Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Off Bolivia ofreció una muestra de teatro independiente

Off Bolivia ofreció una muestra de teatro independiente



La muestra organizada desde 2015 promovió la presentación de nueve piezas teatrales.

Para sus tres años de vida, entre 2015 y 2017, la muestra teatral Off Bolivia ha tenido una actividad intensa. En el evento como tal se han presentado más de 20 obras, entre profesionales y emergentes, en teatro, danza teatro y títeres. Además, entremedio, promovieron corredores entre los espacios de Teatro Grito en La Paz y el Snack Tía Lola de Santa Cruz, en los que circularon otras 5 piezas. Y la lista sigue: organizaron concursos de dramaturgia emergente, lecturas dramatizadas, encuentros entre grupos, productores y gestores, y talleres en distintas especialidades escénicas.

Todo este esfuerzo es gestado de manera colaborativa, independiente y autogestionada. Aunque en su última edición el Off contó con el respaldo del Premio Nacional de Cultura Eduardo Abaroa, está no suele ser la norma y los artistas financia y disponen sus propios recursos para la realización de sus actividades. “Trabajamos con o sin presupuesto, es difícil, pero estamos muy felices de hacerlo, porque creemos necesarias para el gremio, para seguir generando públicos”, dice la dramaturga Claudia Eid, una de las más entusiastas promotoras del proyecto.

Para el 2018, el Off Bolivia tiene planificado seguir apoyando a los teatristas emergentes, dándole continuidad a los corredores y preparando una nueva muestra, siempre intentando “hacer plataformas de modo creativo y trabajando con muchos aliados, en distintas ciudades”, recalcó Eid.

Entre el 22 y el 30 de mayo, en la ciudad de Santa Cruz, el Off presentó seis obras de elencos profesionales independientes y 3 de grupos emergentes.

A continuación la RAMONA ofrece un breve acercamiento a 2 de estos montajes.

Historias simples

(Títeres Paralamano)

Barthes, en uno de sus ensayos dedicados al teatro, decía que esta representación artística era un espesor de signos. En el caso de los títeres, esta condensación de significados, significantes y referentes es aún más densa. Esta “complejidad aumentada” se basa en que dentro su hermenéutica comunicativa intervienen no solo el dramaturgo, el director, los actores y el público, sino que objetos inanimados median en este último eslabón.

No son muñecos de gran detalle y elaboración, ni de escenografías que luchen por reproducir la realidad, sino objetos y figuras que se ubican en los límites más extremos y fascinantes de la creación y la imaginación, un espacio donde todo puede resignificarse, porque el lenguaje ingresa en un escenario lúdico en el que pierde su capacidad de nombrar las cosas y debe adivinarlo, recrearse.

Este trabajo de Títeres Paralamano consigue este difícil cometido con gran facilidad. Al menos esa es la percepción del público, que se contonea entre el deslumbramiento y algo parecido a una felicidad de infancia.

“Historias SImples” es un conjunto de cuatro historias, de las cuales tres poseen un hilo conductor que se suspende de las ideas y nociones que contruímos sobre la muerte, el desconsuelo, la miseria de la condición humana y la lucha entre entre fuerzas casi siempre desiguales, en las que el poderoso o el infame siempre llevan las de ganar.

Como cierre y contrapunto, Juan Rodríguez, director y titiritero, opta por un sketch estructurado a partir de gags que bien podrían funcionar como un manifiesto de los artistas del guante y las marionetas, de su relación con sus muñecos y compañeros. Un artesano argentino camina por las calles ofreciendo “manishas”, hasta que pisa un chicle y en su afán por liberarse, acaba pegado a ambos titiriteros. Una conjunción enrevesada en la que de tanto convivir, llegan a coger los hilos de los artistas y viceversa, en un viaje de ida y vuelta que ojalá nunca se acabe.

Pieza Frágil

(Opus Nigrum)

Las muñecas rotas del fotógrafo Romain Slocombe son las primeras que me atraviesan los pensamientos al contemplar los primeros minutos en escena de la joven actriz y bailarina Alejandra Díaz. En primer plano, imponentes bloques de hielo hacen de contrapeso a la fuerte imagen de una mujer, acaso una adolescente, ensayando una coreografía de la desesperación, encorsetada y atravesada por artefactos ortopédicos y sostenida por una muleta.

“Pieza frágil” narra la historia de una fragmentación interior provocada por el dolor de los recuerdos más íntimos, un pasado que se niega a huir y las imposiciones de una sociedad rancia y de doble moral.

Dirigida por Camila Rocha, esta pieza, nunca mejor dicho, tiene en lo danzístico una de sus mayores fortalezas. Tanto la partitura elaborada por Rocha, como la interpretación de Díaz, además de estar provistas de gran belleza visual, provocan en el espectador un sobrecogimiento que no deja escapar su atención.

Por otra parte, el texto, también a cargo de Rocha, a pesar de complementarse con todos los elementos de la puesta, suele lanzar reflexiones un tanto naíf y redundar en imágenes y conceptos que quedan sobreentendidos gracias a una puesta en escena muy bien cuidada y conceptualmente bien elaborada. Quizás este sea uno de los puntos más débiles en la primera incursión de la cochabambina como directora teatral.

La mezcla de video realizada en vivo por el VJ Viruz es otro de los elementos destacables en el montaje de Pieza Frágil. Principalmente cuando se ocupa de amplificar las emociones y sensaciones que la representación que la protagonista desarrolla con los bloques de hielo, en una espectacular muestra de resistencia.

Finalmente, Alejandra Díaz, más allá de su notable capacidad física y técnica en la danza, tiene un gran potencial actoral que en ningún momento se ve afectado por las duras exigencias impuestas desde la dirección.

“Pieza frágil” parece ser todavía una obra en construcción, pero en sus pilares, en su estructura, uno adivina los rasgos de una obra mayor.

Periodista – [email protected]