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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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ENTREVISTA AL CRONISTA Y AUTOR DE LA VIDA DE LAS COSAS (ED. EL CUERVO), LIBRO RECIENTEMENTE PRESENTADO

Ayala y las siete vidas de las cosas

Ayala y las siete vidas de las cosas


 Álex Ayala es español, es boliviano y es cronista. También se puede decir que Álex Ayala es un perfeccionista, que su trabajo siempre es producto de la observación de detalles. Sin embargo, Álex Ayala no es el protagonista de las historias que coloca frente a nosotros. Sólo es un observador, un curioso, un amante de las historias detrás de las historias.

La vida de las cosas (publicado por la Editorial El Cuervo) es el segundo libro de Álex. A través de este libro nos cuenta, nos narra y nos confía 50 historias de los objetos y, al hacerlo, nos habla de los personajes detrás de ellos. En una época en la que los escritores llegan a pecar de pretenciosos y buscan sólo las grandes historias, Álex decidió traernos pequeñas historias con grandes personajes y viceversa, grandes historias contadas con la –tal vez- excusa de pequeños personajes, objetos que pasan inadvertidos para quien no sabe ver.

Ayala cuenta que, al contrario de lo usual, la idea de hacer un libro antecedió a los relatos publicados semanalmente en La Razón, en la sección que también bautizaría el libro La vida de las cosas. “Primero vino la idea de hacer un libro, luego pensé que sería interesante que las historias fueran apareciendo de a poco. Por tanto, la semilla original fue el libro, aunque parezca lo contrario. Hablar del mundo cotidiano que nos rodea a través de los objetos y los objetos también fueron desde el primer momento una excusa para conocer gente”, explica Ayala.

Cada domingo, los lectores conocíamos un poco más de personas de las que sabíamos mucho, poco o nada. Las narraciones, sin embargo, no tienen un esquema cronológico, ni la estructura de una biografía. La primera línea es un gancho, un anzuelo, que no te deja soltar la narración hasta que termina y Álex lo sabe. Pese a haber seguido cada historia domingo a domingo, el libro se lee como un nuevo relato, siempre hay un lazo más íntimo con un libro que con el periódico que suele traernos noticias en las que importa sólo el hoy y el ahora.

Álex comenta: “(Las historias) están ordenadas tal y como fueron publicadas. Y en cada una, los objetos juegan papeles diferentes. En algunas, son producto de la obsesión de alguien. En otras, la excusa para hablar de otros asuntos, como una mudanza o para explicar por qué perdemos las cosas, por ejemplo”.



Saber compartir

Las historias de Ayala tienen la capacidad de acercarnos a la gente que las habita y les da vida. Son personajes con rostro, con historia, con sueños. Él, el escritor y cronista, explica que a veces la relación con estos personajes se mantiene, vuelven a encontrarse y que esto es parte del trabajo de un periodista. “No todo tiene que ser escribir y ya. Es lo que Gay Talese llamaba el fino arte de frecuentar”, comparte.

A Álex le gusta compartir. Hace ya varios meses comenzó a dar cursos de crónica en su casa. Rodeados de cuadros y libros, en un ambiente minimalista, sus estudiantes intentan absorber todas las enseñanzas que Jon Lee Anderson, Francisco Goldman, Alma Guillermoprieto, Julio Villanueva Chang y Alberto Salcedo le han confiado. Son los maestros y la experiencia los que le han ayudado a desarrollar esta capacidad para acercarse a las personas.

Para este primer acercamiento, Ayala comenta: “Me presento. Les explico por qué me gustaría hablar con ellos y casi siempre vuelvo después y no lo hago en ese momento. Para que ellos también se queden rumiando su propia historia”.

Cada caso fue diferente, no hubo una media en el tiempo dedicado a cada persona. Para “El cartero no tiene quién le escriba” acompañó toda una mañana al cartero; con otros personajes del libro estuvo entre una hora o una hora y media, dependiendo de las circunstancias. Cada caso fue especial, trabajando con personas cercanas o desconocidas, pero siempre buscando la historia.

En la elección de personajes, el azar fue una característica importante. En estas 50 historias existen amigos, conocidos y personas que suscitaban el interés de Álex o de su esposa, que mentalmente hacía un casting para quienes ocuparían un espacio en este manual que va de la arqueología a la antropología contemporánea.

Ayala afirma: “(La elección de personajes, de historias), corresponde una selección sí, pero en muchos casos determinada por el azar. A veces, te llamaba la atención el técnico electrónico que veías casi todos los días al pasar por determinada calle y cosas así, más casuales. No fue nada realmente planificado, las historias iban surgiendo, a ratos por intuición, a ratos en conversaciones de sobremesa, etc. y luego sólo había que ir tirando del hilo”.

En ocasiones, “tirar el hilo” podía ser más complicado que en otras. Álex nos dice que “siempre hay gente que habla más y otros menos”. Pero, como él señala, es en estas situaciones que hacer una buena reportería consiste en observar, por lo que la elocuencia o no de los entrevistados no es un problema.

Hace unos días, la presentación del libro de Álex en La Paz se realizó en la Cinemateca con la presencia de algunos personajes del libro y con algunos de los objetos, para que sean ellos los hablen, los que presenten su historia. Al terminar la presentación del libro, un grupo de amigos comenzó a preguntar: ¿De qué hablarías tú? ¿Qué objetos podrían llegar a contar algo más de ti, de lo que crees? Hay muchas respuestas y posibilidades, como concluye el prólogo de La vida de las cosas: “A veces, el mayor espectáculo del mundo es un auto de Lego. A veces, un bolso infinito. A veces, un trozo de tela, un instrumento de viento, una lata de cerveza o una figura de cerámica. A veces, un peluche viejo, una Barbie o una estampilla”.