Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 00:00

EL DOCUMENTAL DE MICHAEL MOORE CUMPLE 10 AÑOS

Fahrenheit 9/11

Fahrenheit 9/11

Su triunfo en Cannes hace 10 años la catapultó como a pocas cintas. Escasas producciones procedentes de la no ficción gozaron y se beneficiaron de la Palma de Oro y del premio Fipresci (de la crítica) para abrirse espacios y abrir escenarios a esta forma de registro en todo el mundo. 



El 11 de septiembre de 2001 todos asistimos estupefactos al derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York, al tiempo en que las dudas sobre el futuro se tornaban más perturbadoras, pues la historia no había terminado como la habían clausurado los agoreros del libre mercado, sino que, como se evidenciaba en las pantallas de todo el mundo, ese derrumbe anticipaba cambios y modificaciones en la geopolítica internacional y el ingreso al imaginario social y colectivo de nuevos rostros de la amenaza y nuevas formas del miedo.

En Fahrenheit 9/11, documental de tesis próximo a la propaganda, su director, Michael Moore, reconstruye las causas y consecuencias políticas y económicas de los atentados. Expone en especial la vinculación entre las familias Bush con otras como la Bin Laden para tejer una suerte tesis general conspirativa y sus subsidiarias tesis.

El título de la cinta hace referencia a la novela Fahrenheit 451 (233 grados centígrados, que representan la temperatura a la que arde el papel), escrito en 1953 por Ray Bradbury. Según Moore, con el atentado ardieron muchas cosas en EEUU, entre ellas la confianza en la democracia.

Desde ese escepticismo, Moore despliega todo su artefacto cinematográfico, ya sea interviniendo como entrevistador, cuestionando a un eventual entrevistado, tomando la pantalla e interpelándonos y explicando, con el didactismo que caracteriza al subgeneró, con su voz en off. Todo lo que no vemos en imagen su voz lo esclarece, le otorga existencia en el fuera de campo. Con este dispositivo enunciativo explicativo, el director nos condiciona a entender y deducir las relaciones posibles entre imagen y voz -muchas veces con cosas inexistentes e imposibles-. La característica de Fahrenheit 9/11 se repite en sus siguientes trabajos Bowling for Columbine (2002), Sicko (2006) y Capitalismo, una historia de amor (2010), marcando un estilo narrativo, el cual definitivamente afecta a su forma fílmica.

Con una notable influencia de los formatos noticiosos televisivos, la forma fílmica de Moore es original en tanto toma temas delicados, a los que la opinión pública de Estados Unidos no está habituada. Los maneja con las estrategias del espectáculo e incluso los caricaturiza. Quizás es, para alguien nacido en el seno de la industria del entretenimiento, la forma más eficaz de transmitir y propagar un mensaje.

Conspiración

Fahrenheit 9/11 fácilmente, por el paso del tiempo, puede adscribirse en el cine de tesis (conspirativas), pues con el filme se potenció el tratamiento televisivo, más próximo al espectáculo, de los sucesos. Es decir que la imagen-espectáculo se posicionó del formato documental, generando con esto un incremento notable de las audiencias para el consumo de estos productos. Todo ello fue posible por la imagen-espectáculo (como tratamiento) y el lenguaje televisivo (como forma) que dialogan y yuxtaponen a favor de una narración unilateral plagada de misterios, pistas, datos e información cuantitativa y cualitativa, más pruebas como evidencias no verificables.

Estos elementos, como se advirtió, potenciaron al género fomentando la gran producción de documentales que consumimos hoy por hoy. El enorme volumen de productos conspirativos que dan cuenta desde reptilianos hasta la manipulación constante e ininterrumpida de nuestras vidas tiene un antecedente importante en Fahrenheit 9/11 y el rutilante éxito que le otorgó Cannes.

[email protected]