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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Moonlight



Una reseña del filme dirigido por Barry Jenkins, que ha sido nominado a ochos premios Oscar, entre ellos mejor película.

A Chiron le apodan Little y tiene ocho años. Y lo persiguen. Escapa hacia unos departamentos abandonados y se encierra en una habitación. Sus perseguidores (unos niños al igual que él) lanzan piedras a la ventana y gritan. Chiron no soporta el ruido y se acuclilla en una esquina, cubriéndose los oídos. Más tarde (el tiempo se alarga o se contrae con facilidad) aparece su salvador (¿un profeta?, ¿un santo?): Juan, un expendedor de drogas, de dientes de plata y con la mirada más triste del mundo.

Moonlight es una película dirigida por Barry Jenkins, basada en la obra de teatro “In Moonlight Black Boys Look Blue”, de Tarell Alvin McCraney.

Barry Jenkins dirige una excelente historia de amor que debe mucho al director hongkonés Wong Kar-wai y su película Happy Together, de 1997. Wong Kar-wai mostró que el amor era un desgarro perenne y la soledad también era otra forma de amar: en planos lentos del humo de un cigarrillo que hacía recordar unos labios o unos besos que ya no están y en su lugar está el sabor amargo del tabaco (del ayer y de la imagen, que es lo mismo que decir: el pasado).

Juan le dice a Chiron (en una traducción libre y pirata): “Los negros somos azules bajo la luz de la luna”. Están frente al mar y Juan parece llorar, pero no llora. “Una anciana me lo dijo cuando era niño, todos los hombres negros somos azules bajo la luz de la luna y ese color es el color de la tristeza”.

Barry Jenkins deja de lado a su inmediato superior que es el director afroamericano Spike Lee. Prefiere hacer un homenaje a Happy Together (una de las mejores películas de amor del siglo XX). En esta dos enamorados hongkoneses se escapan a la Argentina para vivir su propio idilio y darse cuenta de que el amor es, sobre todo, separación (y tango y cocinas sucias de restaurantes casi abandonados).

Chiron tiene una madre adicta. Le grita: “¡Eres un marica!”. Y Chiron escapa y se queda con Juan. Pregunta: “¿Qué es un marica?”. Juan responde: “Es una palabra usada para que los gays se sientan mal”. Chiron, dubitativo, pregunta: “¿Yo soy un marica?”. Juan responde: “No. Puedes ser gay, pero nadie te puede llamar marica. Te darás cuenta cuando pasen los años, ahora no. No tienes que saberlo ahora mismo”.

Moonlight también es una película sobre la diversidad y el descubrimiento (bebe de la eterna fuente de J. D. Salinger y su El guardián entre el centeno). ¿Cuántas formas de amar existen? ¿Es posible amar sin sufrir? ¿El sufrimiento es un bautizo para acceder a la madurez? ¿Quién te dice cómo debes amar? ¿O tal vez todos estamos perdidos y con miedo a pesar de los años y la experiencia?

Chiron se enamora. Kevin tiene la misma edad de Chiron. Están ahora en la adolescencia y frente al mar (a la oscuridad del mar) se miran y las olas bordean sus pies.

Barry Jenkins también es el heredero de Almodóvar por el uso de la música (en una escena utiliza “Cu-cu-ru-cu paloma”, como lo hace Almodóvar en su película Hable con ella) y de los planos largos, donde el personaje piensa sobre sí y trata de descubrirse.

Chiron crece y vive como Juan lo hacía; también se convirtió en un expendedor de drogas. Y está solo. Ya no es un muchacho flaco y tímido. Pero solo por fuera. Por dentro aún se muere de miedo y de tristeza. Y de soledad. Apenas duerme y apenas vive. Su madre está internada en un centro de rehabilitación. Y cada día sigue una rutina. La rutina del vivir. Hasta que una madrugada recibe una llamada. No la esperaba, pero el amor es así. Nunca lo esperas.

Escritor y periodista - [email protected]