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500 Days of Summer: ¿crónica de un amor desahuciado?

500 Days of Summer: ¿crónica de un amor desahuciado?



Organizado por el Café Kafka e Iris producciones, cine Kafkesco cierra su ciclo “Amores raros/Amores frikis”, este martes 13, con la proyección de 500 Days of Summer (Marc Webb, 2009). La función arrancará a las 19:00, en el café de la C. Pasteur No. 139, entre Heroínas y Bolívar. A la función, que será gratuita, le seguirá una charla conducida por la psicóloga y socióloga Lourdes Saavedra Berbetty, de quien publicamos una reseña del filme.

Esta es la historia de un chico que conoce a una chica, pero más vale que sepan que no es una historia de amor. El eco de la voz del narrador nos introduce en la versátil, dinámica e inusual comedia dirigida Marc Webb con un guion original de Scott Neustadter, Michael H. Weber. El argumento no lineal, al ritmo de un calendario que gira y nos transporta al ejercicio de esa memoria tramposa que se estanca, retrocede y avanza al igual que las fichas de un rompecabezas que el espectador tiene que ir uniendo, para encontrar el momento justo en que el corazón de Tom Hansen se quiebra.

El director y los guionistas de esta película confiesan haber realizado una especie de catarsis en honor a las “Summers” que conocieron en su vida, mujeres distantes, hermosas y malditas bitches que disecaron sus corazones, tal como Webb menciona: “(cuando era más joven) Yo creía que el amor era la píldora mágica que conectaría mi alma con el universo y me daría una felicidad sin fin y sin esfuerzo”, pero luego cuando experimentaron más relaciones o pensaban en que ocurría con el amor después del amor, logran encontrar el punto de partida y llegada de sus actos amorosos fallidos, narrando una discontinua historia de una pareja en 500 días.

Los guionistas afirman admirar a Cameron Crowe y Woody Allen, lo cual aporta la atmósfera intimista y pop a su propuesta, como un largo videoclip, con la banda sonora que incluye a Morrissey, Belle and Sebastian, Regina Spector. Se descubre la preferencia de Summer por Ringo Star y hay referencias a películas como El graduado. Esta tendencia de utilizar la música como un soporte emocional es evidente en películas como Alta fidelidad de Stephen Frears, como recurso un tanto desgastado, pero que en el caso de la película de la que hablamos logra un efecto central. Escuchar tararear el inicio de la melodía de El auto fantástico a Summer nos transporta generacionalmente. Nos enamoramos un poco más de la protagonista y, afirmamos, Summer no es una chica común. También presentimos que algo sucede con ella, que su sentido práctico de la vida no armonizará con la educación sentimental de Tom Hansen.

La pareja de Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deschanel resulta una acertada elección que me atrevo decir icónica para el desarrollo de la película. Mientras que toda una generación quedó impactada con El eterno resplandor de una mente sin recuerdos, donde Jim Carrey y Kate Winslet nos transportan a los recovecos inalterables de la resistencia al olvido, Gordon-Levitt y Deschanel interpretan un amor posmoderno. Allí el mundo real y las expectativas son universos paralelos, no compatibles, plasmados en la pantalla dividida que retrata a un arquitecto que prefiere escribir frases románticas para otros, que serán distribuidas masivamente en tarjetas ante la imposibilidad de comunicar sus sentimientos. Mientras, su musa decidida e independiente, lejos de esos roles de sacrificio y dolor que enaltecen un amor romántico, se alimenta de generar el deseo en la elegante indiferencia de la histérica, portando atuendos vintage, lejos muy lejos de las divas hipersexuales de la década de los 80. Summer sabe que existe el amor, pero no le interesa compartirlo con Tom.

El grupo de soporte de Tom está conformado por sus amigos que testifican sus propias historias de amor. También por su hermana menor que, como asesora sentimental, va aconsejando con lucidez y aportando golpes de realidad, en la travesía de un antihéroe que debe sortear varios obstáculos, varios mitos del amor preconcebido para luego emprender una autobúsqueda de la felicidad. Bauman en el amor líquido nos habla de la fragilidad de los vínculos personales, de la supuesta hipoteca amorosa, de la transitoriedad de las relaciones de pareja en una época individualista en la que las relaciones fuertes son tomadas como peligrosas para los valores de autonomía personal. Teorizar sobre el amor es ponerle cascabeles a ese inexplicable sentimiento que, a pesar de ser complejo, cruel, encantador y difícil, es también una de las mejores experiencias que se pueden tener en la vida. Por esa razón es necesario sumergirse en la oscuridad, saborear un buen café y disfrutar paso a paso esta película que no nos ofrece un final feliz, pero sí nos revela una historia de amor friki, que no busca ser catalogada, menos juzgada, un amor al fin y al cabo con todas sus imperfecciones y consecuencias.

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