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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Alberto Salcedo Ramos: En ciertos lugares de América Latina hay mejores periodistas que medios

Alberto Salcedo Ramos: En ciertos lugares de América Latina hay mejores periodistas que medios



Entrevista al notable cronista colombiano, que es uno de los principales invitados de la Feria del Libro de La Paz que arranca este 2 de agosto. Los días 10 y 11, el autor participará en una presentación y un conversatorio, y paralelamente dictará un taller de crónica.

Además de un periodista y maestro excepcional, Alberto Salcedo Ramos (Barranquilla, 1963) es un imitador consumado. Probablemente no sea la cualidad por la que se ha labrado una carrera admirable en el periodismo narrativo en español de las últimas décadas, pero sí es un talento que no pasa desapercibido para quienes comparten mesa y conversación con él. Yo lo descubrí y disfruté hace un par de años, cuando asistí a un taller de crónica que dictó en La Paz. Debería decir que recuerdo y tengo bien anotadas las lecciones de periodismo y de vida que entonces nos compartió con generosidad, pero lo que ha persistido con más tozudez en mi memoria son sus irreverentes y muy cuidadas imitaciones de figuras más o menos conocidas (entre ellas algún periodista boliviano) que nos arrancaban unas carcajadas contenidas por el pudor. Advertido de nuestras risas reprimidas, nos encaró a bocajarro que los bolivianos solemos ser muy serios y solemnes. Con esa insolencia lúdica tan propia del Caribe colombiano, su tierra natal, nos pidió tomarnos las cosas con más humor y aprender a reírnos de nosotros mismos. Y lejos de suspender su repertorio de imitaciones, lo retomó sin un ápice de arrepentimiento para goce de los participantes, que de a poco nos entregamos a la carcajada plena cada vez que el maestro colombiano abandonaba su voz para apropiarse de las de otros. Ya en su salsa ante un clima de trabajo mucho más relajado, un Alberto Salcedo respetuoso, pero nunca condescendiente, se lanzó a bautizar a algunos de sus estudiantes (como el suscrito) con apodos divertidos y certeros, mientras nos leía –y nos animaba a seguir leyendo– a David Remnick, Pedro Mairal o Leila Guerriero, entre varios otros colegas cuya pluma celebraba sin tapujos.

Podría ser una anécdota más, pero en este recuerdo he encontrado con el tiempo algunas claves para comprender el talento periodístico de Salcedo Ramos. Porque, bien vista, su facilidad para la imitación revela dos cualidades imprescindibles para el ejercicio del periodismo y, por qué no, de la escritura narrativa en un sentido amplio: la escucha atenta de lo que los otros dicen (y de cómo lo dicen), y la fidelidad para recoger y compartir sus voces. El barranquillero es un reportero dicharachero que sabe ganarse la confianza de sus personajes (que no solo fuentes) hasta conseguir que se abran y le cuenten lo que en muchos casos ni siquiera ellos se han atrevido a confesarse en voz alta. (De la empatía que genera con sus interlocutores dio muestra en el citado taller, cuando hizo que una de las asistentes escribiera y leyera ante todos un relato muy personal, emotivo e intenso, que la abismó al llanto y dio lugar a que el maestro la consolara, con palabras honestas y sensibles, alentándola a escribir esa historia solo una vez que se halle lista para hacerlo.) Y solo cuando terminan de contarle esas historias que sin saberlo han estado guardando para él, el cronista se entrega al peliagudo trabajo de pasarlas al papel, procurando expresarlas con la mayor fidelidad posible, pero sin renunciar al impulso creativo de su propia voz, que, como en cualquier ejercicio de imitación que se precie, ha de conferirle a esas otras voces un tono único e irrepetible.

