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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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SOBRE LA PARTICIPACIÓN DEL ESCRITOR CHILENO EN LA FERIA DEL LIBRO DE SANTA CRUZ

Fuguet en fuga

Fuguet en fuga



El marco lo dio la XII Feria Internacional del Libro de Santa Cruz. De manera recurrente, los autores invitados al encuentro con los libros, tuvieron un tema azarosamente común, la migración y la creación desde otras geografías. Autores como Giovanna Rivero, Edmundo Paz Soldán, Wolfango Montes y Alberto Fuguet, recrearon su propia feria de lo desconocido y lo muy conocido en el fondo: mirar el lugar de origen a la distancia corpórea, pero no emocional.

Fuguet (Chile, 1964) escritor, periodista y director de cine, habló de su novela Missing (Alfaguara, 2009) y también de su faceta más cercana y sentida, el cine. El Fuguet cercano, de tanto cruzarnos en los pasillos de la feria y en las presentaciones que brindó a un público numeroso de las charlas más publicitadas, devoto aún de Mario Vargas Llosa, presentó su producción cinematográfica Canción campesina, una historia de migrantes en Norteamérica. Su personaje, un chileno pasajero en trance, mira impávido una geografía extraña y solitaria. Deambula, observa y viaja a su propia profundidad de desarraigo y esperanza. Película sin fintas ni oropeles, donde lo que no se dice es lo que desgarra. La mirada narrativa es contemplativa y a momentos difusa. Este personaje parece, antojadizamente hablando, un Matías Vicuña tocando la madurez y poco solemne como en la adolescencia.

Fuga no es mala palabra y no trae colgando ironía. Volviendo al escritor, su literatura, con fuerte influencia pop norteamericana, de lenguaje urbano, tiene en Missing un escape necesario de pudor, y hace latente su obsesión por los perdidos. Este libro narra la fuga de su tío Carlos, que se pierde en la dictadura, que se va dejando sin quererlo la dirección a un futuro investigador que lo rastreará y lo encontrará fácilmente en otro lugar, recuperándolo del cómodo olvido familiar. Un olvido “a la chilena” que está mediado siempre por el temor latente a los milicos y el fantasma recurrente de la dictadura. El autor manifestó que al escribir la novela no pidió permiso a la familia, consciente que toda literatura es biográfica, y que por su proximidad e intimidad, alguien siempre saldrá herido, es el precio a pagar.

El Fuguet menos celebrante fue el que se cansó de su papel de star, de visibilidad constante, fotos con fans que lo arrinconaron con comentarios comunes o preguntas fuera de lugar, deliciosamente fuera de lugar. El Fuguet pleno se abrirá ácido y garabatero en las charlas con el público, donde confesará que, si tuviera que crecer, eso refiriéndose a su síndrome Peter Pan, no podría escribir. Acotando, si el escritor sufre que se vaya a la mierda, ante la candorosa pregunta del público, que interrogó sobre cómo se las arregla para seguir narrando en un mundo que ha devaluado la lectura. Así dará la nota alta. Conciso y directo.

“Me gusta más sentirme americano y escribir sobre los lugares que bullen de vida, es decir sobre la América desde la punta al cabo, pienso que el concepto de lo nuevo está mal manejado”, acotó, acá se siente el peso de lo vivo. El trabajo literario al ser un oficio solitario te vuelve más ezquizoide, la creación y el trabajo colectivo que supone hacer cine proporciona comunidad, uno que no siempre es malintencionado pensará ¿Fuguet fuga de los libros al cine? Parece que sí, sin embargo, el ejercicio de crear tomará solamente una variación, el viejo literato que vive en él no va a abandonarlo, pensar que sí sería naif. El mundo ha cambiado, dirá Fuguet. Sí, cambió, porque cambia todo cambia y desde el ojo visor de una cámara, estamos seguros que tendrá tanto que decir, tanto como el entrañable Matías Vicuña, en su novela consagrada Mala Onda (Alfaguara, 1991).

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