Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Inauguró un tiempo luminoso

Inauguró un tiempo luminoso
Lo mataron en balazos hace 8 meses en La Paz, Bolivia. Fueron los mercenarios que reclutó Barrientos Ortuño en 1965, los forajidos que adiestró Banzer Suárez en 1971, los hamponcetes que hoy son gobierno con García Meza.

Como jamás pudieron alcanzarlo en la diáfana dimensión de su palabra, se dieron a esperarlo en la emboscada, en la injuria y la venganza, tristes y crónicos recursos de los olañetas, carrascos y diesdemedinas para embarrar el paso de la patria.

Contra su cuerpo inerme, bandera desplegada al día, dispararon los que estaban rastrillando su paradero desde hacía 15 años.

La Embajada de Estados Unidos, el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas y el Palacio quemado descargaron contra Quiroga Santa Cruz toda su maldad y cobardía de que son capaces los que nacen con la moral al revés.

Tan Martí como el de Cuba, tan Mariátegui como Los Andes, tan América como el Che, Marcelo Quiroga Santa Cruz pago su culpa de haber nacido demasiado pronto en un país demasiado joven.

Su nombre pasa a ser bandera, como decir petróleo, estaño, madera. Su conducta pasa a ser desvelo, como liberación y como pueblo. Su proyección no tiene abismo, como poesía y socialismo.

La memoria boliviana lo aguarda orgullosamente en estos dos planos: ministro de la dignidad antiimperialista y combatiente, fúsil en mano, en la escarpada suerte del cerro Laykacota.

Cayó con el latido intacto. Ahora es nuestra su entrega generosa al cruzar a galope por la historia. Inauguró un tiempo luminoso con la espada de luz de su palabra.

*México, domingo 15 de marzo de 1981.