Este número ha tenido un debut en sociedad del brazo de la Brigada Parlamentaria y de su editorial, Kipus, el día 19 de los corrientes. No es usual que una publicación que va por el cuarto número lo tenga, pero sí es un acontecimiento que una revista pase con creces el número cero…

Su contenido, a saber:

El editorial puede considerárselo casi un lugar común, pero susceptible de colocárselo en un globito sobre la cabeza de tirios y troyanos, sin que nos remuerda la conciencia.

El artículo principal de la Illa 4 se refiere a la universidad indígena, ignorada, por motivos presumibles y socapados, por la prensa tradicional: en unos edificios construidos específicamente para el estudio, acuden, desde pueblos rurales, centenares de hijos originarios a estudiar, habitar y alimentarse gratuitamente, con tan solo el compromiso de utilizar sus nuevos conocimientos para ayudar a sus comunidades. ¿No era a esto a lo que apuntaban las universidades públicas de Bolivia?, ¿estas que hoy mismo dan un espectáculo descompuesto que, más bien, anima a la privatización de la educación? Fue un verdadero descubrimiento llegar a una de estas universidades, en Chimoré, visita recomendable para todos. Algo de ella está en la revista.

La cultura sí viaja y lo hace solo en las maletas de los emigrantes. Álvaro Salazar lo cuenta, y lo cuenta muy bien. Murcia tiene su enclave boliviano desde donde emergen música, aroma de cocina, incienso de santos y vírgenes, con tanta intensidad como en Quillacollo.

En el repaso de las páginas, resalta una crítica del affaire Zapata, en el que esa suerte de diva juega con periodistas y medios como juega el gato maula con el mísero ratón, para parafrasear a Celedonio Flores; los suicidios de la humanidad enumerados por Hawking; la interrogante de dónde se habrá metido Juan, el autonombrado Sin Miedo, después de su desaparición dentro de una urna; las siempre sesudas y didácticas reflexiones de Rodolfo Siñani y las irrefrenables de Celso Montaño; el recordatorio de la filosofía en la que se apoya el proceso de cambio, de Toribio Rocabado; la sabrosa anécdota literaria del cronista-arquitecto Loro Laredo; el liderazgo del capitán de la “Selección” boliviana, Evo Morales; la entrevista al gobernador, relativa al quechua, en la que se compromete a rendir examen; las consecuencias del capitalismo en las estafas (VW) y de su política (terrorismo), analizadas por periodistas europeos, y la visita de Pepe Mujica a Cochabamba, donde alternó con —comenzamos y terminamos con estos ciudadanos— tirios y troyanos.

Y todo esto, es decir, todo, en dos lenguas: quechua, en este idioma, gracias a Toribio Rocabado.

Sí, creemos que la revista Illa 4 mereció su chichita de honor. Se vende en Kipus de la Hamiraya y Plural de la Nataniel Aguirre.



Periodista y escritor - [email protected]