Todo esto viene a cuento para introducir esta entrevista a Salcedo Ramos, quien llegará al país como invitado de la Feria Internacional del Libro de La Paz (FIL), que se celebrará en el campo ferial de Chuquiago Marka, del 2 al 13 de agosto. El colombiano será objeto de una presentación de su obra, el jueves 10 a las 20:00, e intervendrá en un conversatorio sobre crónica latinoamericana, el viernes 11 a las 20:00. Esos mismos días, pero en las mañanas, dictará un taller de crónica. Aunque no será la primera vez que visite Bolivia ni mucho menos, sí será la primera que llegará como invitado de la Feria del Libro paceña, una oportunidad que se presta para que el público lector boliviano descubra su obra, que, aun siendo una de las más respetadas, premiadas y editadas del periodismo narrativo en español, es prácticamente inexistente en Bolivia. Es cierto que parte de su trabajo periodístico puede leerse en internet, pero no menos cierto es que otra parte está solo disponible en libros, en especial sus textos más antiguos y los relatos de más largo aliento, como el volumen dedicado a la leyenda del box colombiano Kid Pambelé, cuya traducción al francés fue reconocida hace solo algunas semanas con el Premio al Mejor Libro de No Ficción, categoría autor extranjero, en el país galo. No es uno más, pero sí uno de los varios galardones –Rey de España y Ortega y Gasset incluidos– que ha recogido a lo largo de su carrera este maestro de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).

En esta entrevista, el periodista colombiano habla justamente del lugar que les da a los premios, pero también de la crisis que atraviesa el periodismo impreso, de la repartición de responsabilidades entre medios y periodistas, de las posibilidades que le abre el libro al periodismo narrativo y, cómo no, de sus expectativas de cara a su inminente reencuentro con La Paz y sus humintas. Que sirva, entonces, esta entrevista para abonar el terreno de la Feria del Libro paceña que pronto recibirá a Alberto Salcedo Ramos. Y que la feria sea el escenario para (re)descubrir la exultante voz de este imitador respetuoso y creativo de otras voces. De este profesional de la escucha y la (re)escritura de las voces de los otros. De este amanuense emancipado que no transcribe, sino que recopila y recrea la palabra de los otros. De este coleccionista de historias que aún cree en el sentido vital de contar la vida de los otros. De este periodista cabal al que, como a pocos, los menos, los imprescindibles, uno le sigue creyendo cuando cita a Camus y sentencia que el suyo –el del franco-argelino y el del colombiano– sigue siendo el oficio más bello del mundo.

¿Qué expectativas tiene de su participación en la Feria del Libro de La Paz? ¿Qué actividades desarrollará en la feria?

Participaré en mesas de diálogo sobre periodismo y literatura, y además dictaré en esos días un taller de crónica. Las ferias de libro son pretextos felices para echar a volar ciertos libros que tienen pereza de salir de sus estantes.

Usted ya ha visitado La Paz, donde ha impartido talleres y tiene amigos (como Álex Ayala), así que es un lugar que conoce en alguna medida. ¿Qué otras cosas espera hacer en esta ciudad, al margen de las que comprometen su agenda en la feria?

Espero seguir conociendo. Me gusta perderme en las ciudades que visito. Salir a caminar sin mapas y sin guías, solo para sentir la palpitación del lugar. Lo peor es que te lleven por las rutas que traza el turismo. Son rutas previsibles y facilonas. A mí me fascina salir sin saber para dónde voy. Dejarme llevar sin tener un plan distinto al de conocer lo que encuentre. En vísperas de mi viaje a Bolivia tengo en la mente una huminta caliente. La huminta es un milagro de la gastronomía andina.

Hace un par de años le tocó ser jurado del Premio Nacional de Crónica Periodística Pedro Rivero Mercado, lo que de seguro le permitió hacerse una idea del estado de este género en Bolivia. ¿Qué valoración tiene del periodismo narrativo que se hace en este país?

