Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 03:42

LA PRESENTACIÓN DE CALLE 13 DEJÓ MÁS QUE SIMPLES NOTAS DE PRENSA

C-13: cuatro formas de ser explosivo

C-13: cuatro formas de ser explosivo



1. “Ven y critícame, yo soy así…”: Existen facetas desconocidas de los artistas, eclipsadas por los estereotipos de la fama y el éxito. Aún así, el pasado resulta incómodo para muchas “celebridades”. No es el caso de los integrantes de Calle 13. Recordando siempre sus orígenes en el barrio marginal de La Perla, en San Juan, Puerto Rico, y definiéndose como “clase media baja desde la placenta”, René Pérez (“Residente”), frontman de la banda, no reniega de sus orígenes. Un bachillerato en artes, una maestría en cine y otra en diseño de sonido, dejan en claro que el puertorriqueño sabe lo que hace y dice. Siendo el letrista oficial, consiguió incomodar con su acidez a toda la industria musical. Con sus inusuales rimas otorga una personalidad inconfundible al proyecto que, junto a Eduardo Cabra, su hermanastro, también conocido como “Visitante”, emprendieron en 2005 con el disco Calle Trece. “Visitante”, que a los 6 años se inició en el estudio de la teoría musical, es el encargado de fusionar diversos ritmos (tango, candombe, merengue, sonidos balcánicos o ská) a los beats de la música urbana. Cabra en los últimos años se ha constituido en un reconocido productor. Su virtuosismo ha atraído las colaboraciones de Rubén Blades, Café Tacvba, Susana Baca, Toto la Momposina, Orishas y Mercedes Sosa, por mencionar algunos nombres. Completa la familia la “PG 13”, Ileana Cabra, que con apenas 22 años y habiendo concluido sus estudios en el Conservatorio Musical de Puerto Rico, es el complemento perfecto al dueto original. Con una participación más marcada desde Los de atrás vienen conmigo (2008) en canciones como “Gringo Latin Funk”, “Tal Para Cual”, “Que lloren” o la excepcional introducción de “Pal Norte” (Residente o Visitante, 2007), sus explosivas performances sobre los escenarios, en una combinación de sensualidad e irreverencia contrastada con su figura espigada e infantil, le han valido un extenso número de admiradores. Un amplio registro vocal y su potencia interpretativa prometen una próxima grabación solista de muy buena factura. Evidentemente estamos frente a uno de los grupos latinoamericanos que ha cortado en seco las posibilidades críticas de la prensa farandulera y ha dejado mal parada la tendencia eurocéntrica de la “buena música”.

2. “Me infiltro en el sistema y exploto desde adentro…”: Transformadora, reveladora, un revulsivo de afirmación identitaria y generacional. Así podría sintetizarse la presentación de Calle 13 en La Paz. Un necesario reencause de la latente rebeldía juvenil, tan desgastada por la banalización y apropiación mercantil de lo popular-urbano, por un lado, y la elitización amodorrada de expresiones artísticas tristemente deshumanizadas, por el otro. Y resulta ser, el quiebre de ambos esquemas, la propuesta sostenida por René Pérez, Eduardo e Ileana Cabra en toda su discografía, especialmente en las tres últimas placas. Bordeando la demagogia y abusando de la vulgaridad, dicen sus detractores, los boricuas consiguieron copar los espacios cedidos desde siempre, dentro los circuitos de distribución musical masiva, a la atrocidad del vacío discursivo y propositivo. Con nueve premios Grammy Latinos en la bolsa, ratificando lo mencionado, y sin un solo guardaespaldas, ni ningún otro capricho de la parafernalia rockstar, los Calle 13 arribaron a nuestro país, mientras los seguidores kochalas atiborraban los buses rumbo a la sede de gobierno. Una muestra contundente de su humildad y gran arrastre. Algún incauto desacreditará injustamente, blandiendo su popularidad y nuestra ignorancia, las aptitudes artísticas de los caribeños, sin embargo, la arquitectura musical y lírica que construyen en cada canción traspasa el minúsculo entendimiento de alguna crítica que aún los considera un rústico grupo reguetonero. Con la picardía de la barriada y una inteligencia que cualquier académico envidiaría, los C-13 lograron un alcance masivo con humor, irreverencia y mucha calidad, congregando un público amplio. Adolescentes de discoteca, gente del hip hop, amantes de la mal llamada “música protesta” y fanáticos de Armin Van Buuren, los ovacionan apenas pisan el escenario del “Jaime Laredo”.

