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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 18:38

EL CISNE NEGRO, CCANDIDATA AL OSCAR A MEJOR PELÍCULA, SE EXHIBE EN EL CINE CENTER

Perfección y libertad

Perfección y libertad



Vale la pena volver a mencionar que una gran película haya llegado a la cartelera del Cine Center de nuestra ciudad. Hace algunas semanas, dentro del análisis que lleva a cabo este suplemento de cara al Oscar, uno de mis colegas realizó una reseña de El Cisne Negro (Black Swan), que, como comentaba, el pasado jueves entró en cartelera como una grata sorpresa, de aquellas que normalmente no solemos ver en nuestro medio, donde normalmente todas las películas nominadas al Oscar nos llegan después de haber pasado la ceremonia de entrega de la estatuilla dorada.

Si bien, como mis colegas mencionan, esta película y las otras que forman parte de las diez más importantes pueden adquirirse en el mercado pirata, yo recomendaría que se aproximen a las salas del Center -no por hacerles publicidad, ya que he tenido disgustos constantes en ese espacio-, sino para presenciar un espectáculo de primer nivel que roza la perfección en la mayoría de sus aspectos.

Para refrescar un poco la memoria, El Cisne Negro cuenta la historia de Nina (Natalie Portmann), una bailarina de profesión que forma parte de una compañía de ballet. Al estrenar una nueva temporada, el director artístico (Vincet Cassel) decide que la primera obra que presentarán será el clásico de Tchaikovsky, El lago de los cisnes; con la necesidad de una nueva bailarina principal, para una nueva producción, Nina surge como la elección para primera bailarina de la obra. El cisne blanco, elegante e inocente, es muy parecido su personalidad, pero surge competencia cuando otra bailarina, llamada Lily (Mila Kunis), similar al cisne negro, más agresivo y sensual, surge en escena peligrando el estelar de Nina. El lago de los cisnes requiere una bailarina que pueda interpretar a ambos cisnes; ante esta situación la rivalidad entre las dos jóvenes bailarinas va creciendo, provocando que Nina conecte con su lado más oscuro que amenaza con destruirla.

Con 47 premios de 166 nominaciones (y con 25 pendientes), El Cisne Negro, salvo sorpresa, no creo que gane en la categoría de Mejor Película ni en la de Mejor Director; apostaría un 60 por ciento a La Red Social y un 40 por ciento a El Discurso del Rey. De todas formas, Aronofsky (41), el director de la cinta, es aún joven y tiene todavía mucha cuerda por delante para seguir deleitándonos con su peculiar estilo visual y su capacidad de relatar historias de personajes o situaciones que normalmente no son retratadas, o no son muy comunes a los ojos de la sociedad.

Aún no hemos visto lo mejor de este realizador americano. Su forma de llevar a cabo el relato visual es un deleite, jugando con transiciones largas, además de tomas y ángulos inusuales, en un juego psicológico de imágenes que marcan y pasan los límites dentro la cordura, la locura, lo real y lo irreal, con imágenes perturbadoras, dentro de una relato de suspenso que podría estremecer a cualquiera.

Lo que sí podría asegurar, salvo sorpresa injusta, sería otra victoria en la racha arrasadora de Portman, que se llevaría la estatuilla dorada en la categoría de Mejor Actriz, con una actuación soberbia. Viendo la cinta es como si en realidad nunca hubiera existido una Natalie, sólo una Nina, que nos muestra su lucha interna contra sus demonios, una madre ex bailarina frustrada y, sobre todo, la liberación no sólo en la danza, sino en todos los aspectos de su vida que le permitirán sacar el cisne negro que ruega, y a la vez se resiste, a emerger en una lucha psicológica entre el psique y la libertad -distorsionada a libertinaje- del ser humano. Portman, en todas su facetas de interacción con el resto del elenco, entrega una actuación digna de ovación, ya que transmite sensualidad, inocencia, frustración, destreza y un sin fin de características. Tanto así, que es como si realmente viéramos a las dos encarnaciones de los atributos de los cisnes en la pantalla.

El Cisne Negro es una aproximación inusual, pero muy grata, del género suspenso psicológico a lo que representa una práctica como el ballet. Con el “olfato” visual y creativo acertadísimo que le caracteriza, Aronofsky logra dar rienda suelta a un retrato elegante y bizarro de la mente, acompañado y estelarizado por una magnífica Portman, donde la dualidad y la lucha entre la perfección y la libertad están latentes en cada escena de la mente del individuo.

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