Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 15:52

THE ARTIST SE PROYECTA EN EL REINAUGURADO CINE CAPITOL

El arte nos hará libres

El arte nos hará libres



The Artist, de Michel Hazanavicius, en apariencia resulta un monumental tributo al cine mudo, a sus mejores años. Pero no podemos reducir sus alcances hasta considerarla una simple y dulzona evocación de aquellos años de gloria. Lo del francés, como en anteriores trabajos (OSS 116: El cairo: nido de espías), es una parodia, una mirada burlona de la abrupta transición al cine sonoro. También se la podría calificar como una caricaturización preciosista de aquellos periodos de grandes transformaciones técnicas y consecuentemente estéticas. Este melodrama, mudo y monocromático, es un mordaz cuestionamiento a las restricciones artísticas que la industria cinematográfica y sus innovaciones tecnológicas imponen al séptimo arte y sus creadores. Estos últimos también son atacados en su punto más frágil, el omnipotente ego artístico. ¿Qué rol asume el artista cuando toda su tradición, éxito y propuestas han quedado obsoletas frente a los avances técnicos o científicos de “su universo”? Y los cuestionamientos van más lejos aún. ¿Cuál es la relación de fuerzas entre el hecho científico y el artístico? ¿Son complementarios? ¿Cuál se supedita al otro? La película es una espada de doble filo. La primera escena marca la pauta general y sintetiza bellamente el filme. George Valentin, el protagonista magníficamente interpretado por Jean Dujardin, torturado por medio de cachivaches “tecnológicos” en una trama ciencia ficción-policiaca. El personaje, como el actor, prometen ante nosotros guardar silencio. No dirán una sola palabra. Gran inicio para la cinta multigalardonada alrededor del mundo, y coronada como la mejor película del año en los premios de la Academia. Pero, ¿es esta únicamente una evocación del pasado? ¿Una declaratoria de principios defendiendo los nunca extinguidos clasicismos? El desarrollo de la historia nos irá develando que las intenciones son distintas.

Es necesario acordar que nunca se sardoniza la figura de aquellos primeros maestros. Es más, Hazanavicius se vale de las convenciones visuales, actorales y narrativas de la época, para componer un conjunto recíproco de admiración y parodia. Por tanto, no puede decirse que The Artist es un filme nostálgico. Aunque un coro polifónico, tan diverso como legítimo, identifique la añoranza como sustrato de la película, cabe disentir y proponer otra mirada. Hazanavicius reniega del pasado, de “los pasados”. El trabajo del francés evoca lo más sublime de las grandes transformaciones: por un lado las caídas, frustraciones, miedos y revanchas; por el otro las novedades, los triunfos, la gratitud y, otra vez, los eternos retornos. Sin caer en arcaísmos innecesarios se regresa a los años 20, respetando los códigos, estructuras y restricciones de la época. No obstante, los enfoques y las intenciones trascienden la mímesis ramplona, ofreciendo una disección minuciosa del mundo y el hecho artístico, el cinematográfico en específico sin importar el contexto histórico que lo envuelva. Nuestras experiencias desde tiempos remotos se repiten, la humanidad ha seguido un curso circular en su desarrollo evolutivo, de igual manera lo hicieron las artes. Ahora mismo -como hace más de 70 años- la industria del cine se prepara para modificar sus formas de producción y consumo. Al igual que Valentin, muchos desprecian la novedad; en cambio otros se valen de ella para proponer nuevos mecanismo de expresión y creación artística. El director del filme supo fotografiar la figura del verdadero artista en estos periodos. El artista que se reinventa a regañadientes y aquel que emerge de la nada en una explosión de renovación. El personaje de Dujardin como primer ejemplo, Peppy Miller, interpretada por Bérénice Béjo, en el segundo caso. Ahí reside el mérito de un film que conquistó al gran público con una fábula antológica de tabloide, el ascenso y la caída de una estrella de Hollywood, en esta valoración y reconocimiento al artista de todos los tiempos. Entregar esta imagen redentora masivamente era un deber que alguien tenía que cumplir. Bien hizo Thomas Langmann al cambiar el nombre del film. El director pensó inicialmente en el nombre “El Lunar”. El arte nos salvará.

