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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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“No te proteges del público, estás protegido con el público”

“No te proteges del público, estás protegido con el público”



Los integrantes de la compañía argentina Un Poyo Rojo, Luciano Rosso y Alfonso Barón, hablan, en esta entrevista, de su presencia en el sexto Festival Internacional de Danza Contemporánea del Centro Simón I. Patiño, que inauguraron el martes 1 y continuará hasta este domingo 13 de septiembre.

“Así se empieza un festival #Feliz”, proclamaba uno de los tantos mensajes en facebook y twitter que comentaron la obra que inauguró el sexto Festival Internacional de Danza Contemporánea del Centro Simón I. Patiño.

Luciano Rosso y Alfonso Barón, de la compañía argentina Un Poyo Rojo, se entregaron en escena y regalaron una historia que hizo reír y conmovió a los más de mil espectadores que se dieron cita a esta fiesta de la danza en Bolivia. El público cochabambino se entregó por completo a la obra y simplemente la disfrutó (salvo una que otra conservadora excepción. “Un Poyo Rojo”, que es también el nombre de la obra que trajeron, fue una propuesta fresca, chistosa, irreverente y cuestionadora.

Estos dos bailarines son tan increíblemente virtuosos así como humildes y abiertos a compartir. Casi como comentario sin importancia me cuentan de su apretada agenda en Europa y países del Asia. Luciano Rosso comenzó a los 18 años a hacer danza. Le encanta el teatro y la percusión y es autodidacta. Afirma que saca de cada arte lo que le gusta. Alfonso Barón comenzó haciendo rugby y varios otros deportes. A los 18 años comenzó con el teatro y es donde conoció la danza. También declara estar apasionado por la mixtura de lenguajes: ”Me siento atraído con los híbridos, creo que el arte te permite eso”.

- ¿Cómo nace el proyecto?

Luciano Rosso (LR): Nace en el año 2008, cuando Nicolás Poggi y yo nos conocimos, empezamos a crear algo muy cortito, como un número de varieté. Usamos la canción “En tu pelo”, muy conocida en Buenos Aires. Es una canción de Javier Solis, pero es una versión de Lía Crucet en cumbia. Trabajando mucho con Hermes Gaido, que es el director y no ayudó hacer una obra más completa, después recibimos un subsidio para terminarla y en 2009 estrenamos la obra. Con Nicolás trabajamos hasta el año 2010. En 2011 entró Alfonso a remplazarlo.

La obra nace de un vinculo real que teníamos con Nicolás, pues éramos pareja y vivíamos con Hermes también. El trabajo de armado fue muy intenso. Hermes vio que había mucho material de nosotros como seres humanos y el vínculo nuestro servía mucho para la obra. Comenzamos a incluir muchas cosas de nuestra convivencia. Al principio no estábamos seguros que la gente quería ver esto, pero, cuando lo comenzamos a mostrar, nos dimos cuenta de que funcionaba porque era la verdad puesta en un escenario la que estábamos mostrando.

- ¿Qué sentimientos crees que despierta la obra?

LR: De todo. Creo que es un abanico enorme. Creo que es una invitación a reflexionar más allá de que es una obra con humor y llena de códigos muy entendibles para todo el mundo. Te invita a reflexionar sobre quiénes somos como seres humanos, qué traemos, qué aprendemos, qué venimos hacer. Es una provocación también. Hay mucha gente que no quiere ver, que no quiere pensar y, bueno, el teatro es eso. Uno hace teatro para generar algo en otra persona. Hay mucha gente a la que le gusta y hay otra que la rechaza, y lo interesante es que hay gente que no sabe si le gustó o no.

- “Un Poyo Rojo” es una obra que ya ha tenido un proceso largo. ¿Podrían realizar una comparación sobre los inicios y lo que es hoy?

LR: Yo creo que es una obra que está viva. La obra que fue en 2009 no es la misma que es hoy y seguramente no será la misma el año que viene, porque tiene varios factores que la afectan todo el tiempo. Nosotros como intérpretes estamos atentos en agarrar esas cosas para transformar la obra, porque tiene mucha libertad para seguir componiendo la obra; más allá de que ya está hecha, se la puede reestructurar. También nosotros como artistas, como intérpretes ,vamos creciendo.

