Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 16:57

AMELIA CASTILLA, EDITORA DEL SUPLEMENTO BABELIA DE EL PAÍS

“Una revista literaria puede ser exclusiva y elitista, ése es su derecho y a lo mejor también su deber”

“Una revista literaria puede ser exclusiva y elitista, ése es su derecho y a lo mejor también su deber”



Los suplementos culturales deben adoptar un trabajo enmarcado en las vanguardias artísticas, según la periodista española Amelia Castilla. La editora del prestigioso suplemento Babelia del diario ibérico El País llegó la semana que se va a Bolivia, para dictar el taller “Cultura y Periodismo”, organizado por la Embajada de España, la Asociación Nacional de la Prensa y la Asociación de Periodistas de La Paz (sede de la actividad).

Una treintena de comunicadores de medios impresos y digitales de diferentes departamentos se beneficiaron con las enseñanzas de Castilla, quien tradujo toda su experiencia -más de 30 años de trayectoria- en entretenidas sesiones de análisis y reflexión sobre el quehacer de la cultura en la prensa y la red internet.

La RAMONA dialogó con Castilla a propósito de Babelia (que editó su número 1.000 el pasado 22 de enero), así como de las nuevas tendencias de la difusión mediática de la cultura.

-¿Qué entienden por la palabra “cultura” en Babelia y El País?

Todo lo que se refiere al ámbito de la creación literaria, artística, danza, ballet, música; básicamente el trabajo de los creadores en todas sus facetas y todas las medidas que se toman en relación a esas áreas, que tienen que ver con los gobiernos.

-En el número mil de Babelia se publicó una nota de Mario Vargas Llosa, “La civilización del espectáculo”, en la que el Nobel es muy crítico con la banalización de las artes y de la cultura en general. ¿Cómo Babelia intenta escaparle a esta “civilización del espectáculo”?

En realidad no escapamos tanto. Nos gustaría escapar más, pero nosotros vivimos inmersos en el mundo en el que estamos. Las televisoras han creado eso que se llama la cultura del ocio, y al final ellas son los que tienen las grandes audiencias. De alguna manera, los periódicos tenemos que adaptarnos también a eso, a todo el mundo del espectáculo. Nos pasa lo mismo en el tema de la literatura con los best sellers. Nos preguntamos si esos libros son literatura o pertenecen a un género menor. Nuestra tarea no es exactamente decidir qué es lo bueno y lo malo, sino, como suplemento literario que tiene que ver con un periódico, sacar todo lo que creemos que es noticia e información. En nuestro caso, diría que lo difícil es aunar la información con la opinión.

-¿Con qué enfoques aborda Babelia los temas inherentes a la cultura popular?

Los tratamos más bien como fenómenos sociales en muchos casos. Y, en lugar de recurrir a las críticas, que son la base del suplemento Babelia, hacemos reportajes que hablen sobre el fenómeno que se está produciendo. Así hicimos por ejemplo con el fenómeno Millenium (exitosa trilogía de novelas del escritor sueco Stieg Larsson) y con un autor español de best sellers. Sacamos esas notas en el suplemento, pero sin llevarlas a la crítica. Obviamente damos cuenta de estos fenómenos, pues sería absurdo que nosotros estemos al margen de lo que sucede en la calle y de cómo se están moviendo los lectores.

-Internet ha ampliado infinitamente las voces críticas. Tomando esto en cuenta, ¿cuál es el rol que le asignan a la crítica en Babelia?

Yo no tengo esa impresión. A mí me parece que la gran crítica, la crítica de calidad y la que es al menos seguida por muchos lectores de El País, tiene la batalla ganada en el periódico impreso. El internet debería ser un ámbito en el que todos los críticos digan lo que quieren y se puedan expresar de manera rotunda. Y yo creo que no lo es. La crítica sigue siendo un género que se identifica mucho más con el papel, al menos la crítica como la entendemos nosotros, es decir la que está hecha por un especialista, un especialista en toros, en literatura infantil, en músicas del mundo, etcétera.

-Babelia se comenzó a editar en 1991, cuando el internet acababa de nacer oficialmente. ¿A lo largo de estos años han hecho concesiones de estilo y enfoques al influjo de las nuevas tecnologías?