No podemos cerrar la nota sin realizar tres acotaciones. Primero: Reclamamos al cine en 3D el uso abusivo del efecto fácil, el uso de nuestras emociones y pulsiones básicas para mantenernos en vilo. Hazanavicius, aunque sin gafas 3D, se vale de los mismos recursos, sonrisa, susto y lágrima fácil, para seducirnos. Y lo hace con calidad e ingenio. El cine atraviesa un cambio trascendental, una vez más, en su formato. Tengamos la certeza de que siempre habrá gente como Scorsese o Hazanavicius dispuesta a vendernos un poco de ilusión y esperanza. Finalmente el cine no es nada más que eso, una ilusión. Segundo: Dujardin resuelve con solvencia el tratamiento de un personaje que juega en un espacio de doble, y hasta triple ficción. La labor actoral del francés, recurrente en Hazanavicius, es de las mejores vistas en los premios Oscar de los últimos años. Bérénice Bejó, actriz franco argentina y esposa del director, no queda desplazada. Siendo desconocida para muchos, supo ganarse un lugar y conquistar al espectador tal como lo hiciera su personaje, Peppy Miller. Tercero: La fotografìa, a cargo de Guillaume Schiffman, en algunos momentos recuerda a la de los inmortales Fritz Lang y Orson Welles. Este último detalle es suficiente para asisitir a la proyección. The Artist, con más de 70 nominaciones y 45 premios en los festivales más importantes del planeta, nos espera en la renovada sala del cine Capitol (C. 25 de Mayo casi Colombia). La cita no permite postergaciones.

[email protected]

NOVEDADES LITERARIAS DE ALFAGUARA

El año de Saeko (Kyoichi Katayama)

Shun’ichi es programador informático y aficionado a fotografiar gatos, y Saeko, su mujer, se encarga de la reposición y el mantenimiento de tres máquinas expendedoras. Se conocieron hace cinco años, cuando eran vecinos, y él se enamoró de su llanto. Desde entonces llevan una vida apacible, hasta que una petición de la hermana de Saeko trastocará su mundo cotidiano. En El año de Saeko, Katayama habla del difícil anclaje de dos seres en el mundo. De su vida diaria, con sus tristezas y alegrías, con sus angustias, con su amor.

Kyoichi Katayama inició su trayectoria literaria en 1986, con Kehai, ganadora del Bungakkai Newcomers Award. Le siguieron, entre otras, Kimi no Shiranai Tokoro de Sekai (El mundo gira por un lugar que no conoces), John Lennon o Shinjiru na (No creáis en John Lenon), Mangetsu no Yoru, Moby Dick ga (Moby Dick en la luna llena), El año de Saeko y Un grito de amor desde el centro del mundo (Alfaguara, 2008), que ha sido traducida en diversos países convirtiéndose en best seller, ha inspirado una versión cinematográfica, una exitosa serie televisiva y ha sido ilustrada como cómic manga. Precio: Bs. 95.



Diez mujeres (Marcela Serrano)

Nueve mujeres, muy distintas entre sí y que nunca se han visto antes, comparten sus historias. Natasha, su terapeuta, ha decidido reunirlas en la convicción de que las heridas empiezan a sanar cuando se rompen las cadenas del silencio. No importa el origen ni la extracción social, la edad o la profesión: todas acarrean sobre sus hombros el peso del miedo, la soledad, el deseo, las inseguridades. A veces ante un pasado que no pueden dejar atrás; otras, ante un presente que no se parece a lo que habrían deseado, o un futuro que las asusta.

Sobre la autora: Marcela Serrano nació en Santiago de Chile. Licenciada en grabado en la Universidad Católica, entre 1976 y 1983 trabajó en diversos ámbitos de las artes visuales, especialmente en instalaciones y acciones artísticas (entre ellas el body art). Entre sus novelas, que han sido publicadas con gran éxito en Latinoamérica y en Europa, han sido llevadas al cine y se han traducido a varios idiomas, destacan Nosotras que nos queremos tanto (1991), galardonada en el año 1994 con el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, distinción concedida a la mejor novela hispanoamericana escrita por mujeres; Para que no me olvides (1993), que obtuvo en 1994 el Premio Municipal de Literatura en Santiago de Chile, Antigua vida mía (1995), El albergue de las mujeres tristes (1997) y La llorona (2008). Precio: Bs 100.

Los cuadernos secretos de Agatha Christie y dos novelas inéditas de Poirot (Jhon Curran)

Tras la muerte de la hija de Agatha, Rosalind, a finales de 2004, se reveló un extraordinario legado. Entre sus objetos personales de la residencia familiar de Greenway se desenterraron los cuadernos privados de Agatha Christie, 73 volúmenes escritos a mano que habían permanecido en gran parte ignorados, probablemente debido a que la inconfundible caligrafía de Agatha era muy dificultosa de leer. Pero cuando el archivero John Curran comenzó a descifrar los cuadernos, se hizo evidente la magnitud de este tesoro escondido.

John Curran, fan de Agatha Christie de toda la vida y uno de los mayores expertos del mundo en la autora, vive en Dublín. Durante muchos años editó el boletín informativo oficial de Agatha Christie y ha sido asesor del National Trust durante la restauración de Greenway House, la casa de Christie en Devon. John ha estado trabajando junto con el nieto de Agatha Christie, Mathew Prichard, para crear el Agatha Christie Archive, y actualmente está escribiendo su tesis doctoral sobre Agatha Christie en el Trinity College, Dublín. Precio: Bs. 120.