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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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American Gods

American Gods



Sobre la novela del escritor inglés Neil Gaiman, publicada en 2001.

No, no hablaré de la serie de televisión que se emite por internet. Tampoco hablaré sobre cómo puedes conseguirla de forma clandestina (puesto cuatro de la feria de la 16 de Julio, frente al teleférico amarillo, preguntan por el Gordo Rogelio y, si les quiere vender un combo, digan: “No”). Hablaré de la novela de Neil Gaiman (creador del cómic Sandman; ¡alabado sea!) del mismo nombre, American Gods (¡obvio!).

American Gods es una canción de rock con tintes de folk. Es como Bob Dylan cantando con Freddy Mercury.

Dicho esto, ¡alerta, spoilers!

El argumento es este: Sombra (Shadow, en la versión inglesa) sale de la cárcel y quiere regresar con su esposa (Neil Gaiman hace un paralelismo con Ulises que quiere regresar con Penélope, que es asediada por una horda de pretendientes). En el caso de esta novela, la novia sucumbe ante el mejor amigo-seductor de Sombra y, en pleno acto de infidelidad (en un coche), muere en la carretera. ¡No seas infiel mientras conduces!

Así empieza el viaje. Sombra (jamás el lector conocerá su nombre) se encuentra con Wednesday (un segundo de historia mitológica, que significa «miércoles» y, a su vez, el nombre en inglés está basado en un dios nórdico Odín). Y con él se encargarán de reunir a los dioses del Viejo Continente para una guerra contra los dioses nuevos (la comunicación, la tecnología, la ciudad, el mundo, etcétera, etcétera): ¡el verdadero Civil War!

Aquí debo decir (con cierta vergüenza) que me dejé llevar por la lectura. Leía American Gods en el bus (en el recorrido de mi casa al colegio donde doy clases), en el baño, en la cocina, en las pausas nocturnas cuando te das cuenta que estás solo frente al universo, pero dices: “No es cierto, hay dioses. O tal vez es cierto”, en la madrugada. Era como un adolescente que quería terminar la historia (aunque un poco clisé con ciertos giros en la trama que me desconcertaba; ¡Neil Gaiman, alabado seas!).

Quiero decir que Neil Gaiman no es Tolstoi ni Faulkner. Y él lo sabe. Con sus limitaciones, nos trae una historia llena de vida, tal vez mal escrita (hasta el Quijote está mal escrito), pero con personajes vivos. Por eso lo compró Starz y sacó una mejor serie de televisión (¿mejor que la novela? En muchos ámbitos, sí: la ambientación, los colores, el olor a chamusquina que emana de la guerra entre los dioses). Y además fue el peor error de HBO ceder una serie que podría haber sido el nuevo Juego de Tronos.

Alguna guía para entender mejor American Gods: leer sobre mitología nórdica, todos los libros sobre Odín y Loki; leer sobre leyendas medievales, irlandesas e islandesas; leer sobre mitología egipcia; leer sobre el cristianismo (no me refiero al catolicismo de salón); y encender la radio (¿aún existe?) y escuchar rock y folk de la década de los 60 para adelante.

Lo mejor son los paréntesis a la trama mayor. Allí uno se sumerge a tiempos remotos y (literal) puedes oler la sal del mar (¿la sal tiene olor?) y tocar la arena de las costas de Estados Unidos (antes de que Estados Unidos sea Estados Unidos; mucho antes de Trump y la estupidez humana). Puedes navegar por el río Misisipi y escuchar el canto de negros que son azotados por sus patrones.

Lo peor: algunos personajes planos o clisés. Pero no importa, ni los notas. O, si los notas, has de la vista gorda. Y silba.

Lo latente: Neil Gaiman es quien crea una mitología para Estados Unidos, que es un pueblo de barco, que no tiene raíces o no tenía raíces hasta que Gaiman llegó. Por eso lo quieren (aunque en realidad sea británico). Y tal vez los dioses no existen (¿todos?) hasta que decides creer.

Periodista y escritor - [email protected]