Alfonso Barón (AB): Mucha de la transformación y frescura que tiene este trabajo, algo que permite que la obra no sea hermética, que crezca todo el tiempo, tiene que ver con la mirada de la dirección. El director Hermes Gaido se encarga todo el tiempo de rescatar la esencia de lo que la obra quiere contar, cuida el contenido, empuja todo el tiempo para ir más allá y no quedarnos tranquilos en un lugar cómodo como intérpretes. Es muy importante el trabajo de la dirección. En esta gira, nuestro director tuvo un problema y nos tuvimos que separar; tuvimos que seguir solos y se nos hizo muy duro, se extraña mucho la visión del director, porque es un pilar que te va llevando por lugares a los que un intérprete no puede. Confió mucho en esa mirada. Desde el 1 de julio estamos separados: tuvo un accidente, se lastimó los pies.

- Cuéntenme sobre el uso de la radio en la obra...

AB: Un poyo rojo tiene un condimento especial: el tercer intérprete de Un Poyo Rojo es una radio en vivo en cada ciudad que visitamos. Ponemos una radio local aquí y ahora, y hace que la gente se sienta participe e identifique con cosas que conoce. Nosotros improvisamos y componemos a nivel físico con la música de ese momento. Por ejemplo tenemos una partitura donde nos cambiamos de ropa, pero el cómo será diferente de acuerdo a la música, si es una música sensual o si es electro. Tenemos una estructura, pero puede ir variando. Nos pasa algo lindo y es que hay gente que, te va parecer bizarro pero es real, en Buenos Aires nos ha venido a ver tipo seis o siete veces. Realmente cada vez es una obra distinta y no te cansas como intérprete, espectador. Por eso hace siete años esta obra se sigue sosteniendo.

LR: El teatro es una ficción y, de repente, cuando hay una línea de realidad que atraviesa esa ficción juega con un borde muy fino. La radio te cuenta lo que está pasando en tu ciudad en ese momento; es un recurso infinito, ponerlo en un escenario cada día es diferente y nos estimula. Te genera algo para que estés pendiente.

AB:La radio en vivo te genera un factor que es una palabra que a mi me encanta: riesgo. Te genera un estado de alerta, tan fresco, tan importante que tienes que estar atento a tomar ese estímulo, transformarlo y responder.

- Esto de trabajar con lo lúdico, con el humor parece difícil, sobre todo si quieres hacerlo bien y no caer en lo ridículo o cliché. Me pueden contar cómo ha sido abordado este trabajo.

LR: El humor es un género difícil, no es fácil hacer reír, lo mismo que llorar. Creo que es lo mismo, pero son opuestos. Nunca nos planteamos hacer una obra de humor; surgió porque es un lenguaje que le llega a todo el mundo y se fue dando porque pasaba eso y fuimos profundizando. El mensaje es más universal, habla del amor, del encuentro con otra persona. El amor también es rechazar al otro, no es solo el amor color de rosa y amar incondicionalmente. El amor también es separarse, competir, es un montón de cosas. Es un poco más abierto el concepto que intentamos trabajar. El humor es una parte de este trabajo y, por suerte, lo sabemos aprovechar, pero lo medimos. A veces nos vamos para el otro lado si el público está muy festivo. Tenemos que recuperar, porque nosotros queremos contar una historia.

AB: Hay tantas cosas patéticas en el ser humano que si no aprendemos a reírnos de nosotros mismos se convierte en un “pare de sufrir”. Intentamos dentro de ese patetismo que nos toca, disfrutarlo un poco. Muchas cosas son muy formales.

LR: Eso, la solemnidad de lo inalcanzable. Ya hay tanta solemnidad en la danza, danza teatro, en todo los rótulos. También se puede contar algo serio desde el humor. Es complejo porque es una búsqueda constante.

AB: Y tiene que ver también porque las artes escénicas son un arte vivo y nosotros le ponemos el cuerpo. Cuando Hermes, nuestro director, tuvo el accidente, nosotros nos sentíamos devastados, solos, tristes, angustiados y, bueno, decidimos poner esa vulnerabilidad en escena. Como puedo yo ir a conquistar el mundo si me siento frágil y eso hizo que el trabajo tome otro color.

¿Cómo evalúan su primera vez en Bolivia?

LR: Nos encanta Latinoamérica en general. Estamos en medio de toda esta gira medio mundial y una dosis de Latinoamérica nos venía bárbaro, porque nos gusta. Hace una semana estábamos actuando en el sur de Francia.

