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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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UN REPASO A LA ÚLTIMA DÉCADA DE ABBAS KIAROSTAMI, EN LA QUE REALIZÓ LOS LARGOMETRAJES SHIRIN, COPIE CONFORME Y LIKE SOMEONE IN LOVE.

El otoño en el extranjero

El otoño en el extranjero



Después de tres décadas basado en Irán, con la censura manteniendo con él una tolerancia a medias entre la indiferencia y la perplejidad, desde el 2000 Abbas Kiarostami rodó el grueso de su obra fuera de su país. Dejando de lado cortometrajes y participaciones en proyectos colectivos, la producción del iraní en esa década y media se resume en tres largometrajes de ficción: Shirin (2008), Copie Conforme (2010) y Like someone in love (2012).

La primera fue la que mayor consternación provocó al ser estrenada, pues marcaba un quiebre radical en la filmografía de Kiarostami. En primer lugar, contaba con la participación de Juliette Binoche cuando hasta entonces el director había preferido actores naturales o como mucho intérpretes habituales dentro del circuito autoral iraní. De todos modos, lo en verdad impactante era el giro abiertamente metacinematográfico que tomaba el de Teherán. Si bien siempre se había interesado por el debate que la ficción y la realidad sostienen en el celuloide, dejando en claro que el cine no era sino un dispositivo — algo explícito en Close-Up, el final de Ta’m-e g’l’s... o la trilogía de Koker al completo — , nunca se había mostrado así de brusco y frontal. Los nuevos afectos posmodernos de Kiarostami no se escondían en una película que recreaba la leyenda persa de Shirin, pero en lugar de mostrar la acción de ese relato enfocaba durante todo el metraje las reacciones de un grupo de mujeres que miraba la película. No fue sino un experimento fallido, al ser la mayoría de esas mujeres actrices profesionales que filmaron sus partes sin ver la película en cuestión, siguiendo las instrucciones de un Kiarostami que tampoco sabía lo que ellas estarían viendo. El iraní añadió la película, un melodrama del que los espectadores solo escuchamos la narración y banda sonora, mucho después. De tal modo, lo que podía ser una valiosa investigación sobre la mirada femenina en el cine se autosaboteaba al gestarse como la proyección de un ego masculino que imaginaba cuáles podrían ser las reacciones de las mujeres frente a tal o cual situación.

El cambio en el método y estilo del iraní se confirmó en su siguiente proyecto, Copie Conforme, con Binoche como protagonista y rodada en Italia. Si el traspié de Shirin hacía temer lo peor, Copie Conforme a priori sonaba incluso más aberrante: una coproducción europea en la que acompañamos a una pareja madura mientras lidia con una crisis sentimental en Toscana. ¿Sería la clase de proyecto que se ofrece a un director de pasado prestigioso pero en horas bajas creativas, al estilo de los que rellenan la filmografía reciente de Allen o Wenders? Sí y no. En efecto, es la más accesible de las obras de Kiarostami, una película de resonancias pequeñoburguesas que no desentonaría entre los estrenos de gente como Moretti, Desplechin o Almodovar, que acostumbran llenar la cuota “sofisticada” de las marquesinas europeas. Por otro lado, planteada de inicio como un remake oblicuo de Viaggio in Italia, hacia la mitad del filme la historia toma un giro inadvertido, dando materialidad a las disquisiciones sobre lo real/original y su registro que integran el trabajo de uno de los protagonistas —el varón, un escritor interesado en el arte—, al tiempo que trastornan la trama por completo. A pesar de cierto machismo inherente y la recurrencia de algunas muletas visuales que aminoran el filme, se trata de la más enigmática e interesante de las obras tardías de Kiarostami, refrescando las reflexiones que el iraní planteó durante décadas sobre el potencial de verdad y belleza que se esconde tras lo construido.

La última película de Kiarostami es la menos lograda e impersonal de todas las que rodó. Basada en Japón y financiada por una compañía francesa, Like someone in love cuenta la historia de un curioso romance entre un profesor jubilado y una estudiante que ha incursionado en la prostitución. De nuevo nos encontramos ante una sinopsis inane y tan alejada de Kiarostami como la de su inmediata predecesora, con la visita a Japón perfilándolo como el típico proyecto que se agencia un cineasta otrora respetado cuando sabe que ha agotado su repertorio. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en una Copie Conforme que roza la altura poética alcanzada de ordinario por Kiarostami, Like someone in love se precipita de lleno en el cliché que prometen su título y trazado argumental. Es cierto que no faltan conversaciones en automóviles y una predilección por el relato más sugerido que explícito, también que se puede intuir un tono de comedia negra en el abordaje de la trama, pero eso no evita que el filme termine resultando pedestre en lo narrativo y ofuscado por el exotismo de Tokio en lo visual. En suma, quitando alguna puntada sobre la imposibilidad de finales categóricos en el cine, casi no parece un trabajo de Kiarostami. Es más, dada la reciente desaparición del iraní, Like someone in love podría confirmarlo en la lista de genios del cine que se despidieron con un bodrio. No pasa nada. Con gente tan distinguida como Billy Wilder, Alfred Hitchcock o Hal Ashby asomando por ahí, no cabe hablar de mala compañía o deméritos otoñales.

Crítico de música y cine- [email protected]