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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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GATICA, EL MONO, DE LEONARDO FAVIO, SE EXHIBIRÁ EL VIERNES 6 EN EL CENTRO SIMÓN I. PATIÑO

“Monito… las pelotas”

“Monito… las pelotas”

El viernes 6 de septiembre, en la sala de la Biblioteca Simón I. Patiño, se proyectará la película Gatica, el mono, del director argentino Leonardo Favio. La proyección de la película es iniciativa del Consulado de la República de Argentina en Cochabamba y estará acompañada de un corto concierto, con el repertorio de las canciones populares del propio Favio, quien también fuera cantante. En una de sus facetas más destacadas pero no tan conocidas por el público en general, la de cineasta, Leonardo Favio realizó películas con un sello muy particular que hoy forman parte del patrimonio del cine argentino y mundial. El acto se iniciará a las 19:00 en las instalaciones del Centro Simón I. Patiño (calle Potosí No 1450, casi Portales) y el ingreso será gratuito.



Pocas películas deben resultar tan útiles como Gatica, el mono (1993) para entender ese periodo fundamental de la historia contemporánea argentina que suele estar asociado al “peronismo”, el cual, lejos de ser una cosa del pasado, mantiene aún grandes resonancias sobre la vida política y social del vecino país. No resulta, pues, extraño que Leonardo Favio, un peronista en toda regla, haya acariciado por largo tiempo la realización de esta película, dedicada a la figura del legendario boxeador José María Gatica, seguidor confeso y amigo personal de Juan Domingo Perón.

Examinadas con cierta atención, las vidas de Gatica y de Favio comparten mucho en común, más allá de su militancia peronista. Ambos nacieron y se criaron en familias muy humildes, llegaron a la capital porteña procedentes de provincias de la periferia argentina, se forjaron y educaron en la calle y alcanzaron una popularidad masiva que, al tiempo que granjearles la simpatía del peronismo, les acarreó también no pocos enemigos. Sin embargo, esta evidente empatía del cineasta por el púgil de peso ligero no se traduce en una cinta hagiográfica ni mucho menos. Al contrario, Gatica, el mono es una implacable biopic que, sin renunciar a repasar los logros deportivos del protagonista y sus momentos de gloria pública, detiene la mirada en las taras personales, las miserias domésticas y los desengaños profesionales que marcaron su agitada vida.

No por nada calificada como una suerte de versión argento-peronista de Toro salvaje (Martin Scorsese, 1980), el antepenúltimo largo de Favio es una obra que merece un lugar de honor en esa fértil y muy virtuosa tradición que ha resultado de la unión entre el cine y el boxeo; constituye una de las más redondas biopics que se han filmado en Latinoamérica; y, acaso, sea la más importante película de temática deportiva realizada en idioma español. Pero, a más de su modélica representación del mundo del boxeo en América Latina, de su pertenencia genérica a la biografía filmada y de la contundencia de su temática deportiva, Gatica, el mono es una obra que lleva la firma y el estilo singularísimo de su autor. Un estilo que, en esta tercera etapa de la filmografía del también director de Crónica de un niño solo, conserva de su segunda etapa una decidida vocación por el exceso visual y narrativo; recupera la sensibilidad contenida de los personajes de su primera etapa y aporta una mirada, lírica y crítica, por el pasado, por el suyo y por el de su país, que nos remite a su infancia, al peronismo y, cómo no, a su propia obra cinematográfica.

Así pues, en la biografía cinematográfica de Gatica, atravesada por la gloria deportiva, pero también por la soledad y la furia personal, asistimos al periplo vital de un hombre que luchó por ganarse el respeto de los otros. No por nada, hasta el final de sus días, el púgil renegó de que le llamaran por su sobrenombre, “mono”, espetando a sus insolentes interlocutores: “Monito… las pelotas… A mí se me respeta”. Una lucha por la que, de seguro y no gratuitamente, Leonardo Favio se sintió personalmente interpelado.