POEMA MEMORIA [SELECCIÓN DE TEXTOS A CARGO DE VILMA TAPIA ANAYA]
Antonio Terán Cabero: “El yo poético deja de ser un yo personal y se pone a ver y a decir lo que está detrás de los espejos”*
27 de julio de 2013 (21:11 h.)
Antonio Terán Cabero (Cochabamba, 1932) es autor de Puerto imposible (1963), Y negarse a morir (1979), Bajo el ala del sombrero (1989), Ahora que es entonces (1993), De aquel umbral sediento (1998), Boca abajo y murciélago –Otras palabras al acecho- (2003), Costal de limosnero (2013) y Escrito en el agua. Obra poética (2013).
Infancia (De Y negarse a morir)
I
por las agrestes rutas que antaño visitaron
los pies recién nacidos del invierno
baja un sueño a recogerme
yo le aguardo sabiendo
que a nadie encontrará cuando me halle
en salvajes rituales
que esconde para siempre el ojo turbio
de los ríos
aún arde el dios que fui
me reclama su trono proscrito de la sangre
por infinitos mares
perdidas ya las islas que habitaba su orgullo
secretamente llega esta ternura
a dolerme en la sed
en el yerto paisaje
donde un ineluctable peregrino
agoniza en un barco de papel
II
¿quién eres tú que así copiabas
la antigua claridad de los rebaños?
estatura del trino sobre el aire
ángel de mi alegría
remolino de luces en el rostro
recobrado del tiempo
dulce trigo secreto
en el vuelo primero de los pámpanos
¿quién eres tú
por qué tu luz me nombra?
III
molle augusto
de un verano de oro
febril pajarería de sus brazos
la sonrisa del choclo
besa mi duelo iluminado
ranas cantoras del estanque
impaciente preludio de la vaca nodriza
y aquí sobre mis párpados
el hornero inquilino de su propia alegría
aquí tendido lento
el boyuno responso de la tarde
IV
todo en la paz de una visita inesperada
soy otra vez en el arroyo
con que sueñan los musgos
una lejana infancia
caballero en corcel de cañahueca mágica
tejo y destejo legendarias muertes
recupero mi espada del humo y la ceniza
pequeño rey
diferente y solo
más triste sin embargo que la palabra hijo
tan cerca
retratándome
Antes del humo (De Ahora que es entonces)
novia mía de entonces
ahora que es entonces y es la hora
de narrarte en el agua
amado resplandor que fue antes del humo
mi casa verdadera
invisible violín
abeja
ala del tiempo
detenida
acaso meditabas
en mi sangre este cosmos
como nadie te ve como te veo
sueño de miel celeste
despertando en mi mano
nadie comulgaría en esta misa
bellamente incestuosa
porque nunca te has ido acaricio tu espalda
en tu vientre mi arroyo se relame
el viento orquesta pájaros en el bosque incendiado
y mi gozo es el durazno que yo muerdo
otra vez en tu boca
acaso junto hilachas
relámpagos sin lluvia
tejo quizá con islas continentes
todo por un rescoldo rescatado al invierno
y a la crueldad funérea de los ácidos
invado apenas tu secreta intimidad
y con la punta de los dedos se atreve mi ternura
al buscarte me busco
despójame de barcos
dale puerto a mi alma
porque si no eres tú
quién quemará mis naves
ayúdame a nombrarme mientras yo te bautizo
Poema séptimo (De Bajo el ala del sombrero)
viajas entonces por un libro azaroso
al país en que habitan tus fantasmas
aquella fuente en que bebiste aguas celestes
la memoria postrera
la memoria
como frágil temblor
la canción que debió ser cantada
de rodillas ante el sol
a tu regreso eres más sabio
vuelves sembrado de respuestas y curado de lunas
y cuando retomas el arado
besas la tierra de tu estirpe
y te miras nacer
inauguras como siempre tu puñado de estrellas
y oras
a tu modo
por la vida y por la muerte
con un poco de paciencia
y en mitad de algún puente
puede llamarse a todo esto
eternidad
Pasos sigilosos (De Costal de limosnero)
vamos pues a dejar la hondura falsa
las nocturnales maravillas
no por amor al alba ni a los viajes del péndulo
tanto ir y venir desde sí mismo
tan sólo respirar fuera del muro
sean las voces que golpean
ventanas techos cráneo
la baraúnda sea
como el viento entre los árboles
y la inquietud no se devore solipsista
ni rumiando se relea
en las indignas vestiduras
vamos entonces a escribir nuevos poemas
sólo para el decoro de las trasmutaciones
para que vivan en presente
y sin desenterrar las horas que uno ha sido
quiero decir incólume el sentido
pero los ojos puestos en el día
que asomará mañana
si es que asoma
y que menos importen las palabras
y mucho más los signos
de la carne y el hueso primordiales
pero escribir sólo es k’aiqueo
el murmullo confuso de aquel ebrio
ante la puerta hermética
que no sabe si vino
o no vino
de alguna incierta parte
a balbucear sus dudas
y hay que ver hermanos cómo un noble
deseo de servir al sueño estético
termina de manera lamentable
y más terrible aún candado el labio
que se niega a decir si los clangores
si los sonidos mansos
de esta vida indescifrable
y así los verbos se disuelven
en pasos sigilosos otra vez
*Javier Claure Covarrubias. “Cada poeta en su cueva’, conversando con el Soldado Terán”. Panoramacultural. net