Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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LA PELÍCULA FRANCESA SE EXHIBE MAÑANA A LAS 19:00, EN LA ALIANZA FRANCESA, EN EL MARCO DEL FESTIVAL DE CINE EUROPEO

Dot.com

Se viene la tercera y última semana del 12 Festival de Cine Europeo en Bolivia, acontecimiento que se lleva a cabo en distintos escenarios de la ciudad, hasta el 24 de octubre. La RAMONA publica ahora críticas de dos películas del festival, así como de uno de los cortometrajes bolivianos en competición, más el programa restante de la ac tividad. Quienes deseen mayores informes pueden visitar el sito web: www.fceb.org.


Dot.com, película de Luis Galvao Teles, llama la atención, antes de verla, por su procedencia: Portugal. Estoy casi seguro de que, en los últimos tiempos, el paso por festivales bolivianos de una película portuguesa ha sido escaso, y por salas comerciales bolivianas, inexistente. La baja producción (unas 10 a 15 películas por año) de este país ibérico en relación con sus vecinos, hace que su distribución sea cernida hasta desaparecer por estos lados del mundo. Sin embargo, para muestra un botón. En el festival latinoamericano de cine “A cielo abierto”, realizado en agosto de este año, se presentó una muestra por demás imprescindible del cineasta portugués Sergio Tefraut, autor de Ciudad de los Muertos y Lisboetas, entre otros largometrajes documentales. La muestra sirvió para mostrar que Portugal, aunque en una vista superficial no pareciera, presenta muchos matices cinematografiables, desde diversidad cultural, fruto de la migración al ser un país de puertos (la puerta atlántica hacia el universo Europeo), hasta su interioridad rural y pintoresca.

Esta última faceta es la que da vida a la comedia Dot.com. Con una puesta en escena conservadora, contemplativa y cuidadosa de los detalles, Galvao Teles nos retrata el pueblo típico ibérico. La idiosincrasia de este fresco del campo y la provinci, admite y se enriquece de estereotipos, diálogos que parecen recitados, el lento pasar acompasado de las apariencias, y como corolario un humor casi ingenuo que en algunos casos puede distraernos de alguno que otro destello de sarcasmo o ironía. Sin embargo, este realismo costumbrista que es Dot.com nos puede llegar a sorprender para luego adentrarnos en la trama que está por demás bien construida.  

Su punto de arranque me trajo la reminiscencia de alguna telenovela brasilera, costumbrista también, que vi hace mucho tiempo, y aunque no llega al realismo mágico, algo en lo que estas novelas se inspiraban, sí están presentes los personajes necesarios: el joven bien parecido que es ingeniero (al que nadie le entiende, pero inspira mucho respeto), el amigo risueño y enamoradizo, la viejas vecinas alborotadoras, el cura que es otra autoridad, la mujer bella e idealizada que viene de la ciudad y que algo tendrá luego que ver con el protagonista. Todos estos elementos se articulan sobre una trama atrayente: una empresa quiere demandar a un pueblo porque este tiene el mismo nombre que su producto estrella pronto a ser lanzado: “Aguas altas”; así también se llama la página web del pueblo, porque, claro, ése es su nombre, y la otra Aguas altas es una línea de aguas embotelladas. Demandar a un pueblo por hacer uso de su propio nombre parece irracional, pero, en el contexto de la modernidad y la competencia de la marca (que hoy en día lo es todo), es bastante creíble, y además abre el debate que está en boga desde hace tiempo: modernidad vs. conservación (aquí en Bolivia tenemos grandes ejemplos de estas pugnas, y ahí va una pista, en la primera secuencia de Dot.com, Aguas Altas, espera ansiosa una carretera que nunca se hace, con la esperanza del progreso).

La sui generis disputa se hace nacional y luego internacional. Esto le sirve a Galva oTeles para desnudar algunos detalles ocultos (porque ésa es una característica de los pueblos, las verdades un tanto oscuras, se ocultan candorosamente, sino recuerden Blue Velvet de David Lynch), mostrar la relación entre los personajes, como individuos, además de mostrarlos como parte de sus respectivos sectores sociales. Al final Dot.com es también una reflexión sobre los deseos, lo que activan, y lo que destruyen.

Dot.com es una recomendable película, no solo por su “remota” procedencia, sino por lo que nos muestra, eso extraordinario en lo ordinario, tan buscado; además nos abre las puertas para que sigamos rastreando este cine, el portugués (sin ánimos de nacionalizar estilos), diverso y sorprendente.

    

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