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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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MAGIA Y MÚSICA. UN AÑO DE TIMPANA

Alma perdida: voces, viajes, bosques

Alma perdida: voces, viajes, bosques
Una mujer es raptada por el bosque. Para mantenerla cautiva la convirtieron en una melodiosa voz. En las profundidades del monte se oye un canto. Con la certeza de hallar a su amada, Ausencio emprende un viaje de búsqueda y rescate, acompañado de su fiel perro Pegaso. Es el cuento narrado en el disco conceptual Alma Perdida, primer trabajo de la banda cochabambina Timpana. Festejando un año de vida el quinteto presentó, en salones del hotel Cochabamba, un concierto de muy alto nivel.

Una alineación envidiable es la carta de presentación. Liderados por la talentosa y multifacética Alejandra Lanza, el magistral percusionista y luthier Amado Espinoza, el bajo de Gustavo Pérez y las guitarras de José Luís Bueno y Mauricio Canedo, conforman uno de los grupos que ha renovado la escena musical nacional.

De entrada Timpana propone un viaje hacia la fantasía. Usando las frágiles flores de un jacarandá sobre las mesas, a manera de invitación, se intenta propiciar el primer acercamiento hacia nuestra imaginación. La complicidad con el público está sellada. Con una ambientación cuidada hasta el más mínimo detalle se otorga un vínculo real con la historia, esta relación consigue sumergirnos en un sagrado bosque de magia y música. Con una atractiva reminiscencia a las formas teatrales japonesas del Kabuki, se inicia un espectáculo que entraña cierta ritualidad capaz de sostener perfectamente, en sus aproximadamente 60 minutos de duración, un lienzo narrativo muy bien delineado. Alejandra Lanza, valiéndose de una muy destacable sobriedad actoral, imprime al conjunto de la obra un aura mítica, capaz de absorber al espectador más reacio hacia los confines más remotos de su alma. Son viajes que todos intuimos necesarios, pero que cobardemente rechazamos en el día a día. La propuesta de Timpana es una llave que nos abre las puertas a los misterios del silencio, la soledad, el miedo, la amistad, la melancolía y el amor, una voz que recorre los rincones más íntimos de nuestra humanidad. La concepción estética de la puesta en escena invita a desvanecer los difusos límites que dividen culturas, personas, canciones y sentimientos. Alma perdida es una oda a la liberación del cuerpo y la mente, un canto poderoso capaz de derribar cualquier frontera. Es un viaje de retorno hacia nuestro interior.

Ejecuciones pulcras, en las que se destacan una poderosa percusión llena de matices y la portentosa voz de Lanza, sumadas a la gran propuesta visual (maquillaje, vestuario y escenografía), la fina expresión corporal y la notable versatilidad musical confirman que Cochabamba ha sido testigo de uno de los conciertos más atractivos del año.

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