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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos

Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos



Sobre la biografía del escritor estadounidense Philip K. Dick, de autoría del francés Emmanuel Carrère.

Morfeo me dio a elegir entre dos caminos: pastilla roja o azul. Elegí la roja (leí la biografía de Philip K. Dick: Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, que escribió el francés Emmanuel Carrère; y salí de la Matrix). Les contaré mi experiencia (si esperan que les cuente sobre la utilización de alguna droga nueva están equivocados. Para eso mejor vean las películas de David Cronenberg).

Debo decir que Emmanuel Carrère es el mejor escritor que haya leído en estos últimos cinco años (si no me creen, lean El adversario). También debo decir que él no se considera escritor de ficción, sino un simple biógrafo, mas es mentira. Hace ficción pero le gusta hacer trampa. Dice que no hace ficción aunque sus no-novelas son novelas (y yo ya me fui al car-[censurado por horario de protección al menor]-ajo de tanto pensar).

Para justificar su escritura, decidió escribir la biografía de quien le inspiró a ser escritor: Philip K. Dick (una especie de enfermo psicótico o iluminado por las drogas. Es decir, una especie de Borges [en temática] fanático de los Beatles y de la música clásica). Fue autor de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (que fue llevado al cine con el nombre de Blade Runner, por el buen Ridley Scott), Minority Report (que igual fue llevado al cine por Spielberg) y Total Recall (que protagonizó Arnold Schwarzenegger).

Desde sus primeras páginas, el lector corre el riesgo de enloquecer. Primero porque uno no sabe en qué momento nos cuenta la realidad (¿la realidad existe?) ni en qué momento nos cuenta sobre las novelas que escribió Philip K. Dick (¿Philip K. Dick en verdad existió?). Incluso cuando dejaba de leer, me preguntaba: ¿No seré un esclavo de la Matrix?, ¿no existirá una realidad alterna donde yo no quiero ser escritor y soy un cantante de cumbia bien pagado y bien comido?, ¿cuál realidad alterna me conviene?, ¿es mejor Gilda o Selena?

Philip K. Dick también se preguntó todo eso (obviando el tema de la cumbia, claro está). Y llegó a una conclusión: «Soy un profeta y el LSD me libera de mis ataduras: en realidad estoy en la época de Cristo y lo que veo es una cárcel donde me controlan y me vigilan». Luego llegó a otra conclusión: «Nixon no es capitalista sino es comunista y me capturó para lavarme el cerebro y me quiere cautivo porque en algunas de mis novelas escribí la verdad con mayúsculas [¿cuál verdad?] de que en realidad yo estoy vivo y los demás solo son androides muertos».

Estos dos pensamientos son la base para su universo novelístico de ciencia ficción: realidades alternas, mundos dentro de otros mundos, que son cárceles de las cuales solo se puede salir a través de la droga o la religión.

Recomendaciones para entender a Philip K. Dick: lean El hombre en el castillo (hermosa novela); lean ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (mientras escuchan Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de los Beatles); lean Ubik; lean su antología de cuentos.

Pero esta reseña es sobre la biografía que escribió Emmanuel Carrère (cada vez que pronuncie su nombre nos hincamos juntos). Su estilo desborda algo adictivo: nos cuestiona, se ríe de nosotros, se ríe de la vida que nos tocó vivir y, a la vez, nos hace llorar porque descubrió que la ficción no es más que otra forma de la realidad (¡una realidad más real que la realidad!).

Y así son sus libros. Tal vez no tomé la pastilla roja y elegí por equivocación la azul, y lo que escribo no son más que garabatos en la arena (que es la locación de donde filman un videoclip de cumbia y yo soy el vocalista).

Periodista y escritor - [email protected]