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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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EL DIRECTOR BOLIVIANO DIEGO MONDACA ESTRENÓ SU SEGUNDO DOCUMENTAL EN LA PAZ

Ciudadela: los aires y la fuerza de San Pedro

Ciudadela: los aires y la fuerza de San Pedro



Ciudadela, de Diego Mondaca, captura, a través de una técnica de aparente desorden explosivo, la cárcel de San Pedro, lugar inquietante y misterioso situado en medio de la ciudad de La Paz. A pesar de la marginación física y el prejuicio punitivo que se cierne sobre los presos y sus familias, esta convivencia única junto a la arquitectura de vivienda construye una comunidad. La película, acompañada de una muestra fotográfica, se ha estrenado este 22 de noviembre, en el Centro Cultural de España en La Paz. Y busca un lugar donde proyectarse en Cochabamba.



1.- Ciudadela es de esas películas que necesitan información previa, verla dos veces y sentarse a charlar sobre ella. El cine de hoy en día -consumido como un pasatiempos más- nos ha malacostumbrado a usar y tirar. Pero subsiste y resiste un cine que como un buen segundo plato pide su entradita, su primero y su infaltable postre con tertulia, café, pucho y licorcito. Uno puede disfrutar este documental carcelario y punto. Pero también puede leer sobre la película, antes y después; y charlar para compartir, para aprender, para ver y sentir cosas diferentes u ocultas. De esta manera, siempre se goza y disfruta más. Pasa con obras nuestras como Zona Sur de Juan Carlos Valdivia o Los viejos de Martín Boulocq. Pasa con Ciudadela de Diego Mondaca. Que queda espectador elija su manera preferida.

2.- Ciudadela es el segundo documental de Diego Mondaca y su equipo (Mano Sudaca Video Filmes) con el que trabaja de manera habitual. Dos años y medio de laburo para entregarnos una segunda parte de su particular inquietud por la cárcel -particularmente la de San Pedro en La Paz- después de esa maravilla llamada La chirola (caras opuestas de una misma moneda, como ha dicho Sebastián Morales).

Miradas perdidas, cerrojos, cadenas, silencios, pensamientos, ventanas, escaleras y cielos componen una manera y un mensaje para volver a reivindicar la cárcel como espacio de vida, para desmitificar su mala imagen, para luchar contra ese estereotipo de violencia y marginación (que azota a todas las prisiones del mundo). Mondaca agarra ese fusil llamado cine para con primeros planos, con planos detalle y con esa cámara nerviosa, cuidadosa, respetuosa al máximo, seguir por la espalda a un niño que recorre con pasmosa tranquilidad los recovecos de San Pedro, donde actualmente “sobreviven” 1.500 personas, muy por encima de su pensado aforo inicial.

3.- Doña Mechita prepara una sabrosa llajwa. La cebolla consigue su objetivo y saltan unas lágrimas. Metáfora surrealista. Sólo falta el perro (andaluz). Un afilado cuchillo ronda la cocina en medio de “peligrosos” delincuentes, que simplemente esperan hambrientos la hora del almuerzo para servirse. Este contraste brutal y sorprendente es uno más de los aciertos de Ciudadela, repleta de estos contrapuntos entre lo cotidiano y lo peligroso. Es la esperada hora de la comida casera de toda la vida. Más deliciosa que nunca en un lugar alejado del mundo -en pleno centro de la ciudad. Contrapicado hacia el cielo azul con nubes pasajeras. “Estoy acá para no separarme de mi marido, con mis hijos”, dice -en uno de los escasos diálogos- doña Mechita, una de las “protagonistas” de Ciudadela, este documental coral que ensalza la fuerza de los pobres (porque no hay ricos en las cárceles, ni en ésta ni en ninguna, salvo rarísimas excepciones que confirman la regla).

4.- Religión, folklore y deporte se dan la mano en la cárcel. Todos son espacios de salida, de libertad, de vida, de festejo, de identidad, de consuelo, de comunidad. De futuro. Una entrada para honrar a la virgen de los presos con llamerada, morenos y tinkus; unos picaditos de fútbol sala; y un predicador evangélico improvisado hablando de dignos, jodidos, vivos y muertos. Y en otro lugar de la “ciudadela”, en otro cuartito de tambo, el trabajo de unos artesanos que con poca ayuda y mucha iniciativa propia y valiente, cumplen el fin (deseado) de toda cárcel: la reinserción futura a través del trabajo.

En tres secciones de San Pedro se labura para afuera, la actividad más conocida son los autitos y artesanías varias para la feria de Alasitas. Al fondo, un dentista, más sacamuelas que nunca, también se gana la vida. Las tienditas “amigas”, los pasillos, las calaminas, el policía tirando piedras a los tejados desde su torre de vigilancia y la ropa tendida componen un cuadro (más) de cotidianeidad de San Pedro. Y entonces, los presos suben a los tejados para respirar puro y sentir, como dicen, “media libertad”. “Afuera se respira otro aire”, dice uno.

5.- Ciudadela es un película que no “dice nada”. Simplemente reivindica la vida, como un rayo de luz. Basada filosóficamente en el libro El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl, la película de Diego Mondaca es un grito contra nuestra hipocresía, contra ese mundo invisibilizado por todos. Nadie quiere ver esta cárcel, ni ninguna, -verdadero protagonista principal del documental- encajonada en el medio de uno de los barrios más tradicionales de La Paz, San Pedro. Demasiado cerca de todos nosotros, muy lejos de todo.

6.- Contraluces, sombras y luces, expresionismo. Más contrapuntos. Iconos, imágenes. Tensión constante, calma tensa, como dicen los reporteros televisivos sin imaginación. Ruidos y sonidos, para no ver nada, para sembrar cierta inquietud. Y una cámara siguiendo a un niño, hilo conductor que consigue el propósito de la obra: eliminar miedos. Des-satanizar, sin caer en el simplismo, sin ignorar el peligro, sin idealizar ni juzgar. Sin caer en lo fácil, en la violencia, en el sensacionalismo, tan presente en los medios de comunicación.

7.- La trilogía formada por La chirola y Ciudadela se completará con Pacheco, el tercer documental de la saga de Mondaca; ésta última vez sobre el conocido “hotel” de Sucre: otro lugar que carga con sus estigmas de manera injusta y estoica. Será la próxima y será otra vez con Diego Mondaca en la dirección, Aldo Álvarez en el montaje, Andrés Boero en la fotografía y Rubén Valdez, en el sonido. Pero antes llegará el largometraje de ficción Agua, sobre la Guerra del Chaco, premiado como mejor proyecto de ficción en el BAFICI 2012 (Argentina), y seleccionado en la residencia de escritura Jerusalem Film Lab 2012-2013.

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