AB: Nos han hablado muy bien de este festival, que es muy grande y que vienen compañías de todo el mundo. Para nosotros ha sido un prestigio venir y encima abrir el festival, para nosotros es como un golazo. Es un privilegio y estamos muy agradecidos.

¿Cómo ven el movimiento en Europa y Latinoamérica con respecto a la danza?

LR: Particularmente, con lo que vi creo que hay bailarines increíblemente talentosos, muy virtuosos, pero veo la distancia que ponen entre ellos y el público. Como marcando que son diferentes. En Latinoamérica también pasa mucho eso por culpa de que copiamos, pero también hay un movimiento de expresión que tiene que ver más con esto, con bajar un poco esa pretensión y decir somos todos iguales. Te trae más cerca, no es la imagen del tipo inalcanzable que está sobre el escenario y no podes tocarlo. No digo que los europeos son inalcanzables y los latinoamericanos son pura joda. Hay de todo. Lo que digo es que, por lo general, en Europa cuesta un poco más esa cuestión de cercanía.

AB: La diferencia creo que está en la forma de producir un espectáculo, cómo creas un espectáculo. En Europa tienen la suerte de que tienen plata para producir, tienen mucho subsidio para generar un trabajo. En Latinoamérica también lo tenemos, pero a veces no tanto, es más difícil conseguir. Nosotros no estamos acostumbrados a comenzar a trabajar primero, porque tenemos muchas ganas de hacer un trabajo. Somos muy pasionales. Empezamos a trabajar con lo que tenemos a mano, luego comienza a llegar el dinero, muchas veces no llega nunca, pero igual lo hacemos. Nos pasaba que conociendo compañías en Europa ellos normalmente no empiezan a trabajar si no tienen la estructura de trabajo, un proyecto aceptado. Nosotros comenzamos a laburar y después escribimos el proyecto (si es que lo escribimos). De cualquier manera es un cruce interesante, pues ahora en Europa muchas compañías tienen la mirada en Latinoamérica. Pasa algo que es medio triste: muchos europeos están tomando ideas que son de latinoamericanos y las hacen en Europa con una producción enorme. Un ejemplo medio choto pero real es el Circo del Sol, que hace audiciones en todo el mundo; muchos artistas se presentan y después quizás no son llamados. pero usan su concepto. También nos tenemos que hacer cargo de que los latinos somos de robar ideas de los europeos y las transformamos. No vamos a hacernos a las víctimas. Retomando, creo que la gran diferencia es la forma de producir, lo pasional y lo que decía Luciano, la cercanía en cuanto a la distancia del artista. Creo que la gente nos quiere mucho en Europa porque somos personas muy permeables, terminamos el espectáculo y la gente se acerca a saludarnos, hablamos mucho con la gente.

Están en un proceso creativo ahora. ¿Pueden contarme un poco de su trabajo?

AB: Nuestro próximo espectáculo está dedicado al público latino y, sobre todo, argentino. Es una idea de Luciano, quien quería hacer un unipersonal ya lo venía trabajando y tuvo un gesto solidario, de amor y lo compartió. Como estamos todo el tiempo trabajando juntos, viajando entonces invitó a Hermes a dirigirlo y a mí a acompañarlo en su trabajo.

¿Cómo definen la relación que tienen con el público de Un Poyo Rojo?

(ALF)Me encanta la palabra pasional. Lo damos todo y después la gente nos agradece el vinculo que se genera. No salimos nunca de la escena, entonces, hay que sostener ese nivel que tenemos de frescura, de estar abiertos y eso es muy difícil de conseguir. Estar todo el tiempo como renovando, actualizando el cuerpo, la información, porque además el cuerpo se va modificando, siguen pasando los años de Un Poyo Rojo. Hay cosas que seguimos teniendo un nivel técnico e histriónico. Por suerte, todavía nos queda energía para hacer cosas fuertes, porque tenemos un trabajo muy potente, físico.

LR: Hay una forma de ponerse un escudo, de solemnidad y distancia con el público para estar protegido en el escenario, que es un lugar de exposición muy fuerte muy grande, donde todos te van a estar mirando y juzgando de alguna u otra forma. Hay que sacar ese escudo y mezclarte con el espectador, invitarlo a que pase, sea parte y vea lo que realmente te está pasando, y eso es estar protegido con el otro, no del otro. No te proteges del público, estás protegido con el público. Esa es la forma que nosotros usamos.



@idaluna