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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Mundo computadora

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Sobre el papel de Radiohead y su veinteañero disco Ok Computer en el ámbito de la industria cultural.

“Actualmente resulta imposible separar la tecnología de la cultura popular”. Suena a la muletilla de alguien que no pudo adaptarse al diario convivir con las máquinas; y es que para muchos esa integración resultó ser bastante traumática, en partes debido a que los medios masivos hasta mediados de los años 90 habían sembrado una nube de frío misterio sobre los autómatas del futuro, presentándolos como seres que tal vez un día podían rebelarse y obligarnos a ser parte de una pesadilla cyberpunk.

La industria cultural trabajó bastante para hacer evidente que las máquinas podían ser “buenas” además de útiles. Justo antes de la llegada del año 2000, cuando la paranoia del Y2K comenzaba a destruir la poca confianza que se tenía en la tecnología, comenzaron a surgir videos musicales que invitaban a una aventura pop de un futuro más amable. En concreto podríamos mencionar las canciones “Larger tan life” de Backstreet Boys (presentando una estética muy parecida a lo que años después serían las películas de Transformers de Michael Bay) y también “If you had my love” de Jennifer López (una adelantadísima pieza que aborda el voyeurismo virtual en su forma más primitiva). Podríamos citar varios ejemplos más porque existieron muchos artistas que “abrazaron” a la tecnología como si fuera una suerte de evolución en sus carreras.

Siguiendo esa idea, muchos artistas guiaron sus proyectos e ideas para que hagan énfasis en esa nueva era digital que estaba cada vez más cerca. Sin embargo, solo había funcionado en la música pop con muy buenos resultados (como ejemplo estético podemos referirnos a los videos musicales de Spice Girls). Si existe algo que las personas más anacrónicas “de los noventas” siempre se jactan es de haber vivido en la supuesta época “más rockera” desde la invención del rock; tal vez sea porque varios se sintieron bendecidas por haber vivido cuando Cobain se voló la cabeza o porque era una moda de “jailones”, como escuchar Loukass en su momento. Este público necesitaba tener un referente musical, poético y también estético, más rockero, y es ahí cuando Radiohead lanzó un disco que, irónicamente, es tan popular como incomprendido.

Recuerdo cómo un muchacho de mi curso llevó en su mochila una copia “trucha” del Ok Computer. Nos dijo que esa música escuchaban las personas que se juntaban en los cafés de la calle España, que eran ingleses como los Beatles, pero que no hacían lo mismo (aquí corrijo a este muchacho que trataba de convencernos de que la infame canción de Simon & Garfunkel era del cuarteto de Liverpool). Gracias a que este amigo vivía a la vuelta de mi casa, le pedí que una tarde lo llevara a casa para que pueda escucharlo en el componente de mis papás. Cambiamos el cassette trucho de Radiohead por uno aún más infame de “rock pesado ochentero”, que en ese tiempo lo tenía como pieza de colección; cuando comencé a escuchar la cinta pensé que me habían troleado porque esperaba algo más pesado tal vez, más movido. No pasaron ni diez días para que pidiera mi cinta de regreso. Tenía alrededor de nueve años, era 1997 y, sin querer, este disco ya era parte de mi vida.

Mucho tiempo después, cuando estaba en los últimos años de colegio, el Ok Computer volvió, esta vez en forma de CD. La hermana mayor del único amigo que tuve en colegio estaba obsesionada con la banda y nos regaló una copia (del CD original) para escuchar en el bus escolar que nos llevaba de regreso a nuestras casas. Durante esos años ya había comenzado mi viaje personal por el hardcore y el punk, así que la reacción que tuve fue similar a la primera, agregándole las palabras “son huevadas”. Lo que sí llamó mucho mi atención fue la devoción casi religiosa que mi amigo y su hermana le tenían a la banda, casi como si Yorke fuera un profeta guiando a las masas rockeras. Me preguntaba si acaso entendían algo más que yo en las letras; las revisé una por una y no encontraba ese algo que me hacía sentir fuera de onda, como si me estuviera perdiendo de algo.

