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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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La memoria obstinada de Patricio Guzmán

La memoria obstinada de Patricio Guzmán



El Cine Club Simón I. Patiño dedicará esta semana un ciclo al documentalista chileno Patricio Guzmán, que arrancará el miércoles 28 con Salvador Allende, seguirá el jueves 29 con Nostalgia de la luz y se cerrará el viernes 30 con El botón de nácar. Las tres funciones del ciclo, denominado “Por un botón”, están programadas para las 19:00 en el espacio de cultural de la calle Potosí No 1450, casi Portales

El de la memoria es uno de los grandes temas del cine y, en particular, del documental. Y aunque son muchos y de toda laya los realizadores que se han dado a la tarea de recuperarla, desmontarla o hasta inventarla, pocos han sabido hacerlo con la persistencia y la rotundidad con que lo viene haciendo el chileno Patricio Guzmán (Santiago de Chile, 1941) desde hace más de 40 años. Guzmán –de abuelos bolivianos por el lado materno, por cierto- es autor de ese monumento cinematográfico que registró in situ el golpe de Estado de Pinochet a Allende en 1973, titulado La batalla de Chile (1975-79).

Exiliado desde los setenta en Europa, el cineasta ha consagrado prácticamente la totalidad de su obra a combatir la amnesia sobre el terror de la asonada golpista y la dictadura que el régimen pinochetista -y su prolongación democrática- impuso en la sociedad chilena. Guzmán es de esos autores fundamentales que cuentan/filman siempre la misma historia. Un gesto que, lejos de pecar de repetitivo, resulta imprescindible en países como los nuestros, tan dados a la desmemoria. Apelando a las palabras que él mismo empleó para titular uno de sus documentales, la de Patricio Guzmán es una memoria obstinada. Su cine encarna la voluntad de esa memoria obstinada que se resiste a ceder ante el olvido, la peor de las herencias que dejaron las dictaduras.

No obstante de estar filmando siempre la misma historia, la del país que se fracturó para siempre con el golpe de Pinochet, Guzmán está lejos de ser un creador cinematográficamente estancado. Su obra no ha parado de evolucionar hasta dar con una voz potente y distinguible, y convertirlo en una figura de referencia del documental contemporáneo, un autor que ha alcanzado la universalidad sin dejar de hablar de Chile y de su pasado. Del cine urgente y de guerrilla patentado en las diferentes entregas de La batalla de Chile ha transitado al documental de investigación y de denuncia más televisivo, propio de El caso Pinochet (2001), y de ahí al ensayo cinematográfico que amalgama la historia colectiva con el diario personal, un estilo que alcanza su mejor forma en filmes como los tres seleccionados por el Cine Club Simón I. Patiño para su siguiente ciclo: Salvador Allende (2004), Nostalgia de la luz (2010) y El botón de nácar (2015).

Estrenados los dos primeros en el Festival de Cannes y el tercero en la Berlinale, de donde se llevó el premio al mejor guion, los tres documentales del ciclo “Por un botón” ofrecen una muestra de la portentosa complejidad que ha cobrado la obra más reciente de Guzmán. Son películas en las que, sin dejar de volver al Chile de los desaparecidos y torturados por Pinochet, el cineasta asume la primera persona para evocar sus propios recuerdos (el entusiasmo por Allende, el terror ante la persecución o la incertidumbre en el exilio) y, desde ahí, lanzarse a explorar y desentrañar los territorios que componen su país: el desierto y su firmamento (Nostalgia de la Luz), el mar (El botón de nácar) y, cómo no, el cine, ese otro territorio que configuran las imágenes en movimiento de archivo (Salvador Allende). Y al bucear en todos ellos va encontrando la cifra de una memoria palimpséstica en la que el relato personal revela tras de sí la historia colectiva y, esta a su vez, las huellas de un pasado más ancestral en el que el hombre es apenas un signo más del paisaje que lo cobija, lo explica y lo condena.

Periodista – [email protected]