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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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EL ESCRITOR PRESENTA EL JUEVES SU OBRA GANADORA DEL PREMIO KIPUS

Gonzalo Lema: “Cochabamba es menos solemne que La Paz”

Gonzalo Lema: “Cochabamba es menos solemne que La Paz”



Siempre fuimos familia, obra con la que Gonzalo Lema Vargas (Tarija, 1959) ganó el I Premio Internacional de Novela Kipus, será presentada el próximo jueves 23 de ocubre, a las 19.00 horas, en los salones del Club Social (Plaza Principal esq. España), a donde el ingreso es libre.

Además del autor, en el acto participarán el presidente del jurado del certamen -en el que concursaron 49 obras de 14 países-, Luis H. Antezana; el Cronista de la Ciudad Ramón Rocha Monroy y el director del Grupo Editorial Kipus, Pedro Camacho.

Según explicó anteriormente Lema (Premio Nacional de Novela 1998 y finalista Casa de las Américas 1993, entre otros varios otros galardones), su novela se enfoca en la historia particular de varias personas que conforman una familia local, a cual más excéntrica.

Sobre su nuevo trabajo y sobre el tejido social cochabambino dialogó la RAMONA con el también invitado al festival literario Santa Cruz de Las Letras, que se cumplirá los días 6 y 7 de noviembre en la capital oriental.

-El primer capítulo de Siempre fuimos familia, publicado en varios medios de prensa tras el veredicto del Premio Kipus, nos muestra a un anciano magnate que sin embargo pide limosna. La historia se ambienta en la Cochabamba de fines de los 90 y narra, como adelanta el título, interacciones familiares. ¿La familia cochabambina tiene identidades definidas?

La sociología nos advierte que debemos ser cuidadosos: la familia cochabambina puede ser de origen aymara y vivir desde fines del siglo XIX en las alturas de Ayopaya. Al mismo tiempo puede ser quechua y habitar los calurosos valles alto y bajo de esta región desde siglos anteriores. Puede ser una familia de origen orureño asentada en la ciudad desde el 21060, con hijos cochabambinos. O una familia radicada en la plaza Colón desde hace varias generaciones, dueña del sol. La familia de mi novela tiene origen cierto en el valle bajo, Capinota, por parte de la madre. El padre parece provenir de un centro minero, y los hijos son del Cercado. Son orígenes distintos, influencias distintas, hábitos distintos y superpuestos: el chicharrón del domingo, los whiskys del sábado en la noche, el BMW y la caminata por La Cancha… Esta también es una familia cochabambina desde que irrumpió el narcotráfico en nuestra sociedad durante la década de los 60 o el desempleo agrario. Como varias ciudades bolivianas, Cochabamba (Cercado) acoge a bolivianos del campo, de otras ciudades, los hace quesillo y los convierte en sus hijos.

-El semiólogo y crítico literario Luis H. Antezana, presidente del jurado del concurso que premió su obra, ha destacado el humor y la ironía en su nuevo trabajo, característica que creemos se repite en su narrativa. ¿Cuán difícil es abordar la ironía en una sociedad más bien conocida por su solemnidad?

Cochabamba es menos solemne que La Paz, por ejemplo. La urbe paceña está educada en el ámbito del poder político, en una dinámica de eventos formales del Palacio Quemado y las embajadas, con policías armados hasta los dientes en cada esquina. Cochabamba, en cambio, pese a sus numerosos rascacielos, parece hecha de barro y paja, de gente de abarcas y pollera, y su centro vital no es la plaza de armas, sino el conjunto de ferias o mercados que llamamos La Cancha. La solemnidad anida en elites y grupos rancios que no se han enterado aún que hay nuevas mayorías detentando el poder y que en su casa ya no se aloja el presidente. No somos formales, por eso servimos los platos de comida hasta verlos rebalsar, muy lejos de la etiqueta. Yo atiendo esa realidad veraz en mis novelas y cuentos.

-Y en Siempre fuimos familia aparece también con claridad el tema de la movilidad social. ¿Fue en los 90 Cochabamba una región inclusiva? ¿Lo es ahora?

Debe haber movilidad social, porque se advierte que algunos sectores emergentes tienen dinero e inscriben a sus hijos en colegios propios de la penetración cultural gringa, hacen amistad con las familias tradicionales y luego los casan. Seguramente queda más claro en las fotografías de las galerías sociales que publican los periódicos y las revistas. Igual que Tom Cruise, en la sociedad norteamericana, se puede esperar que un exheladero se convierta en star de Hollywood.

-¿Qué futuro le augura al Premio Kipus?

Yo le auguro el mejor de los futuros, porque Pedro Camacho, el gerente propietario de la editorial Kipus [organizadora del certamen], es muy positivo, muy audaz, y ha advertido que el trabajo de su editorial contribuye a hacer sociedad, a hacer país. Lo hallo muy convencido de su plan.

-Sumando, debe ser usted uno de los escritores bolivianos más premiados, sino el que más, dentro y fuera del país. ¿Esto le motiva algún orgullo especial? ¿Se animará próximamente a competir en otros certámenes internacionales?

Me motiva, cómo no, a seguir escribiendo. Los premios prestigian a los libros y éstos fluyen mejor. No se debe olvidar que el circuito del libro recién comienza a armarse en Bolivia. Los premios ayudan de manera visible.

-Recientemente ha aludido usted con críticas a un escritor cochabambino. Ambos son sin embargo invitados al festival Santa Cruz de las Letras. ¿Será este un buen escenario para limar asperezas?

No he aludido a nadie en particular, por eso no he dado nombre alguno. Me he permitido hacer una crítica al “amiguismo”, esa lacra heredada de la Colonia y la República hasta nuestros días. Frente a esa posición de maniobra, yo pienso que se constituye la sensatez. No me gusta nombrar a los escritores destacados de nuestro tiempo, primero porque yo también soy escritor y puedo herir a un colega que no nombré; segundo, porque es un oficio de solitarios y no una sociedad de socorros mutuos; tercero, porque ya vamos peinando canas para tanta pendejada.

-Y hablando de este encuentro de escritores, usted participará en el coloquio “Literatura y su relación con las artes visuales”. ¿Cree que, para su sobrevivencia, la literatura debe obligadamente entrar en diálogo con otros medios de expresión más contemporáneos?

No lo creo. Recuerdo a un buen amigo escritor que me hablaba maravillado de la aparición de la grabadora en una novela llamada Gazapo. Me pareció una víctima del snobismo. Las artes visuales, la ciencia, la tecnología, las matemáticas, todo puede concurrir en una novela, en un cuento, a condición de que se labre un buen libro.

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