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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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FERIA LIBRE

Gracias Leon

Gracias Leon
Amigos Ramonadictos, no puedo dejar de ofrecerles estas notas súbitas en memoria de un músico tan querido para mí como fue el recién fallecido Leon Russell. Su música me acompañó en una fase que es tal vez poco trascendente en la vida de cualquier autor, por modesto que sea, pero que no deja de tener su encanto: la crianza de niños. Pues durante varios años me tocó ir con mis tres hijos chiquitos (dos hembras y un varón) a la playa durante incontables fines de semana y vacaciones veraniegas.

Era un viaje de casi tres horas en auto y exigía un stock amplio de música para entretenerlos. Y entre ellos había tres álbumes (en casettes) de Leon Russell: Leon Russell and the Shelter People (1971), Leon Live (1973) y Will O’ The Wisp (Fuego Fatuo, 1975). El tema inicial de este álbum, “Little Hideaway” (Pequeño Escondrijo) anunciaba a los niños lo que serían los paseos por la playa y los roqueríos, los bosques sombríos y las dunas doradas de nuestro destino. En dos palabras, el misterio, cuyo preludio era la voz ronca y aguardentosa de Leon Russell, más los efectos de su verdadero arsenal de instrumentos acústicos y electrónicos usados en ese extraño tema y en su intro. “Un lugar para ver el sol, cuando el día se va, lejos de todo el mundo”, como promete la canción, fascinaba a los infantes.

Un rock potente y ecléctico, cantable y melodioso, por ese maestro de los teclados (piano, órgano, clavinet, sintetizador, etc.) cantante y compositor, un loco por el blues, el funk y el gospel, un arreglista incomparable y un experimentador osado aunque amigable. Un músico respetado por sus pares y que en cada grabación convocaba a los mejores, quienes a su vez lo invitaban a formar parte de sus bandas y en sus giras.

Mis hijos lo pedían sin saber esas cosas por cierto, y solo accedían a ratos al resto del repertorio que yo les ofrecía: Brenda Lee (la que canta es la hija decía mi hija más chiquita cuando sonaba “Let’s Jump the Broomstick”), Fats Domino, Dr. John (que cantaba parecido al gordo Domino según la misma opinaba, a sus cinco años), Boris Vian, León Gieco y Little Richard (a quien hubo que descartar porque mi hija más grande lo detestaba). Pero fueron los ritmos de la mano izquierda del gran Leon Russell los que mantenían aplacados a mis inquietos hijos en la congestionada carretera. El hijo varón llamaba a esa la música el “Weñe Weñe” por el tono levemente gangoso de la voz magnética y cálida de Russell.

Toda la info de su trayectoria está en la red, naturalmente, pero Mads Dogs and Englishmen (álbum y película, 1970-71), la gira donde acompañó a Joe Cocker, es uno de esos momentos sublimes que sólo la gran música puede dar... Toda música tiene su tiempo afectivo y no hay necesidad de estar todo el tiempo al día, opinaba mi amigo Wilberio Mardones, fanático secreto de Leon Russell. Se había pasado lloriqueando frente a Youtube dándose una sobredosis de Leon. Para hacerse el macho me contaba que se casó en segundas náuseas con la cantante que le acompañaba, Mary Bridges, maravillosa, que le dio tres hijos y después le metió juicio por no pagarle en los álbumes que grabaron juntos; pero llegaron a un arreglo. Buen padre, le dije. Seguro, replicó, aunque experto en cuidar su negocio. Su arte, me enojé, no seas tan zafio...

Escritor chileno - www.bartolomeleal.cl