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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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Balzac 2.0



Sobre la vida del novelista francés Honoré de Balzac (1799 - 1850), autor de La comedia humana.

Eugenia está sentada frente al jardín donde caminó por primera con Carlos; y solo quedan los recuerdos. De eso ya son siete años. No. Son más de siete años. En su lugar está el dinero que su padre dejó. Pero eso no le importa a ella. Ni los pretendientes que le piden matrimonio: por el dinero; jamás por amor.

Hay escritores que crean un mundo; hay escritores que crean un universo. Balzac pertenece a esta última categoría. Poco después de ganar el Premio Nobel, el escritor estadounidense William Faulkner decía en una entrevista: «Cada vez regreso a la lectura de la Biblia y a Balzac; son los motores de mi escritura».

Balzac quiso abarcar y condensar toda la realidad francesa del siglo XIX en sus novelas. Fue un escritor infatigable (al igual que Víctor Hugo). En su juventud, su padre se opuso a que fuera artista. Él quería que estudiara Derecho. Y Balzac lo hizo, pero, después de ejercer pocos meses, se enclaustró en la escritura.

Quiso competir «contra el registro civil», como él dijo en una carta a su amada secreta. No tuvo un talento para la escritura, sino que lo forjó. Sus primeros intentos de escritura fueron unos poemas históricos bajo el nombre Cromwell (1820). Los presentó a un profesor de Literatura y este los rechazó.

Pese a esta primera negativa, Balzac se dedicó a escribir novelas de folletines junto a un escritor que conoció, llamado Auguste Lepoitevin. En el período que va de 1821 a 1829, Balzac escribirá por encargo de editores sin escrúpulos, bajo varios pseudónimos, a veces incluso permitiendo que otros firmen sus obras.

Escribirá multitud de novelas de ínfima calidad (al menos se conocen nueve de ellas, pero se sospecha de al menos otras tantas; el propio Balzac no quiso dejar constancia de cuáles eran suyas). También escribiría obras de ciencias naturales, historia, artículos periodísticos, panfletos políticos. Balzac vendió su alma al mejor postor.

Con el dinero ganado, decidió publicar las obras completas de La Fontaine y Moliere. Fue un fracaso total: la edición es de mala calidad, letra pequeña y encuadernación deficiente. Luego abrirá una editorial llamada Marais. Será otro fracaso estrepitoso. Por último, fundará un periódico que le acarreará muchos gastos.

A la edad de 30 años, casi en la bancarrota; con una amante 15 años mayor que él, encontrará un libro que narra la guerra de los Chuanes. Después de leerlo e influido con la prosa de Sir Walter Scott, escribirá una versión de este episodio. Allí nacerá el trabajo de su vida: La comedia humana.

La comedia humana, según las palabras de Balzac, es una obra que reúne todas sus novelas (en sus planes estaba hacer 137 novelas). Escribía alrededor de 15 horas diarias, en la tranquilidad de la noche, y bebiendo litros de café negro. Lo hacía en completo aislamiento, por lo que la crítica se ha cuestionado de dónde podía obtener el autor el aluvión de datos de todo tipo (sociedad, economía, sucesos, habladurías) que saturan sus novelas.

La capacidad de Balzac está en la creación de personajes, base para toda buena novela. Y en la verosimilitud y en la prosa sencilla. Pero, sobre todo, en la creación de personajes que son arquetipos del ser humano: avaros, enamorados, viciosos, nobles.

«Eugenia Grandet» forma parte de La comedia humana. Es la eterna Penélope que esperará a su amado. Sentada en un banco y frente al jardín, tejerá un mantel. «El dinero no compra todo», piensa. «Ni siquiera mi salvación».

Periodista y escritor - [email protected]