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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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Viajar a China con una cámara: acerca de Una novia de Shanghái

Viajar a China con una cámara: acerca de Una novia de Shanghái



La película argentina, dirigida por Mauro Andrizzi, se exhibirá en la sala Luisana de Cochabamba (avenida Heroínas entre 25 de Mayo y España, excine Heroínas), los días lunes 26, miércoles 30 y domingo 25. 

En la secuencia de apertura de Una novia de Shanghái, cuarto largometraje del argentino Mauro Andrizzi, vemos a una serie de bellas mujeres chinas vestidas de novias sacándose fotos en una plaza del orbe. Se trata de un registro documental, un ejercicio de observación de una realidad extraña, casi exótica, que llama la atención del extranjero Andrizzi en tierras asiáticas. A partir de grandes teleobjetivos, el cineasta argentino comienza a acercarse a un mundo que le llama poderosamente la atención, por su carácter de novedad. Pero, a pesar (o más bien, gracias) de este primer acercamiento, de esta primera mirada, la cámara se va a aproximando a esa realidad filmada de lejos, para adentrarse a un nivel más profundo que esta ojeada de turista.

Así, la cámara va a acercándose a una novia en particular. Dos sujetos se acercan para sacarse una foto con ella. En ese mismo instante, la película cambia completamente de registro, para seguir a estos dos sujetos, ladrones de poca monta que se dedican a robar las joyas de las incautas novias. Pero el “negocio” de los dos protagonistas va a cambiar de rumbo con una revelación mística, transformando la película en una comedia. Un fantasma se aparece a los dos ladrones para pedirles un favor especial: que roben la tumba de su amante para llevar el cadáver al lado del suyo. Así, Andrizzi cambia del registro documental a la observación de una creencia china, la cual es explicada en la secuencia de créditos del filme. Se trata de los “matrimonios fantasmas”. Según esta creencia, los enamorados son enterrados juntos para que puedan vivir de esa manera toda la eternidad.

Sin duda, hay cierto gesto kitsch en estos cambios de registro, que responden a este gesto inicial de observación que Andrizzi se impone a sí mismo. En el momento de la revelación comienza una especie de road movie por la ciudad china para dar cuenta de sus particularidades, de sus elementos, que a la mirada de un extranjero aparecen como contradictorios. La cámara viaja por la China tradicional, la que cree en fantasmas y que tiene costumbres muy arraigadas, pasando por el país modernísimo, luminoso, hasta llegar a una descripción del carácter particular del marxismo que se practica en el gigante asiático. Así pues, los acontecimientos de la película que se encadenan combinan una divertida inverosimilitud con una observación fresca, aunque ingenua. De ahí que estos cambios de registro aparecen como un acercamiento válido para aproximarse en toda su complejidad a la cultura china en una película de menos de hora y media. 

Crítico de cine y filósofo