Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 00:24

“Boquerón” heroico y abandonado (Parte II)

“Boquerón” heroico y abandonado (Parte II)



Una otra lectura de la cinta de Tonchy Antezana estrenada en salas locales*.

Transcurridos ocho meses y preparándose para ingresar al teatro de la guerra, desde Oruro, escribe una carta a la familia: “Oruro. 18 Julio 1933. “Que terribles son las consecuencias de esta guerra, aquí hay familias que verdaderamente se van muriendo de hambre y sin embargo la patria no se acuerda que han quedado sin sostén y sin pan. Y el pueblo está cansado de esta guerra. Ya no tiene esa locura y entusiasmo de antes; por ejemplo, la partida del 124 ha sido en extremo dolorosa; ya nadie vivaba ni cantaba, todo era llorar y cuando partió el tren la multitud se agarraba a los vagones gritando y así tuvo que salir el tren más de una cuadra; era algo que partía el corazón y cuando el convoy tomó más velocidad, las madres, las hijas y hermanas corrían gritando y no se conformaban a dejar partir a los seres queridos; la estación parecía una casa de muerte donde todos lloraban a gritos, habían pequeñuelos que se arrastraban por los suelos llorando al padre que había partido, madres que andaban de rodillas pidiendo por el hijo que la patria les quitaba para la muerte; jamás he visto un cuadro más trágico y triste. Y pensar que tanto dolor y tanto sacrificio será en vano. Por lo demás, no hay novedades fuera de la lucha en Gondra, parece que nos va yendo bastante mal”. Luego, el ingreso al Chaco. Tupiza, Villazón, Tarija, Villa Montes, Samayhuate, Cururenda, Ballivián, Campo Jurado, Tezén, Cañada Trinidad, Cañada Cochabamba, Campo Santa Cruz, Cañada Strongest, el Carmen, Capirenda, Carandaití, Defensa de Villamontes. Ese el recorrido guerrero del ser familiar que más quiero en mi vida. Alberto Cornejo Soliz. Tres años de cruenta guerra marcaron para siempre la existencia de los héroes de Bolivia, y del Paraguay.

Hoy se sabe que en Boquerón, fueron 600 combatientes bolivianos contra 12 a 14 mil paraguayos. En desigual combate, la mortalidad paraguaya fue de cuatro mil bajas entre muertos y heridos; en cambio las bajas bolivianas fueron menos de 150, todos muertos. 400 sobrevivientes. Mantuvieron la posesión del fortín durante 21 días. Finalmente, sin municiones y en estado de extenuación absoluta, parlamentaron sin rendirse, fueron llevados presos a Asunción. Cuando el pueblo paraguayo observó la marcha de los prisioneros, fue tal la afectación de la miseria humana expuesta que el odio popular se tornó milagrosamente en compasión, en lástima y en amor.

Imposible describir tal sufrimiento en ninguna opción fílmica posible, más, Tonchi Antezana logra casi la perfección en el relato. Describe el encuentro circunstancial de cuatro soldados de la composición humana nacional envueltos en la amistad y el peligro de muerte, cavando trincheras y departiendo emociones juveniles, cuatro soldados con sus evocaciones y nostalgias que culminan con heridas mortales y el deceso sin retorno al seno familiar del hijo, del hermano, del padre amado, ausente para siempre; retornaron algunos, heridos de cuerpo y de alma, y muchos enajenados de la mente, extraviado el sentido racional de la vida.

Antezana logra lo imposible, humaniza el terrible evento de sangre desencadenado por fuerzas ciegas, criminales, que el destino apuró con fatalidad en ambas lados de las trincheras de heroicos combatientes.

Muertos a la intemperie, heridos sin auxilio, sedientos y hambrientos al límite de la extenuación, prosiguieron la lucha. “Subordinación y Constancia” ordena Marzana. ¡Viva Bolivia! Responden con bronca voz los patriotas. ¡Qué película pergeñó, dirigió y realizó Tonchi Antezana! ¡Qué dirección magistral! ¡Cuánta riqueza de contenido y exposición!

Aprendí que Huascar Bolívar, otro artista de valores relevantes compuso bellísimo fondo musical y adaptó a la instrumentación de la orquesta y al coro cantado en guaraní que ofrece profundidad emotiva a las graves circunstancias existenciales. La excelente actuación de los protagonistas, la ambientación genuina, la imparcialidad temática, el desarrollo fílmico, las reflexiones que induce el relato, el heroísmo manifiesto de todos los comprometidos, la absoluta veracidad trabajada, la proyección educativa exaltante de nuestros valores nacionales, todo, todo confluye a realzar el éxito de la obra artística.

Valoramos, reitero, la trascendente dirección, la calidad del guión humanizado, el patético pero constructivo mensaje histórico expuesto con bondad y nobleza. Frente a la envidia e inquina de ciertos críticos de espíritu, carentes de jerarquía intelectual y valores morales, cuya mención no merece comentario alguno, salgo por los fueros de Tonchi Antezana que apuró el grave compromiso de trabajar el drama de Boquerón en imagen sublimada y de actualizar, para el provecho de las nuevas generaciones presentes y futuras, un episodio de valor épico sublime, actualmente muy poco comentado y, casi intrascendente en la agenda educativa del espíritu cívico nacional.

Gracias Tonchi por tu regalo, todos vertimos lágrimas candentes al sentir el dolor humano y espiritual que trasciende tu hermosa película. Al término, de pie, aplaudimos largos minutos. Luego, el grueso de espectadores quedó sentado, conmovido, en elocuente silencio. Lograste mucho más que los numerosos escritos y oratorias de historiadores y maestros expertos; lograste abrir el corazón de los bolivianos que llorando aman a la Patria. Mereces la presea más distinguida, el Cóndor de Los Andes, un prolongado abrazo y un beso en tu noble testa. ¡Felicidades!

___

*Nota de los editores: A pedido del director de cine Tonchy Antezana, publicamos la segunda parte de este texto de Gastón Cornejo Bascopé. La primera fue publicada el anterior domingo.