moral, antes que la revolución política”. Obviamente los portavoces y reformadores de la nueva Bolivia estarían en manos de los dirigentes del Pachakutismo: “Si los indios, los cholos, los obreros y los empleados no tienen quienes les defiendan, nosotros hablaremos por los empleados, por los obreros, los cholos y los indios”. Pero todo este ideal político indigenista tenía sus limitaciones, los propios militantes advertían que el Pachakutismo “no es un programa inmediato de gobierno, sino el planteamiento necesario para los próximos cincuenta años”.

El efímero grupo cívico Pachakuti tuvo tres años de vigencia (1948-1951). Después de ese breve periodo sus integrantes tomaron distintas posiciones políticas. Paradójico fue el caso del jefe del Pachakutismo, que inicialmente fue opositor al gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario, y a la postre pasó a filas del MNR ocupando el cargo de Presidente de la Comisión de la Reforma Educativa (1955), Ministro de Educación (1956-1958) y Embajador de Bolivia ante la Santa Sede (1958-1960). Tras su expulsión del MNR en 1960 apoyo al golpe de Estado del Gral. René Barrientos en 1964. En el gobierno de Barrientos fue nombrado Ministro sin Cartera y asesor del régimen castrense. Tras la trágica muerte del “general del pueblo” en 1969, su nombre fue silenciado en círculos políticos y académicos. En los años ochenta, Fernando Diez de Medina reapareció como consejero político del dictador Luis García Meza. Se puede advertir que su participación en política tuvo vaivenes que giraron cómodamente de la izquierda y la derecha sin el menor reparo.

Por otro lado, las ideas trazadas por el escritor Fernando Diez de Medina en sus ensayos Thunupa (1947), Nayjama (1950), Sariri (1954), La teogonía andina (1973), Imantata (1975), pueden ser consideradas como un aporte significativo al pensamiento político indio. Al igual que sus coetáneos telúricos, el “Pacha” Diez de Medina invocó a la tierra, la raza y los ancestros andinos, toda esta conjunción simbólica dio como resultado la formación del primer partido político indigenista en Bolivia. La coyuntura política de la década del 50 fue el tiempo del movimiento obrero. La prédica indigenista fue postergada por dos décadas, hasta la irrupción de los partidos políticos indios. Curiosamente, los actuales portavoces y reivindicadores del indianismo –desde sus distintas visiones y versiones– se olvidan sistemáticamente de este período Pachakutista de fines de la década de los años cuarenta. Pero repiten, inconscientemente, el legado teórico del indigenismo del siglo XX, donde prevalece la misma emotividad, imaginario y superstición que propuso el escritor Fernando Diez de Medina.

Algunos ideales políticos planteados en el Código Pachakutico:

“No mentir, no robar, no vivir del ocio”.

“Justicia para el indio. Superación para el mestizo. Eficiencia para el criollo. Ir al tipo nacional por la fusión de razas y costumbres”.

“Las masas indígenas tendrán representación propia en las Cámaras y en los Municipios”.

“Postulase la urgencia de tres nuevos ministerios: Ministerio del Interior, Ministerio del Indio y Ministerio de Aviación”.

“La tierra será del que la trabaja. Las tierras abandonadas por espacio de dos años serán revertidas al Estado”.

“Código de moral pública. La coima, el peculado, el desfalco, el despilfarro y la malversación serán penados con cárcel y confiscación de bienes”.

“Se declara abolidas todas las formas inhumanas y humillantes como el pongueaje. El Código Indígena establecerá todos los derechos, atributos y garantías para que el indio llegue a ser un individuo jurídico y moral, el propietario real de su suelo y de sus bienes, un buen agricultor o un buen trabajador, y un buen ciudadano responsable”.

“El indio nos ha servido cuatro siglos: debemos consagrar los próximos cincuenta años a servir al indio. A devolverle su fe, su libertad, su plena dignidad humana. La batalla por el indio será la batalla por Bolivia”.

Abogado - [email protected]