A mí no me gusta oficiar de experto que certifica si en los lugares que visito hay talento. En casi todas partes lo hay, creo. Contar historias es una necesidad de las sociedades. El ser humano necesita entender lo que le sucede, y eso se logra, en parte, cuando lo cuenta. Mucho antes de que existiera el periodismo ya había trovadores que oían una historia aquí y luego salían a contarla más allá. Sin eso la vida es imposible.

La edición francesa de su libro El oro y la oscuridad: la vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé acaba de ganar el Premio al Mejor Libro de No Ficción, categoría autor extranjero. Este galardón se suma a muchos otros, como el Simón Bolívar de su país, el Rey de España, el Ortega y Gasset o el de la Sociedad Interamericana de la Prensa. ¿Qué importancia tienen para su carrera los premios?

Desde hace años trabajo por mi cuenta, sin sueldo fijo. Tengo que armarme el ingreso reventándome el lomo. Escogí esa forma de vida porque quiero dedicarme solo a lo que me gusta y no a lo que me toque. Los premios ayudan a ampliar la audiencia de uno, básicamente, a hacer visible nuestro trabajo. Eso sí: aunque suene a frase de cajón, el mejor premio es ejercer un oficio que Albert Camus definió como el más bello del mundo.

En este momento de crisis del periodismo impreso, ese que circula principalmente en periódicos y revistas, ¿qué importancia le concede para el futuro del periodismo a los libros que, como los suyos, reúnen trabajos periodísticos de largo aliento?

El libro está más vivo que nunca. Yo no creo que sea el reemplazo del periodismo, porque se trata de dos canales distintos. Pero sin duda el libro es una opción magnífica para contar historias de no ficción.

En una entrevista reciente dijo que al periodismo de hoy no le falta nada, pero sí a algunos de quienes los practican. ¿Cree que la crisis de calidad que enfrenta gran parte del periodismo actual se debe más a deficiencias de los periodistas que a otros factores ajenos?

Por supuesto. El periodismo no se hace solo, lo hacemos nosotros, y de nosotros depende que sea malo o bueno. En ciertos lugares de América Latina hay mejores periodistas que medios. Los grandes medios, con honrosas excepciones, pasaron mucho tiempo imponiéndoles a las sociedades una visión hegemónica apegada al poder y divorciada de la gente excluida. Es triste que, para esos medios, los pobres solo existan cuando mueren o cuando matan. Por eso Martín Caparrós dice que la crónica, en el fondo, es política, pues se rebela contra la idea de que el periodismo consiste en contarles a muchos lo que les sucede a pocos.

¿En qué proyectos periodísticos viene trabajando actualmente?

Estoy trabajando en un nuevo libro, pero sinceramente no me gusta adelantar nada en ese sentido.

¿Qué espera de la serie televisiva sobre Kid Pambelé, basada en su libro, que ha anunciado la cadena RCN?

Siempre tengo a la vista esta frase que no recuerdo quién dijo: “nunca juzgues un libro por la película o por la telenovela que hagan con él”.

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Periodista y maestro



Alberto Salcedo Ramos (Barranquilla, 1963) es autor de varios libros de no ficción, tales como La eterna parranda, De un hombre obligado a levantarse con el pie derecho, Botellas de náufrago y El oro y la oscuridad. Columnista semanal del suplemento “Papel”, del diario El Mundo, de España. Maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, ha dictado talleres de crónica en varios países. Además ha sido incluido en numerosas antologías: entre otras, Mejor que ficción (Anagrama) y Antología latinoamericana de crónica actual (Alfaguara, España). También ha sido incluido en las antologías Verdammter süden, de la Editorial Suhrkamp (Berlín, Alemania), y Atención de la editorial Czernin, (Austria), entre muchas otras. Ganador del Premio a la Excelencia de la Sociedad Interamericana de Prensa (dos veces), del Premio Ortega y Gasset de Periodismo, del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar (cinco veces) y del Premio Internacional de Periodismo Rey de España, entre otras distinciones. Algunas de sus crónicas han sido traducidas al inglés, al alemán, al francés y al italiano.