No es que hayamos hecho concesiones ni que nos hayamos entregado en brazos de internet, porque tampoco nos quedaba otro remedio. Uno no puede resistirse al avance de los tiempos. Internet ha supuesto una gran revolución en el mundo de los medios de comunicación, por eso, desde el primer momento, tratamos de crear nuestro propio blog (blogs.elpais.com/papeles-perdidos), y de trabajar en los dos ámbitos, en el del papel y en el internet. Internet no nos ha cambiado en gran medida. Nosotros, y esa es una filosofía que tiene todo el periódico, creemos que el periodismo es periodismo en la web y en el papel. Nuestra tarea es hacer las cosas de la mejor manera posible, que estén bien chequeadas y que al lector le guste. Hay que hacerlo bonito en todos los casos, da igual para donde trabajemos.

-¿La retroalimentación que viene de la red no es entonces tan decisiva para fijar contenidos?

Lo que pasa es que tenemos mucha información de lo que piensan los lectores de nosotros y de cada una de las cosas que escribimos. A veces los lectores sí ayudan a hacer valoraciones nuevas, te dan ideas para nuevos reportajes. Estamos muy atentos y con las orejas abiertas a todo lo que ellos nos cuentan, nos sugieren. No es tan fuerte esa avalancha de sugerencias como para que hagamos un suplemento dedicado exclusivamente a lo que nos piden los lectores, aunque sí estamos muy atentos, como están todos los creadores, a todo lo que se cuelga en Twitter o Facebook, donde tienes una información adicional que en definitiva te puede reportar beneficios adicionales para los temas en los que trabajas. En las redes sociales estás viendo lo que piensa mucha gente sobre una cosa, con la que tal vez los lectores pueden tener una relación profesional.

-¿Cuál es su percepción sobre el periodismo cultural latinoamericano?

En muchos sitios se está haciendo un periodismo cultural estupendo. A mí me gustan mucho las cosas que hace el Gatopardo, me gusta mucho la revista El Malpensante también. Son revistas que están a la cabeza del periodismo narrativo. Hay una periodista argentina que es colaboradora nuestra y que también me gusta muchísimo, Leyla Guerrero, quien atraviesa un momento excepcional.

-¿Cómo ve el panorama boliviano en este ámbito?

Lo conocía bastante menos. Tengo que reconocer que uno de los motivos por los que vine a Bolivia fue para profundizar un poco más lo que sabía. En el caso boliviano me parece que no están todavía integradas las secciones de Cultura. Es como si estuvieran dependiendo mucho de la sección de Sociedad y por ello no han terminado de encontrar una identidad propia. Las secciones bolivianas de Cultura viven mucho de temas locales -nosotros también lo hacemos-, pero hay que abrirse más a temas más clásicos y generales. Las secciones de cultura van avanzando muy rápidamente, pero les queda una tarea por hacer, por ejemplo en lo que se refiere a temas de internet, donde creo que los periódicos no han tomado todavía medidas de emergencia, fundamentalmente porque la mayoría de la población no tiene internet en sus casas, y eso es un fenómeno que no pasa en el resto de Europa.

-En el taller usted proponía que los suplementos culturales deberían adoptar una actitud de vanguardia. ¿Es posible esto en países del Tercer Mundo donde las personas no tienen una conexión con muchas expresiones culturales de otras regiones?

Yo creo que los países del Tercer Mundo tienen muy claro lo que quieren en muchos aspectos. Y ellos mismos irán descubriendo poco a poco cuáles son los caminos por los que hay que moverse. Además, los periodistas de hoy en día estamos perfectamente comunicados a través de internet, y vemos en tiempo real lo que están haciendo los otros, estamos muy alerta sobre lo que pasa en cada país. En ese sentido, los países serán como los europeos. Aunque lleven un ligero retraso acabarán por ir adaptándose poco a poco a todas las novedades, sobre todo a las que están planteando los medios digitales.

-¿El asumir en Bolivia el periodismo cultural como enmarcado en una vanguardia no sería pecar de esnobismo?

Sí, en Bolivia, España y todas partes. Pero creo que un suplemento literario que depende de un diario se diferencia en eso de una revista cultural que tiene que meter informaciones para toda clase de público y condición. Una revista literaria puede ser mucho más exclusiva y mucho más elitista, ese es su derecho y a lo mejor también su deber. Pero yo no diría que son elitistas los suplementos culturales que dependen de los periódicos. En el caso de Babelia es una parte más del periódico. Lo mismo que un lector puede entrar y leer una editorial, puede leer el suplemento Babelia como un todo, formando parte de una cadena, un mismo estilo y una manera de trabajar y de hacer periodismo.

-¿Qué metas se han planteado para los siguientes números de Babelia?

Seguir otros mil más, mantenernos, que no es poco; y hacerlo con la misma ilusión con que lo estamos haciendo ahora.

[email protected]