Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Intercambios en festivales de guitarra

Intercambios en festivales de guitarra

El destacado guitarrista Marcos Puña cuestiona actividades que se efectúan solo para beneficio de sus organizadores.

Como no sucede en el fútbol (curiosamente el deporte al que se le destina más dinero), nuestro país tiene un sitial bueno en múltiples disciplinas científicas, artísticas y otras deportivas. Esto lo han demostrado ampliamente connacionales de excelencia que van desde Jaime Escalante y Mohammed Mostajo, hasta Piraí Vaca, pasando por nuestros campeones internacionales de raquet o las eminencias en medicina.

La guitarra clásica en Bolivia también va creciendo saludablemente. Podemos decir, sin temor a exagerar, que las épocas agrestes de pocos ejecutantes y bajo nivel han quedado atrás. Este grato momento trajo consigo la aparición de festivales del instrumento. De ahí, para que el crecimiento saludable siga siendo tal, aparecen nuevas responsabilidades para quienes manejan estos eventos. Hace tiempo que deseo escribir sobre el tema y ahora me animé. Lo hago un poco triste al ver lo que sucede (hay situaciones que están llegando al colmo), pero con el máximo respeto a todos. Mi único aliciente es el amor por este arte y su crecimiento en nuestro país.

Los festivales de guitarra, que generalmente vienen aliados a concursos para jóvenes valores del instrumento, con la presencia de grandes figuras que hacen de jurados, comenzaron en los 50. Desde entonces, han proliferado tanto y en tantos países, que hoy ninguno tiene la capacidad —como pasaba con el Concurso Internacional de Guitarra de París (Radio France)— de catapultar al ganador a una carrera internacional. A raíz de esto, en las últimas dos décadas ha surgido otra moda entre los concursantes: procurar ganar la mayor cantidad de concursos para que esa “impresionante colección” sirva como en los 60 servía un solo gran premio. Es así que hoy tenemos en el mundo de la guitarra a prototipos casi invencibles, como el polaco Marcin Dylla que suma 19 concursos internacionales con el primer premio, o el croata Zoran Dukic con 15.

En Bolivia, las primeras iniciativas de concursos nacieron en 1992 en Tarija, después en Cochabamba y La Paz. Fueron primero nacionales, después internacionales. Se siguen haciendo con regularidad anual, bienal u ocasionalmente. En muchos casos, la convocatoria ha sido sólida, viniendo concursantes y maestros de diversos países latinoamericanos, además de los bolivianos.

¿Cuál es el objetivo al hacer un festival? Pienso que se trata de hacer un aporte al país y a la ciudad donde se realiza, trayendo maestros que pueden ser más o menos famosos, pero personajes cuyo ejemplo ayude a la inspiración y por ende a la superación. Se trata también de que el público quede contento con buenos conciertos, que los alumnos de guitarra mejoren y así este arte crezca gracias a este aporte hecho con buenos fines por los visitantes y por quienes lo organizan.

Humildemente, opino que lo que mata a los festivales son los intercambios, pues la obligación de invitar a la persona que intercambia con el director artístico genera que la gran mayoría de las veces se invite a gente de calidad profesional dudosa. Para que el artista esté feliz de una invitación, esta debe ser por propios méritos y no por acuerdos.

Tratándose de un arte profesional que persigue la excelencia con sueños de por medio, el solo término “intercambio” no me parece un halago, pues alude a que no te están invitando por tu capacidad, sino por un convenio. “Ojo por ojo, diente por diente”. Quizá si existiera un intercambio con excelencia bilateral sería beneficioso. Muy excepcionalmente los hay, pero, cuando no hay calidad en alguna o ambas partes, me parece poco ético porque se gastan dineros públicos (municipales, gubernamentales) o de apoyo de empresas privadas trayendo conciertos de poco valor artístico. El público sale perplejo de los recitales, los estudiantes no aprenden y no mejoran. Con ese mismo dinero, podría traerse a un artista valioso que haga un aporte, o, si el buen artista cobra más caro, sería mucho más beneficioso traer uno de los buenos en lugar de tres pequeños. ¡Esto sucede! Basta ver en internet cómo la rosca circula acá y allá. Irónicamente, siempre nos quejamos de falta de apoyo.

¿Qué sentido tiene organizar un concurso en el que los jóvenes participantes salen protestando, diciendo que el jurado es de aficionados y muy inferior (en nivel instrumental y conocimientos) a los propios concursantes? ¿Esto es aportar? Los intercambios me parecen antiéticos porque los alumnos del director del festival, los alumnos de su ciudad y país, y el público recibirán agua no potable en vez de agua de manantial o leche. ¿Por qué tienen que soportarlo? ¿Para que inviten al director del festival a un intercambio?

Nunca fui a México, aunque es un país que me gustaría conocer. A raíz de organizar la Bienal Internacional de Guitarra de Cochabamba, este año me propusieron dos intercambios para ir a allá. Hay correos que ni siquiera respondí, pues de ese modo no me interesa. Ya vendrán invitaciones transparentes, si es que se dan. Un evento se hace para servir y no para servirse de él.

Uno de los claros síntomas de esta enfermedad festivalera lo vemos cuando los artistas líderes de la especialidad (no hablo de los top del mundo, simplemente de referentes) están siempre ausentes de la programación. La razón es simple: ellos no hacen intercambios, no los necesitan. A ellos los invitan por propios méritos.

En Bolivia tenemos festivales que van desde aquellos que han traído a grandes artistas de modo memorable y con gran aporte a nuestros estudiantes y a todos, hasta aquellos que funcionan exclusivamente por intercambio (hay un evento que hace esto desde hace más de diez años). También están los que son gestionados localmente por bolivianos trabajadores, pero en realidad las decisiones artísticas se toman desde fuera por alguien que no es boliviano y que no vive en Bolivia. No soy juez para señalar quiénes son los pecadores. Solo quisiera que quienes se den por aludidos se den cuenta de que nos damos cuenta.

Finalmente, quisiera decir que amo este desarrollo guitarrístico y amo a mi país. De ese modo, mi ética para con lo que yo organizo incluye el nunca hacer estos manejos.

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*Guitarrista boliviano formado en España y Uruguay, con conciertos en América y Europa. Es ganador de concursos de guitarra en Barcelona, el País Vasco y Montevideo. Dirige la Bienal de Guitarra de Cochabamba y es docente del Conservatorio Nacional de Música en La Paz.

Músico - [email protected]