Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 00:24

> CINE/COLUMNA

[El Mala Fe] ¿Por qué tanto alboroto?

[El Mala Fe] ¿Por qué tanto alboroto?



¿Qué siempre es el mar pues? ¿Por qué tanto dolor? ¿Por qué tanto patriota insomne? ¿Será por lo que dice Óscar Cerruto? ¿El boliviano tiene montañas, pero no mar? ¿Olas de trigo y trigales, pero no mar? ¿Espuma azul los pinares, pero no mar? ¿Cielos de esmalte fundido, pero no mar? Me pregunto cuál habría sido la lógica de nuestra esperanza sin el cantar dolido de todos los marzos. Qué otra pérdida nos uniría hoy, si cada 23 no hubiéramos tenido que hacer el mea culpa cívico frente a esa “montaña de agua herida.” Qué otras preocupaciones tendríamos hoy, de no haber vivido esas tantas jornadas escolares conminando a las abuelitas chilenas a rendirse. Qué otros afanes ocuparían nuestro tiempo, si tantos presidentes no nos hubieran adormecido usando el tema del mar como opio frente al desastre. Tamaña repetición de acciones signadas por la desolación nos ha habituado, desde la más tierna infancia, a la nostalgia; nos ha acostumbrado al lamento. ¿Qué sería de nosotros sin el mar perdido? ¿Qué pasaría si lo recuperáramos? ¿Con qué otra ausencia llenaríamos nuestro vacío? ¿De qué nos lamentaríamos? ¿Sentiríamos nostalgia por el Mato Grosso? ¿Añoraríamos ya solamente la selección del 94?

Pero bueno, la cosa es más antigua y más profunda, como la piel de una mujer. El hombre del altiplano ha estado ligado vitalmente a las costas del pacífico desde hace miles de años... En Atacama no estuvieron nunca ni araucanos ni españoles. La nostalgia es entonces más entrañable, es “originaria”. Y ya que hablamos de lo originario estaría bien recordar lo que dijo alguna vez Aníbal Ponce sobre la nostalgia del mar: “la temperatura de los mares ancestrales sigue siendo todavía la temperatura óptima de la vida celular. No es, pues, al azar que el mar encuentra resonancias profundas en nuestra estructura anímica. Porque el mar mismo es el que rueda en nuestra sangre. ¡Llevamos el mar, amigos, debajo de la piel!”.

[email protected]