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Sobre la crítica de La nación clandestina

Sobre la crítica de La nación clandestina



El autor hace un repaso analítico de algunas lecturas dedicadas a la canónica cinta boliviana de 1989, dirigida por Jorge Sanjinés. El texto fue preparado para la serie “Estos apuntes de cine”, en el marco del Primer Taller de Espectadores de Cine “Con los ojos abiertos”.

Durante el último cuatrimestre de 2015 se desarrolló el Primer Taller Activo de Espectadores de Cine “Con los ojos abiertos”, desarrollado en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Mayor de San Andrés (La Paz). Con este motivo se ha publicado recientemente Estos apuntes de cine: una selección de notas escritas por diferentes autores (Sebastián Morales, Claudio Sánchez, Sergio Zapata, Agnès Vardá, Luis Ospina, Carlos Mayolo y Carlos Flores) recopiladas por Gabriela Paz y Pamela Romano.

En paralelo, la Carrera de Historia de la misma Facultad también desarrolló una serie de exhibiciones de películas nacionales con cineforos que permitieron revisitar algunos de los largometrajes más significativos de toda la filmografía nacional. Con tal motivo también se escribieron una serie de artículos que no han sido incluidos en Estos apuntes de cine, pero que sin duda alguna enriquecen el panorama general de la discusión, el debate y la investigación cinematográfica en Bolivia. Celebramos entonces la publicación de Estos apuntes de cine, con uno de los textos que quedó afuera y que ahonda sobre la lectura de las críticas de La nación clandestina (Jorge Sanjinés, 1989).

En 2009, cuando se cumplieron 20 años de la otorgación de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián (España) a la película de Jorge Sanjinés La nación clandestina, la revista on-line Cinemas Cine hizo una primera valoración de las críticas publicadas en Bolivia luego del estreno de la obra cumbre del cineasta boliviano en nuestro país.

El año 1990, Sanjinés estrena su largometraje más estudiado en un contexto bastante particular. Cinco años antes Bolivia fue marcada en su historia por el Decreto Supremo 21060, que estabiliza la economía y permite el libre mercado a través de la libre contratación y la libre importación, entre otras medidas y determinaciones. Este es el golpe más duro a la clase obrera en todo el siglo XX: he ahí la relocalización de los mineros y el fin de una época que signó al país como una nación minera. En este contexto, el panorama es el del neoliberalismo salvaje, una década (los noventa) que estaba marcada por las determinaciones económicas en favor de las empresas privadas y en desmedro de la población y el Estado. Además, había, entonces, el trauma de la dictadura y la herida abierta que ésta había producido en la sociedad. He ahí uno de los grandes factores de las lecturas que se hicieron sobre la película de Sanjinés.

Lo escrito sobre La nación clandestina el año de su estreno en Bolivia perfila la gran crisis de la crítica de cine en el país de aquellos años. El asesinato y tortura de Luis Espinal en 1980 marca a fuego la historia del oficio de la crítica de cine. El descabezamiento de un movimiento que proponía la mirada crítica desde el cine sobre la realidad nacional se quiebra con la atrocidad de la dictadura. Por supuesto que esto no es un privilegio de la crítica o el cine únicamente, sino que es parte de un sistemático trabajo de atropello general contra toda acción ciudadana que implicara el análisis y la propuesta en pos de cambiar una realidad concreta.

La revisión y análisis de lo escrito en ese momento acerca de la película de Sanjinés muestra la distancia entre el cine, la crítica y el público. Proponer una lectura de un filme que está cuestionando la construcción de la nueva sociedad boliviana (la negación del origen en procura de la aceptación en nuevo orden –la ciudad- para luego ser juzgado por la propia comunidad por este hecho), desde la abstracción de lo cinematográfico alejado de un análisis argumental profundo, es lo que marca el tono de las publicaciones de la época.

¿Qué se puede pedir a la crítica de cine? En un país como el nuestro, además de una necesidad de herramientas que permitan la lectura de un filme, también parece necesario incidir en la realidad nacional desde todo aquello que se escriba –sea o no sea crítica de cine–, esto quiere decir que en la Bolivia de hoy se debe tomar conciencia –más allá del cine por el cine– de la necesidad de agudizar la mirada ante cualquier hecho concreto. Siendo así, el cine es un detonador de nuevas ideas y conceptos, por eso mismo la crítica tendría que marcar estas tendencias como parte fundamental de su sentido. He aquí un asunto fundamental en la vida del hombre: la toma de posición frente a la existencia misma, la definición de cada quien para con cada cuestión. No se trata de una única afiliación con tal o cual idea, sino de una condición particular con ideas que rigen la acción de cada individuo.

Siguiendo este camino, desde una posición concreta, la lectura que hace Silvia Rivera Cusicanqui en 1990 (esta crítica puede ser leída en http://www.cinemascine.net/criticas/critica/Notas-en-torno-a-La-nacin-Clandestina) sobre la película de Sanjinés resulta particularmente interesante por el lugar desde donde se la hace. Desde la sociología, esta película parece explicar cuestiones que con los años han ido profundizándose constantemente hasta llegar a ser La nación clandestina la película boliviana sobre la cual se ha escrito más a lo largo de toda la historia del cine en Bolivia.

La nación clandestina podrá explicar el país de una época. Su vigencia se mantiene hasta hoy. La película de Sanjinés dialoga con una idealización de la sociedad andina. Este largometraje es una declaración de principios que con el pasar de los años podrá ser referencial o solo una anécdota leída a la luz del nuevo paradigma nacional que se establece desde la Nueva Constitución Política del Estado, que marca el nuevo orden del Estado Plurinacional de Bolivia.

La nación clandestina es mucho más que cine y por eso es válida cualquier lectura que se haga sobre ella. Sanjinés aquí pone de manifiesto toda su madurez creativa y reafirma su compromiso social, aquel que ha marcado todas las películas previas a este largometraje. No se puede entender este largometraje sin entender la posición política del autor y el contexto cuando se estrena. Hay aquí una puesta en valor de toda la teoría y filosofía andina que Sanjinés conoce y recupera, con todas las licencias que se le pueden brindar a un creador que aplica la teoría en la práctica. Siendo así, aún se puede afirmar que, por sus diversos valores asignados y por asignar, por lo que representa en la historia del arte boliviano, La nación clandestina es la mejor película que se haya hecho hasta hoy en nuestro país.

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