Y tal vez ahí es donde se comienza a ser reflexivo con el papel que tiene Radiohead en la industria cultural. Si bien muchos los consideran como iluminados, eruditos y virtuosos por haber creado el Ok Computer y sus trabajos posteriores, es importante resaltar que su inspiración viene de otros lugares y probablemente no hubiera salido a la luz si no se hubiesen producido diferentes discos y películas a finales de los años 70 y principios de los 80, que moldearon el punto de vista que tuvo la banda a finales de los 90. Probablemente a muchos no les agrade admitirlo, pero casi todos conocimos a Radiohead con “Creep” (clásico que la sigue rompiendo en bares noventeros pese a todo). Esa canción que todo adolescente pensó en algún momento que trataba sobre su vida presentó a una banda que, a grandes rasgos, estaba siguiendo los parámetros del brit pop de aquel entonces. Lanzaron un par de canciones bastante parecidas entre sí y después aparecieron con un discazo; a partir del lanzamiento del Ok Computer se volvió en algo insultante afirmar que hacían pop rock, porque sus canciones son demasiado cultas e intelectuales para encasillarlos en ese género tan banal. De un momento a otro, estábamos presenciando un acto sumamente intelectual. ¿Qué había pasado para que las cosas terminen así?

Paralelamente, en los años en que el Ok Computer se grabó existía otra banda inglesa que había forjado su imagen y discurso a partir de una percepción negativa de la tecnología. Add N to X había lanzado la canción “Metal fingers in my body”. El video era una retorcida animación donde se planteaba el uso de un robot prostituto. Otras referencias que podríamos mencionar para la existencia de este disco es “The modern dance” de Pere Ubu, una obra que presenta un radioactivo futuro, amenazado por los chinos y sus armas nucleares. Este magnífico disco de post punk iba a darle una lista de temas para componer a muchas bandas de los 80 alrededor del mundo. Uno de los ejemplos más conocidos en nuestro continente es Oktubre de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota; un ejemplo musical perfecto de esa paranoia social, guerra fría y cocaína de alta pureza que podía haber sido grabado en cualquier parte del mundo. Otra banda, casi tan desconocida mundialmente como los redondos, es Mecano Un-ltd, que presenta canciones sobre reconstruir la sociedad a partir del modelo soviético.

Algo que muchos conocedores de Radiohead saben es que a los hermanos Greenwood les encanta el reggae. Un artista en concreto que experimentó en los años 80 con efectos, ecos y feedbacks que luego iban a formar parte del Ok Computer fue The Scientist y su amplia discografía. Paralelamente, el minimal wave estaba en auge y una banda en concreto realizó una mezcla casi perfecta entre pop y sintetizadores: Solid Space, banda de culto que jamás publicó un disco “oficial”. Si hablamos de tecnología y sintetizadores, tenemos que mencionar a Kraftwerk y su obra “Computer world”, donde podemos comprender el origen de canciones como “Paranoid Android”, entre otras.

Es cierto que Radiohead no inventó nada cuando publicó el Ok Computer. La tecnología y la cultura popular habían estado trabajando de la mano para hacer que la paranoia de un futuro similar al de Terminator se parezca más al de Wall-E. Yorke y el resto de su banda tuvieron la lucidez de percibir una realidad partida en dos; describieron magistralmente la vida en el siglo XXI con “Fitter Happier”; mucha soledad y ansiolíticos para hacerte “feliz”. Tal vez esa idea vacía de felicidad es la que decidieron apropiarse estas personas que tenían al líder de Radiohead como un dios, sin importar el verdadero mensaje del disco o los orígenes de este. Probablemente esto sea lo que más daño le hizo el disco a la banda: heredar malos seguidores.

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