3. “Lengua con lengua, hasta que me censuren los literatos defensores del idioma anticuado”: Boca a boca, brazo con brazo. Cientos de sinapsis corporales, de ideales y revoluciones. Electricidad que amplifica voces nacientes, las hace más potentes, estentóreas, imposibles de silenciar con la infértil cháchara de prejuicios ético-estéticos. Los corazones laten más fuertes, la sangre fluye con violencia y casi diez mil gargantas alardean su disfonía. Latinoamérica toda vibra a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar con una whipala de fondo. Incorrección desbordando el Teatro Al Aire Libre paceño. “Vamos a portarnos mal” o “Baile de los pobres”, de su último trabajo Entren los que quieran (2011), nos recuerdan que la latinidad se expresa desde los huesos, moviendo las caderas, brincando y festejando el solo hecho de haber nacido a este lado del mundo. Saltando y escupiendo groserías, cuestionando cualquier forma de autoridad moral o política. “Yo digo 50 malas palabras por segundo, porque la verdad es que me gustaría cambiar este puto mundo…”, el orden de las cosas es alterado durante dos horas, la música imponiendo soberanía. Nuevo paradigma de sublevación.

4. “Vamos dibujando el camino… aquí estamos de pie…”: La reivindicación de las luchas indígenas, obreras, migratorias, el apoyo al resurgimiento de las movimientos estudiantiles, el replanteo de la educación, entendida como única forma de revolución, Puerto Rico libre y Patria Grande. Puro panfleto, dirán algunos, temiendo que la carga explosiva que transportan los boricuas termine por encender la mecha en toda nuestra geografía, catalizando la euforia contenida en sus presentaciones en acciones de transformación social. Ante el riesgo de sonar ingenuos, cabe mencionar el protagonismo de “Latinoamérica” (Entren los que quieran) en la consolidación de un proyecto de redes sociales de salud alternativa y solidaria en Argentina, experiencia compartida por una médico boliviana en el mismo concierto. Mucho más de lo que consigue el pobre activismo de la “izquierda” local, ofuscado en su restringido círculo de debates. Y nacen las preguntas respecto a la validez de la propuesta de Calle 13, los métodos de los que se vale para despertar sospecha y conciencia. “Uribe ParaMilitar” fue la insignia que lucía la camiseta de Residente en los MTV Music Awards de 2009, que sirvió de pretexto para que el entonces presidente colombiano vetara sus presentaciones en Bogotá. “Hay que defender lo indígena siempre, no solo en algunos momentos como lo hacen algunos”, dijo en referencia a las protestas por la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, sabiendo que una buena parte de sus oyentes formaron parte de aquellas protestas esnob que deslegitimaron torpemente la marcha de los indígenas de tierras bajas. Expuestos los ejemplos, ¿existe un mecanismo más efectivo que atacar desde las entrañas mismas de los gigantes mediáticos? Palabras certeras, francas, sin eufemismos inútiles, ni teorizaciones ociosas. La revolución en los Grammy Latinos y los premios MTV. La revolución en los sones caribeños, recorriéndonos las venas.

Bonus Track. “Música que no se escucha en la cabrona radio…”: Finalmente, para dispersar cualquier cuestionamiento, resulta imprescindible elogiar la versatilidad de los músicos que acompañan a Calle 13. Dirigidos por “Visitante”, ya sea al piano, la melódica, el charango o el acordeón, no podrían ofrecer una muestra más heterogénea de música. Con improvisaciones, en los bronces y la percusión, rememorando la huella indeleble del Latin Jazz en el caribe, acompañamientos cercanos a la No Smoking Orchestra de Emir Kusturika, o sencillos acordes de cumbia, merengue y punk, la noche se convierte en un viaje alrededor del mundo. Demostración incomparable de eclecticismo. En esta balanza los dogmas y tradiciones pesan nada a lado del talento y la pasión. La Calle 13 “está en la casa” y hay pocas posibilidades de echarla. “A fuego”.

[email protected]