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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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SOBRE EL OTRO GALLO, REEDITADA NOVELA DE JORGE SUÁREZ

La palabra de un bandido

La palabra de un bandido



En mayo del año pasado, Plural ha tenido la feliz iniciativa de publicar el texto de Jorge Suárez titulado El otro gallo. Digo feliz porque merece la pena que un texto como este sea leído y releído por todos. Hacía falta ponerlo nuevamente al alcance de los que ya tuvieron experiencia de él y de aquellos que no lo conocen o que sólo han oído hablar de él. ¿Por qué merece la pena leerlo y releerlo? Decirles que el año 2009 fue seleccionado como una de las diez novelas fundamentales de la literatura boliviana no me parece suficiente para convencerlos. Decirles lo que Luis H. Antezana afirma de él, cuando apunta que “es un texto preciso y cuidadosamente trabajado” que trata de un personaje que “pertenece a la estirpe de los héroes rebeldes, esos sujetos de leyenda que, más allá de la inmediata realidad, se las arreglan para vivir en la memoria popular”, me parecen buenas razones pero todavía insuficientes para provocarlos a la lectura o, si es el caso, la re-lectura de este texto.

Para esta provocación me gustaría más bien presentarles o, si es el caso, recordarles brevemente una de las facetas del personaje principal de esta narración, de ese héroe rebelde, de ese sujeto de leyenda auto-apodado “el Bandido de la Sierra Negra”. Y digo auto-apodado porque siendo hijo de otro rebelde y contumaz que tenía el simple mote de “el Bandido” y que fue muerto a traición, se había propuesto, siendo todavía un niño, perpetuar el recuerdo de su padre siendo él mismo otro rebelde y contumaz. Pero esta vez su padre resucitaría en él con un nuevo perfil, más moderno, un nuevo nombre inspirado en un cartel que desplegó el cine Victoria, de lado a lado de la calle, para anunciar una película”: El Bandido de la Sierra Negra.

Sí, al Bandido de la Sierra Negra le gustaba el cine. Más desde que mataron a su padre y su madre había tenido que dedicarse a vender gelatina de patas en el mercado. Su madre le había advertido constantemente: “por ninguna circunstancia, debía seguir el camino de su progenitor. Su oficio era llenar vasos y vasos con el caldo de la gelatina.” Lo que le permitía evadir esa realidad era justamente una delgada puerta que separaba la realidad de la fantasía y que se alzaba entre su casa y el Mercado Nuevo: el cine Victoria. Su dura niñez en Santa Cruz, levantándose al alba, ayudando a su severa madre a contar los vasos de gelatina y acompañándola soñoliento al mercado, podía ser olvidada los fines de semana en los bancos del cine. Desde esos bancos podía fugarse hacia el “cuchillo de Sandokán; al revólver de Búfalo Bill; a la voz de Jorge Negrete, haciendo estallar los parlantes; a las piruetas de Chaplin, siempre escapando de la policía; a la tempestuosa irrupción de Pancho Villa; al esplendor de los Mariachis”

Desde niño el Bandido de la Sierra Negra supo del poder de la fantasía, de la imaginación. Desde que era un peladingo supo que “sin los ojos de la ilusión, los tajibos no serían diferentes de los otros árboles”. Ya viejo nos dice que “la vida está hecha de imaginaciones. Y las imaginaciones, de charla.” Sabía el bandolero de la capacidad de las palabras para la ilusión. Aquellos que lo oyen contar sus hazañas saben que en el fondo su fama de forajido se debe a sus palabras. Eran ellas las que lo libraban de aprietos. “Eran sus palabras –las palabras que había aprendido a musitar en los soliloquios de su infancia- que se transformaban de pronto en afilados cuchillos, en fulgurantes pistolones o en sorpresivas mutaciones del paisaje.”

Como aquella vez que iban a fusilarlo los carabineros junto al río. “Se encomendó a Dios y miró de reojo a Mandinga. Antes de la ejecución, el oficial que mandaba la patrulla le preguntó formalmente: ‘¿Sus últimos deseos?’.” Y él respondió: “- ¡Patasca y cerveza helada¡ El bandido aprovechó el desconcierto que produjo entre los carabineros su respuesta y se internó en el río”

Eso es cuanto puedo decirles para provocarlos a la lectura de este hermoso texto. Espero hayan quedado con ganas de leerlo.

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