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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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La privacidad de Snowden

La privacidad de Snowden

Crítica de Snowden, la nueva película del director Oliver Stone, acerca de la vida del exagente de la NSA que denunció el espionaje masivo en Estados Unidos.

¿Tendré privacidad? Me encuentro a solo media hora del Pentágono. Hago hora en Shirlington (Arlington), comiendo dos tacos baratos, probablemente cocinados por indocumentados. En el debate presidencial, la inefable Hillary Clinton fulminó al bufón de rostro anaranjado y peluquín ridículo llamado Donald Trump. Se registra uno que otro ataque terrorista en Nueva York. Y los nuevos apuntes al interior del imperio informan sobre afroamericanos y latinoamericanos cuidando niños en las escuelas cerca del Pentágono, utilizando siempre walkie talkies para informar sobre todos los movimientos de los hijos de militares y civiles. Lo más importante es siempre la seguridad. Lo dice claramente la película Snowden: “La gente no quiere libertad, quiere seguridad”. Termino de comer los tacos. Dejo poca propina y me voy al cine a ver la nueva cinta de Oliver Stone. Voy con dos amigos: un ginecólogo y su novia, una profesora de estudios femeninos en George Washington University.

En la no-privacidad del cine

En los últimos años, Oliver Stone tiene la buena costumbre, como buen polemizador, de realizar películas sobre figuras políticas controversiales en medio de elecciones presidenciales. En 2008, durante la elección de Barack Obama vs John McCain, dirigió W, una sátira sobre George W. Bush, filme en el que fue criticado por ser empático con el elemental presidente tejano. Ahora le toca a Snowden. ¿Será una provocación adrede? La estrena en octubre, justamente cuando empieza la temporada a ser considerada para los premios Oscar. No creo que la Academia le de bola a Stone. A los de la Academia no les gustan mucho los izquierdosos.

Snowden, película protagonizada por Joshep Gordon Levitt y Shailene Woodley, y escrita por Kieran Fitzgerald y Oliver Stone, es un filme que el cineasta rodó al dejar de lado un proyecto sobre los últimos años de Martin Luther King. Capitales alemanes y franceses financiaron la película, sin ningún estudio gringo involucrado. El cronograma de filmación fue tan apretado, que Stone dejó de ir al funeral de su mamá cuando falleció. La obsesión y la pasión de Oliver por su trabajo son tan fuertes, que el propio Edward Snowden lo describió como “una persona que ni te mira a los ojos, porque está consumida por su necesidad de contar una historia. Es alguien infeccioso”. Stone se reunió nueve veces con Snowden en Rusia. Se nota que Joshep Gordon Levitt, el director y Edward Snowden son buenos amigos. La buena onda llega a tal punto que, en su programa Hit Record, Gordon Levitt entrevistó al exagente sobre la importancia de la democracia en Estados Unidos.

La película cuenta la historia de Edward Snowden, un idealista consultor tecnológico de la CIA (Inteligencia de EEUU) y la NSA (Agencia de Seguridad Nacional), quien, tras revelar que los agentes de su país estaban violando los derechos de privacidad al espiar a todos los ciudadanos estadounidenses, buscó asilo político en Rusia. La cinta cuenta los dilemas morales de Snowden al saber que su privacidad estaba siendo violada, la relación amorosa con su esposa y, finalmente, su conflicto al tener que “servir” a su país espiándolo.

En la sala había un gringo a mi lado. Estaba solo y concentrado. ¿Tendría miedo? En una escena, le preguntan a Snowden, cuando entra a la CIA, si piensa que Estados Unidos es el mejor país del mundo. Snowden responde que sí. Me río a carcajadas. El ginecólogo, la profesora feminista y el gringo circunspecto se incomodan. No volveré a reír más. Pero comentarios absurdos como esos siempre alegran.

La paranoia de Snowden de sentirse espiado todo el tiempo logra escenas increíbles, como cuando, al estar en la intimidad con su bella esposa, se siente observado por la camarita de su computadora. No por nada, desde que se denunció el espionaje Edward y Oliver siempre ponen una curita a las cámaras de sus computadoras. ¿Por qué nos espían? ¿Será que me espían ahora? Otra escena increíblemente lograda es cuando un jefe, mediante una conversación por teleconferencia, trata de calmar a un celoso Snowden, al asegurarle que su novia no le está siendo infiel. Estremece la cara del jefe en toda la pantalla gigante haciendo ver pequeño a Snowden, quien, atónito, solo escucha.

Cinematográficamente, la escena que más llama la atención es la que todos ya deben conocer al ver el trailer. Se trata de la escena del cubo de colores. Es increíble cómo Snowden guardó toda la información de los mecanismos de espionaje de la inteligencia estadounidense y cómo este cubo multicolor logró pasar la seguridad en la NSA. Pese a que sabemos que el cubo pasará la seguridad, uno no deja de emocionarse con esta escena. No por no saber lo que va pasar, sino al querer saber cómo. En el cine actual, ya todo se sabe desde el trailer. El encanto está en saber cómo suceden las cosas. Esta es una lección básica de dramaturgia.

