Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 17:03

ENTREVISTA CON EL POETA COCHABAMBINO, RECIENTE GANADOR DEL X CONCURSO DE POESÍA PARA JÓVENES 2016.

Roberto Oropeza: “Conseguir la unidad temática es un asunto complicado”

Roberto Oropeza: “Conseguir la unidad temática es un asunto complicado”



El escritor y editor cochabambino Roberto Oropeza, miembro de la editorial Yerba Mala Cartonera y del proyecto digital La Ubre Amarga, nos habla sobre el reciente reconocimiento a su poemario Ferro, en la X versión del Concurso de Poesía para Jóvenes 2016, que busca capacitar a jóvenes del país a través del Taller Internacional de Poesía Pablo Neruda, con diálogos y recitales en universidades y en centros culturales en Santiago de Chile.

-Acabas de obtener el primer lugar del X Concurso de Poesía para Jóvenes 2016, organizado por la Cámara Departamental del Libro de La Paz (CDLLP), la Fundación Pablo Neruda y el Consulado de Chile. ¿En qué momento te encuentra este reconocimiento?

En un momento de mucha actividad, tanto colectiva como individual. Estoy primero con las actividades de la Editorial Yerba Mala Cartonera -de la que formo parte-, organizando la primera Feria de Editoriales Independientes acá en Cochabamba. A nivel personal, trabajo en un nuevo poemario, que vendría a ser como la pausa y respiro después de la “violencia” de Ferro. En conclusión, todo está muy agitado y no hay tiempo para pensar detenidamente en el premio, lo cual es positivo.

-Básicamente, el premio consiste en la posibilidad de viajar hasta la capital chilena y ser parte, durante dos semanas, de los talleres que imparte la Fundación Pablo Neruda. ¿Qué importancia le otorgas a la formación vía talleres?

Mi formación ha sido exclusivamente vía talleres. En Cochabamba, no contamos con una carrera de Literatura. Por lo tanto, si uno siente inclinación hacia las letras tiene que ir obligatoriamente a estudiar a La Paz. Ese no ha sido mi caso, así que le debo el crédito y reconocimiento a los talleres impartidos en mi ciudad, y en especial a los realizados por el área de Letras del mARTadero.

-Ahora háblanos de Ferro, libro con el que obtuviste este premio. ¿Cómo se fue construyendo, teniendo en cuenta el comunicado público del jurado que nos dice: “Una obra adecuadamente trabajada que, por su estructura y continuidad, demuestra unidad temática y estilística”? ¿De qué manera lograste que tu propuesta se leyese de este modo?

Conseguir la unidad temática es un asunto complicado, al menos para mí. Soy muy disperso y mis textos van en varias direcciones y sin un centro. Así fue el inicio de Ferro, sin brújula. Con el tiempo y consejos de los amigos de verdad, empecé a hilar los textos, a agrupar aquellos que hablaban de algo -la pérdida del padre- y a trabajar sobre esa base. Si bien había publicado antes un poemario, Invisible natural (2009), creo que en Ferro hay un trabajo más de carpintería, atendiendo todos los detalles al mínimo. Cada texto tiene una función vital dentro del poemario, construyendo sus puertas y tirando la llave.

-Entiendo que Ferro lleva un tiempo como poemario inédito, habiendo sido incluso rechazado en el -eternamente- desierto Concurso Municipal de Poesía Edmundo Camargo. ¿Cómo lo enfrentas en relación a tus nuevos trabajos? ¿Qué piensas tú mismo del libro con esta breve distancia?

Creo que es un golpe de suerte que Ferro haya ganado y salga a la luz dos años después de haberlo terminado. He logrado dejarlo atrás sin mucho drama y complicación para continuar escribiendo otras cosas. Si hubiera ocurrido lo contrario, me habría significado un gran problema: bloqueo creativo y la duda sobre cómo continuar después de él. Por suerte, no ha sido así. Aunque es posible que tarde un buen tiempo en publicar algo nuevamente, pero no por falta de ideas, sino por llevar más lejos aún la carpintería que hay en Ferro.

-Por último, ¿cómo ves la situación actual de la poesía boliviana y qué autores jóvenes recomiendas?

Gracias a los encuentros de poesía como Panza de Oro (Bolivia) y Tea Party (Chile), que tienen como misión darle aliento y continuidad a las nuevas voces de la poesía boliviana, vamos por buen camino; pero lo que se extraña son los talleres de literatura como propiciadores para el surgimiento de nuevas voces. Sin esos espacios volveremos a depender de lo que diga La Paz y eso sería retroceder. Entre los jóvenes autores a recomendar -que ya no son tan jóvenes- me gustaría nombrar a Pablo César Espinoza, José Laura, Iris Kiya e Ingrid Bringas, esta última poeta mexicana que dentro de poco publicaremos en la Editorial Yerba Mala Cartonera.

Centro cultural - www.martadero.org