Ahora que he vuelto a vivir con mi hijo Rodríguez conversamos bastante. Por las mañanas cuando desayunamos y por la tarde cuando vuelve de su trabajo de computín especializado en hardware, comentamos las novedades. En estos días abundan, ya que uno quiere saber qué nueva desafinada ha brotado del turbio cacumen del presidente de los Estaos Unios, el temido y odiado Trump. Y la verdad es que siempre sale con algo interesante… amén de siniestro. CNN se refocila contando los detalles.

Para mi generación es el enemigo. Al menos para aquellos que alguna vez optamos (y muchos nos quedaremos así hasta que reventemos) por la justicia social, la protección ecológica, la defensa de las minorías, el apoyo a los más pobres y los viejos, los valores de la diversidad, la libertad de movimientos, el sano laicismo, la cultura como un valor, el derecho universal a la salud, etc. Hemos ido anotando los atrevidos atentados de Trump a tales conceptos. ¿Está amojonando una contrarrevolución integral? Pues sí…

No preocupes, dice Rodríguez. El “goldo” asegura que Trump no terminará su mandato. ¿De qué goldo me hablas? De Michael Moore... ¿Ese payaso?, pregunto. Sabe de conspiraciones, no te equivoques, replica. ¿Y por qué no iba a terminar su mandato? Pues por poner a su país al borde una guerra nuclear. Está toreando a China, Rusia, la Unión Europea, Japón y México. Está abriendo camino para provocar una guerra económica y comercial de proporciones con su afán de restablecer el proteccionismo y acabar con la globalización. Se ha manifestado contra el cambio climático, las minorías étnicas, la migración, la comida saludable, la vestimenta de las mujeres, incluso el derecho a dormir… Además, siguió Rodríguez, ha dado público apoyo a la aplicación de la tortura, está practicando el nepotismo familiar, se rodea de puros blanquitos peinados a la gomina, y las ha emprendido contra los palestinos, con lo que ha costado pacificar algo esa zona… ¡Dato no menor: la comida chatarra vuelve a la Casa Blanca!

Bueno, eso no es todo, le queda muchísimo por revolucionar. Según Rodríguez, Trump está a punto de provocar una catástrofe institucional, un quiebre en la unión con sus políticas, hay estados al borde la ruptura, el parlamento y el poder judicial están empezando a cuestionar sus barrabasadas. Hay varios países que no lo quieren de visita, incluido su aliado máximo, el Reino Unido, que mandó a su vieja líder del Brexit a parlamentar y no le dieron mayor bola. Los australianos están enojados.

Lo peor, gime Rodríguez, se rumorea que las ha agarrado con los juegos de computador, con Nintendo, PlayStation y otros productos del genio nipón. ¿Qué va a pasar?, dice. Va a haber suicidios en masa, ofensivas virtuales, quiebra de empresas, tristeza. ¡Oh, no!

Me temo que desde Hitler, por sólo hablar de siglo XX, no ha salido a la palestra ningún otro personaje que ponga al planeta tan en el borde de una diarrea terminal como este farandulero terrorífico y arrogante. El problema es que representa lo más oscuramente propio de esa cultura, la gringa, que hemos estado venerando como santos pelotudos desde hace décadas. Hasta creemos que el Oscar representa el mejor cine del mundo, y tragamos Coca Cola como si fuera agua bendita.

Escritor chileno - www.bartolomeleal.cl