Gordon Levitt es un buen tipo y un actor entregado a su oficio. Para él, la máxima reafirmación de su interpretación fue cuando el papá, la mamá, la madrastra y la abuelita de Edward le agradecieron. Por otro lado, hay que felicitar a la encantadora Shailene Woodley. Su rol no es el de la típica lady in distress, sino el de la compañera fiel que interpela al personaje principal. Es una lástima que, al final de la película, esa subtrama no llegue a cerrarse del todo, dado el sutil engolosinamiento propagandístico con el que Stone sorprende.

Existen momentos muy acertados del montaje, especialmente en la combinación del documental, reportaje televisivo y ficción. Otros aciertos son la metáfora del ojo como depositario de toda la red espiada, al igual que imágenes satirizando a Hillary Clinton, a Obama y a todo el establishment gringo que cuestiona al que para este es un mero soplón. Lo que pasó con Evo Morales, cuando los gringos pensaron que llevaba a Snowden en su avión presidencial, también es mostrado. Evo, cuate personal de progre izquierdoso Oliver, sale por lo menos tres veces en la película. Para la intelligentsia gringa radicalmente proge, Evo sigue vigente. Si el fetiche tercermundista de Sean Penn es el Chapo Guzmán, para Oliver parece que es Evo. Y eso, en términos de una Bolivia “for export”, es algo muy interesante.

La necesaria glorificación de la no-privacidad

Salimos del cine. “¿Por qué Oliver Stone hace estas películas?”, pregunta la profesora de estudios feministas. “Porque es Oliver Stone”, responde el ginecólogo. Tengo mis dudas sobre si lo que hizo Snowden estuvo mal o bien. Pero, al escuchar a la pareja decir que espiar a la ciudadanía estadounidense sin que la gente lo sepa es algo malo, aclaré mis dudas. Al fin y al cabo, no lograron nada con esas medidas. Los ataques terroristas siguen, cada vez hay mas asesinatos en masa y el mundo se sigue cayendo a pedazos.

Se podría decir que la pareja con la que hablé es valiente. Aunque ni el ginecólogo ni la profesora de estudios feministas existen. Se inventaron estos personajes para que pueda hablar de ellos. Hablar de estos temas de manera pública, al interior del imperio, es sumamente peligroso. Yo doy la cara. La paranoia no ha calado tanto en mí. Pero, por si acaso, a poner una curita en la cámara de mi computadora.

Al fin y el cabo, lo que con su acto de heroísmo quería Snowden fue generar un debate. No debe ser nada divertido vivir en Rusia. Admiro a su esposa por la renuncia que hizo por él. Lastimosamente, el debate no prosperó. La no-violación de privacidad no está en las agendas de campaña de Hillary Clinton ni de Donald Trump. Y el costo que pagó Snowden fue muy alto: ser un soplón para la “seguridad nashional” y tal vez no volver nunca más a Estados Unidos.

Oliver Stone y Edward Snowden me convencieron. Edward es un héroe, además de una persona lucida y quijotesca. En un establishment hipócrita, Bernie Sanders y Edward Snowden merecen todo mi respeto, no por izquierdosos, sino porque la verdad y el debatir la verdad nos hará libres, así no quede de otra que vivir en Rusia. Los héroes, acordándome de Carlos Mesa y María Galindo en su programa de debate Fósforo y Gasolina, son figuras extremas porque mueren por su patria, reivindican el martirio y anulan el placer. En este caso, Snowden no reivindica el martirio. No murió, sino que escogió otra cárcel para su libertad, para su privacidad. Su libertad de pensamiento está intacta y su sacrificio, aparentemente, no fue en beneficio de la patria, sino que se volvió un antihéroe y un posible paria para el anquilosado sistema político estadounidense.

Está claro que, con la sorpresa al final de la película, Oliver Stone expone su posición sobre Snowden. La glorificación de Oliver es necesaria. Desde Nacido el 4 de julio, no vi a un Stone rindiendo un homenaje a una figura controversial antiestablishment de esta manera. Luego de escuchar al exagente en entrevistas en Youtube, me convenzo más de su idealismo. Lo paradójico es que, en el típico anonimato gringo, donde nadie es alguien, salvo que logre triunfar en los parámetros que el sistema exige, la supuesta traición es una forma de reconocimiento. Antes, mientras sabía de las violaciones a la privacidad, Snowden no era conocido por nadie. Ahora que todos saben de esas violaciones, el debate público no logró nada y el exagente perdió un cacho su privacidad, ya que todo el mundo sabe quién es y qué hace. Interesante paradoja.

Los dejo con un discurso del propio Snowden, al hablar apasionadamente en una sección de preguntas y respuestas junto a Oliver Stone, Joshep Gordon Levitt y Shailene Woodley, en Nueva York, luego de la premiere de la película: “La privacidad no es algo que tienes que esconder, es algo que tienes que proteger. La privacidad es el derecho a uno mismo, para compartir el mundo en tus propios términos. Si no tenemos privacidad, perdemos la oportunidad de cometer errores. La libertad no tiene sentido si no hay privacidad. Si no tienes privacidad, no tienes nada para ti. Debatir que no te importa tu privacidad porque no tienes nada que esconder es como decir que no te importa la libertad de expresión porque no tienes nada que decir”. Brillante, Eddy querido. Un abrazo hasta Rusia, con cautela.

Por el momento, a los que viven en Estados Unidos, a poner curitas en las cámaras de sus computadoras. Lo recomienda Snowden. Por algo será....

Cineasta boliviano radicado en EEUU - [email protected]